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Policiales #ViolenciaDeGénero

Desesperada denuncia a un violento serial: "Me desfiguró, violó y embarazó"

Según el relato de la víctima, ella no fue la única y también agredió a varias mujeres que también se relacionaron con él de algún modo. La joven contó el calvario que vivió en carne propia:

El calvario de Camila Villalobos, víctima de violencia de género a manos de su ex pareja, de quien está embarazada, parece no tener fin. Aunque ya hizo la denuncia ante la Justicia, y le otorgaron una restricción perimetral, las amenazas de parte de él no cesan, y el pánico que ella siente tampoco."Voy a estar tranquila cuando él esté preso. Hace rato me llamó y me dijo que me va a matar a mí y a mi bebé", remarcó en diálogo con Crónica.

 

Camila tiene 26 años, y aunque creció en medio de la explosión del movimiento feminista Ni Una Menos, del que nacieron consignas tales como "no es no", argumenta que "es muy difícil denunciar en un pueblo en el que los policías son amigos del denunciado".

 

El jueves pasado, Camila hizo la denuncia en la comisaría primera de la ciudad santafesina de San José de la Esquina, en donde vivía, pero como no se sintió contenida debido a que los policías mantendrían vínculos de amistad con la familia del acusado, decidió denunciar nuevamente en la localidad de Casilda, donde le otorgaron una restricción perimetral. Sin embargo, el hostigamiento de parte del acusado continúa haciendo oídos sordos al llamado de atención que le hizo la Justicia.

 

 

"Pareciera que me tiene que matar para que hagan algo", sostuvo Villalobos. Es que pese a que ya está vigente la medida de protección, en el día de ayer el denunciado ya la habría incumplido debido a que vieron su automóvil circulando por la ciudad de Cañada de Gómez, donde vive la familia de Camila y dónde ella se mudó recientemente para refugiarse, aunque remarcó: "Yo estoy con miedo y él en la calle como si nada".

 

El calvario contado en primera personaEn junio del año pasado, Camila se conoció con el acusado a través de unos amigos en común y comenzaron una relación que desde el minuto cero, según contó, ya estaba marcada por manifestaciones violentas de él hacia ella.

 

El 13 de septiembre de ese mismo año se enteró de que estaba embarazada. "Estuvimos distanciados unos meses hasta fines de septiembre que quiso empezar a compartir el embarazo conmigo", relató.

 

Sin embargo, la denunciante describió como un infierno el período compartido, que con el paso del tiempo se fue agravando. "Siempre estuvieron los insultos, los apretones de brazo fuerte, y en cuanto yo me alejaba, él me amenazaba con que iba a matarse", contó. "Siempre tenía que hacer lo que él quería", agregó.

 

 

En ese contexto, el 22 de marzo pasado perdió el embarazo, que ella atribuyó "a los golpes y al estado nervioso al que él la llevaba". Dos días después, se enteró de que su pareja mantenía relaciones paralelas con otras mujeres.

 

"Una chica me manda las capturas de los chats con él. Hace dos días que yo había perdido el bebé, entonces lo enfrento y le pregunto si me estaba jodiendo y ahí empezó a pegarme. Me agarró del cuello y me empezó a pegar piñas hasta que yo me escapé y me encerré en el baño", relató.

 

La secuencia se repite en la mayoría de los casos de violencia de género: después de la salvaje golpiza, le sigue casi en simultáneo el pedido de disculpas. "Me prometió que iba a cambiar", contó Camila. Sin embargo, como también ocurre en la mayoría de los casos, eso no ocurre. "Nunca cambiaba", resumió.

 

"Si me veía llorar por la perdida de mi hijo, él me pegaba porque me decía que no le gustaba verme mal, porque él quería estar bien", dijo. A la vez que agregó que ella no decía nada, porque él la tenía bajo amenaza, "con que le iba a hacer algo a mi mamá, a mi hermana o a mi perro".

 

A mediados de julio, Camila se mudó con su pareja. Sin embargo, al tercer día de convivencia, ella decidió poner un punto final a la relación. "Le dije que no quería estar más con él, que estaba cansada. Él me pidió por favor que no lo deje, y me decía que si yo lo dejaba, él se iba a matar", sostuvo.

 

Manipulación, golpes e insultosUna vez más, Camila volvió a ceder ante la presunta manipulación que su pareja ejercía sobre ella; sin embargo, el pasado miércoles 20 de julio, otro episodio volvió a demostrarle que si quería preservar su integridad, debía poner punto final a esa relación. 

 

"Yo me quería venir a Cañada a pasar el Día del Amigo con mis amigas, como corresponde, pero no podía, porque él no quería", relató. Esa noche, ella terminó cediendo y se quedó en la vivienda en la que convivían, donde él invitó a todos sus amigos. Según contó, se encerró en la pieza a llorar, donde a los pocos minutos él se apareció, y "le pegó una piña en la cara".

 

"Me quedo encerrada en la pieza llorando, sin el teléfono, porque me lo quitó. Yo no aguantaba más estar con él", dijo.

 

En esa línea, contó que alrededor de la una y media de la madrugada, él quiso tener relaciones sexuales con ella, a lo que ella se negó. "Entonces sacó un arma del abuelo que tenía en su mesa de luz, con la que me amenazaba siempre, la puso sobre la mesita, y se me tiró encima. Me corre la bombacha y me penetra. Una vez que termina me pide perdón", contó.

 

Al día siguiente todo empeoró cuando ella se negó a comer lo que él había cocinado. "Él se sacó, y empezó a romper todo. Tiró la olla con la comida, y revoleó todo", describió la joven. En medio de esa violenta escena, ella le arrojó por la ventana dos frascos de marihuana que él tenía guardados en el cajón, lo que desató aún más su furia. "Ahí me empezó a golpear con todo, me rompió mi celular, que me lo quebró a la mitad", relató.

 

Camila realizó la denuncia en la ciudad de San José de la Esquina y en Casilda, donde le aplicaron una restricción perimetral, sin embargo, hasta el momento las amenazas de él no cesan.

 

"Me manda mensajes de diferentes perfiles truchos. Me dice que cuando me cruce me va a romper el c..., que me va a dar un bife por bloquearlo", cuenta. Además, la denunciante afirma que habría muchas más víctimas, aunque por miedo prefieren callar.

Gerardo Zamora
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