Los padres de familia son una pieza fundamental, y su rol es verdaderamente necesario en la vida de un ser humano, porque guían, dan cariño y protegen a sus hijos. Algo totalmente similar al accionar llevado adelante por parte de Eduardo “El Polaco” Riemersma para con los 400 “canichones” que tiene a su cargo en el “Refugio de los Canichones”.
Beethoven, su 1° hijo
“De chico quería ser piloto de avión, pero mirá lo que nos toca ahora, tan lejos de lo que quería ser. Pero esta vocación arranca en el año 1998, cuando tuve un accidente de auto donde quedé muy mal, prácticamente no perdí la vida de milagro y quedé con una deuda muy grande. En su momento empecé a ayudar a la gente. Pero en 2003 aparece Beethoven, un perro callejero que pensé que era siberiano, ‘Beto’ vino a ser mi gran maestro, él me enseñó cómo era la vida de los perros de la calle. No tenía idea de cómo vivían o si había perros callejeros, lo desconocía”, comentó el “Polaco” recordando el inicio de ese amor.
Así vuelve a viajar hasta el presente para contar que “aquí sentado en un refugio me encuentro con 400 canichones”, comentó Eduardo, que hoy festejará junto a sus amigos, compañeros e hijos peludos.
Amor perruno
“No tengo hijos humanos, pero cada vez que llego al refugio, tarde, a veces a las once y media o doce de la noche, ellos están en la puerta esperándome. No importa si llego a la mañana, a la tarde o la noche, si hace frío o hace calor, están saltando, moviendo la cola y haciendo fiesta para esperar que entre. Eso debe ser lo más parecido a que un padre llegue a su casa y un hijo venga corriendo y lo abrace. Me siento muy feliz haciendo lo que hago, completamente pleno. Ser padre de 400 ‘canichones’ es una responsabilidad tremenda, trato de ser el mejor padre todos los días”, comentó con emoción.
