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Policiales #CrimenDeMaríaSoledadTaboada

???Ni a un animal se mata como él mató a mi hija???, el desconsuelo de una madre

Dolores Suárez llora día a día, desde hace más de tres meses, el brutal femicidio de su hija. El asesino, Bernardo Díaz, está detenido.

 María Soledad Taboada tenía 8 hermanos y 2 hijos –de 14 y 2 años-. Vivía en el barrio General Paz de la Capital, junto a su pareja, Bernardo Díaz. Era una de las hijas más “apegada” a su madre, Dolores Suárez. Tenía 30 años. Fue brutalmente asesinada por Díaz. Falleció luego de agonizar durante unas horas, tras sufrir once cuchilladas en el cuerpo. Peleó por sobrevivir, al igual que peleó con su femicida cuando la acuchillaba. 

El 11 de octubre, la vida de Soledad quedó truncada. Luego de una reunión familiar, su pareja la llevó hasta la casa de calle Los Caminantes en su motocicleta. Habrían mantenido una discusión en la habitación y, en ese momento, se desató la masacre.

Díaz le había jurado el día anterior a Taboada que “la iba a matar degollándola a cuchilladas”. La promesa la cumplió. Le propinó en total once heridas de arma blanca en el cuerpo. Cuatro fueron en la cabeza y una de ellas fue la letal. Una cuchillada fue en el pecho y el resto de las lesiones estaban distribuidas en el rostro y  la espalda. Díaz fue detenido y está procesado con prisión preventiva, a la espera del juicio. 

Con la muerte de Soledad, la familia Suárez-Taboada abrió la herida más difícil, cruel y dura que una persona pueda tener en su vida. La pérdida de manera irracional y brutal de un ser querido. Inexplicablemente y sin motivos que justifique el femicidio, Díaz “condenó” al sufrimiento eterno a Dolores y a toda su familia. 

Mientras el tiempo pasa, la herida no deja de doler para Dolores. Mientras está rodeada de sus otros ocho hijos y de su nieta de 2 años –hija de Soledad- trata de hacer que el padecimiento sea menor. Pero le falta una hija. Falta Soledad en sus días. 

Dolores trata de “inventarse” un motivo que justifique la saña con la que Díaz asesinó a Taboada. Pero no la encuentra. La bronca y la impotencia de una madre que tiene que soportar que le arrancaron a su hija, le cuesta lágrima que derrama apenas escucha su nombre. “Nada ni nadie, jamás me devolverá a mi hija”, repite una y otra vez, mientras trata de ser fuerte para continuar su día a día. 

“Está preso. Esperamos que se haga justicia. Es todo lo que quiero para mi hija, es justicia. Porque la muerte que tuvo mi hija nunca esperé que nos pase esto a la familia. Era una chica que no molestaba a nadie. Siempre estaba de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Vivía para sus niños. Ahora los chicos han quedado solos, sin su madre”, arrancó diciendo la madre de la joven a Nuevo Diario. 

Al tiempo que agregó: “A él –por el femicida Bernardo Díaz- le tienen que dar cadena perpetua. Yo espero cadena perpetua para él. Porque él mató a mi hija por matar. No tenía motivos. No tenía causas. No tenía nada para matar a mi hija de la manera que la mató. Porque ni a un animal se mata como él mató a mi hija”.

Dolores, el día del brutal ataque que sufrió Soledad, no estaba en su casa y fue alertada de lo sucedido por uno de sus hijos: “Mi hija en ningún momento le hizo nada. Él –por Díaz- la vivía amenazando a mi hija. Lo escuchaba; porque tenía la pieza de mi hijo y escuchaba cómo la amenazaba. Me fui a decirle ‘por qué hace eso’. Ella –por Soledad- mi hizo señas de que volviera para atrás, entonces yo me volví. Pero al otro día le dije a mi hija que ‘eso ella no tenía que permitir’ y ella me dijo ‘mamá no quiero que te metas en mi vida’. Le respondí ‘no me meto en tu vida hija, pero tiene que ver por los niños; no dejes que te amenace así’. ‘Bueno, bueno mamá’, me decía”. 

“A los diez días me invitó a comer. Estaba con mi hija Vanesa y mis otras hijas, terminamos de comer. Hicimos la sobremesa y él le dice ‘me voy a trabajar’. Mi hija —por Soledad— le hace una broma y le dice ‘bueno, a trabajar’. Ahí le dijo él ‘ya te dije que no me digas eso porque yo en cualquier momento te voy a matar; te voy a degollar’. Me paré para intervenir y mi hija lo impidió. Ya el domingo lo hizo. Al otro día, la terminó matando”, puntualizó entre lágrimas Dolores.

Tratando de encontrar un motivo al femicidio de la joven madre, Dolores remarcó: “Me pregunto dónde está el motivo. Por qué lo hizo. Si mi hija no hacía nada. Solo era del trabajo a la casa. Era una persona –por Díaz- que constantemente tenía celos. A toda hora le preguntaba ‘dónde estás, qué estás haciendo. Por qué no vienes. Por qué demoras’”. Además, contó: “Le pedía que le mande fotos. La controlaba en todo momento. Siempre le decía a mi hija que ‘termine con todo esto’. Ella me decía ‘sí mamá, ya voy a terminar; porque así no se puede vivir. Voy al almacén y me controla. Voy a trabajar y me controla, voy al gimnasio y me controla’. La hizo cambiar su forma de vestir. Un año todo bien, después cambió muchísimo mi hija hasta que terminó matándola”. 

Completamente desbordada por el dolor que siente en su pecho, la madre de la víctima puntualizó: “Él la mató por matar, vino trayéndola de la casa de la hermana. La encerró en la pieza. No estaba nadie. Solo ella y él. No estaban mis hijos, ni yo. La encerró y la terminó matando ahí. Sabía que no estaba nadie en la casa”. 

“Si yo estaba, no sé cómo iba a terminar esto. No sé si yo muerta también, porque si veía que le estaba haciendo eso a mi hija no lo iba a permitir. No sé qué iba a pasar”, contó y agregó: “Me quitó a mi hija, por quitar nomás. Veo a mis nietos cómo están sufriendo, eso duele mucho. El hijo de 14 años cuando viene es un dolor muy grande para él. Lo tenemos que contener para que no se ponga a llorar. El sábado vino y me tuvo hasta las tres de la mañana llorando. Es un dolor muy grande para toda la familia, para los hermanos, los hijos, los padres. No tenía motivos para hacerle esto. La mató por matar. No tenía que haberle hecho eso a mi hija”. 

 

“Extraño muchísimo a mi hija, ya hace tres meses que no está”

 

La muerte de un ser querido es difícil de superar. Más aún, cuando se produce de manera repentina y tan salvaje como fue el femicidio de Soledad Taboada. 

Su madre es quien más lo sufre y día a día, padece su ausencia: “Me duele muchísimo no tener a mi hija. Era  todos los días de venir para aquí. Era una buena hija. Es constante que me hablaba, se preparaba cualquier comida y venía, me traía. Siempre me decía que me cuide. Extraño muchísimo a mi hija, ya hace tres meses que no está. La extraño muchísimo”.

“Los sobrinos no quieren entrar a la pieza. Es un vacío totalmente, ese hombre vino no se lo puede llamar hombre, porque no lo es. Es una lacra. Vino a arruinar la familia y a causar mucho sufrimiento. Es un dolor constante el dolor que llevo adentro. Veo a mi nieta de dos años y pienso que vino a quitarle la madre injustamente”, indicó y agregó: “Justo el día de su cumpleaños y al otro día era el Día de la Madre. Ella me dijo ‘mamá vamos a hacer los dos juntos’. Mire lo que pasó. Para mí no hay palabras para tanto dolor. Solo sé que no tengo más a mi hija y que nadie me la va a devolver. Lo podrán meter preso, lo pueden condenar. Pero a mi hija no me la devuelve nadie. Lo que yo luché para criar a mis hijos. Tengo mucha bronca e impotencia, yo lo iba a terminar matando si estaba ahí también. Es un dolor muy grande que tengo. Porque mató a mi hija por matar. Eso es matar por matar”. 

 

“No me dejes morir, hermano”

 

Ensangrentada, sobre el piso de la casa que con mucho esfuerzo había logrado construir ladrillo por ladrillo, María Soledad Taboada intentó aferrarse a la vida. Le suplicó a su hermano que la ayudara, para salvarse de una muerte segura. 

Un hermano y un cuñado de Soledad llegaron a la casa y encontraron a Bernardo Díaz cuando empuñaba un cuchillo. Le estaba asestando lesiones en el cuerpo. La habitación estaba manchada con la sangre de Soledad. La escena con la que se encontraron fue aterradora. 

El hermano de la víctima enfrentó al femicida, que pese a la presencia de los familiares de su “amada” intentó continuar acuchillándola. Luego, se trenzó en lucha con ellos. 

Soledad se habría arrastrado unos centímetros y con un “hilo de vida” le dijo a su hermano: “No me dejes morir hermano”. Luego, se desplomó en los brazos de hermano. Fue internada y por las once cuchilladas que presentaba, falleció. 

 

“Nunca le dije a mi mamá que la amaba”

 

 Soledad tenía dos hijos, de 14 y 2 años. La menor siempre pregunta por ella. Aun sus familiares no encontraron el modo de decirle que “mamá está muerta”. Cada vez que la niña pregunta, solo atinan a decirle que “fue a comprar”. La pequeña espera constantemente el regreso de su madre. 

En cambio, el adolescente le reveló a su abuela Dolores el sufrimiento que siente por “no haberle dicho a su madre el sentimiento que la unía”. 

“Mi nieto vino el sábado y lloraba. Me contaba que él ‘nunca le dije a mi mamá que la amaba. Por qué no le dije que la amaba. Se fue mi mamá sin que yo le dijera que la amaba”.

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