Gabriel Deck es uno de los jugadores argentinos más importantes del momento. Su salto desde Colonia Dora hasta Quimsa, luego San Lorenzo, Real Madrid y finalmente la NBA jamás dejará de sorprender y, a pesar del momento que está viviendo, nadie duda de su talento ni relevancia.
Desafortunadamente, la nulidad de minutos en el Thunder continúa siendo la regla para él. La palabra de su entrenador, Mike Daigneault, con respecto a su adaptación, el desarrollo de los talentos más jóvenes y el crecimiento plausible del equipo siguen siendo atenuantes negativos para su deseo de estar en el cuadrilátero.
“Se trata de ganar tiempo en la liga. Tiene mucha experiencia a nivel profesional, pudimos evaluarlo de forma decente la temporada pasada, pero se trata de mejorar aspectos de juego a nivel NBA. Ahora no está en la rotación, pero las cosas cambian muy rápido en la competencia”, había dicho el técnico hace cuatro días con respecto a la situación del santiagueño.
Seguir esperando
¿Por qué no juega Deck? La pregunta sigue resonando, pero cada franquicia tiene exactamente todo planificado y alguna razón debe tener.
Más allá de la reflexión del entrenador y el objetivo de foguear a los imberbes con veteranos confiables, Oklahoma City verdaderamente está compitiendo mejor que en el pasado, especialmente si se evalúa la 2020/21, que fue la primera al frente del nuevo proceso, con Mike dirigiendo por primera vez al conjunto como coach principal.
Oklahoma City está anotando menos, pero compite más. La ecuación cierra y en la NBA cuando un equipo es satisfactorio poco se modifica.
Es el caso de la franquicia que se ubica en la posición 11 de la Conferencia Oeste de la NBA.
Gabriel no ingresa hace seis encuentros y su limbo no parece derribarse en el futuro cercano. Así y todo, demostró cuando pudo lo que sabe hacer y los siete puntos en 6:59 minutos contra los Warriors fueron la mejor prueba.
Habrá que tener paciencia, seguir confiando en su dureza mental y esperar lo mejor por un jugador que superó cual temblor la vida le colocó. Como el paso de “Tortuga”, lento y efectivo. Jamás detenido. Ni vencido.
