El lunes primero de noviembre fue el Día de los Santos. Seguramente en el cielo hubo un fiestón de aquellos, una celebración única e inolvidable, como todos los años.
Es de la única manera que se explica que Dios haya estado “ocupado” y no atendiendo las cuestiones que atañen a la vida cotidiana de aquí, en la tierra de sus hijos.
El lunes por la noche jugaron Central Córdoba-Aldosivi de Mar del Plata, un partido de cierre de la fecha 19 de la Liga Profesional de fútbol, en un cotejo que no le importaba demasiado a nadie, exceptuando, claro está, a los hinchas de ambos equipos.
Es por eso, quizás, que Dios se tomó esa “licencia” y no observó el partido ni siquiera de reojo.
De lo contrario, no se explica cómo no hizo justicia y le dio, aunque sea "de chiripa", un gol a los “ferroviarios”, que merecieron largamente el triunfo, con una buena actuación general en lo que respecta a la gestación del juego y a la generación de jugadas de riesgo; pero claramente fue una actuación decepcionante o frustrante frente al arco rival con las innumerables chances de gol desperdiciadas.
Esta es de la única manera que se explica el cero a cero final. No hay otra. Dios estuvo de “jarana”, seguramente.
Los hinchas podrán echarle la culpa a fulano o mengano por las ocasiones perdidas, pero cuando Dios está atento a estas cuestiones, la Justicia Divina llega, aunque sea en el último minuto. El premio siempre llega, tarde o temprano.
También cabe la pregunta ¿qué hizo mal, Central Córdoba, durante todo este tiempo, para merecer tanto sufrimiento junto? ¿No? Vaya uno a saber.
Sólo Dios tiene la respuesta. Pero hoy no lo molesten, está con la resaca lógica, la noche fue larga y terminó bien entrada la madrugada, allá en el cielo.