Alberto, después de cumplir con sus tareas laborales, emprende el viaje en bicicleta a su casa de la zona sur de la ciudad Capital. En el camino está atento, no solo al tráfico de vehículos, sino también a las cosas que otra gente descarta y deposita en veredas, baldíos o minibasurales clandestinos. Busca todo artículo que pueda contener aluminio o cobre para ser comercializado en chatarrerías y sumar dinero a la crianza y mejor calidad de vida de sus siete hijos. Con ello también contribuye al medio ambiente porque todo se recicla.
Justamente, la necesidad del mundo de reciclar los materiales de artículos en desuso provocó en los últimos años la proliferación de locales de compra de vidrio, plástico, cartón, papel, aluminio y cobre, entre otros.
Este tipo de comercios creció a la par de que un sector de los santiagueños vio una alternativa de generar dinero para la subsistencia de su familia. No solo son los clásicos “cartoneros”, sino también otra gente, como Alberto, que ve una fuente más de ingresos económicos.
Sin embargo, a la par de los honestos, también aparecieron los delincuentes, que pretenden conseguir el material reciclable a cualquier precio, provocando que sea uno de los ilícitos que más creció en los últimos años. Buscan el cobre y roban cables de conexiones domiciliarias y de empresas. No se salva nadie. Desde predios religiosos, empresas de servicios públicos y hasta clubes barriales, indicaron fuentes policiales del área de Investigaciones de la fuerza de seguridad.
Tampoco respetan el dolor y la memoria de quienes ya no están en este mundo. Ingresan a cementerios de ciudades y de zonas rurales, desde donde se llevan las placas de bronce —las más preciadas— y de mármol, y candelabros.
Pero para que haya ladrones, tiene que haber un comprador. Ahí aparecen los chatarreros inescrupulosos, a quienes no les importa de dónde ni cómo se obtuvo el bronce u otro material reciclable, revelaron los voceros. Solo piensan en incrementar sus ingresos y que el delincuente se lleve unos pocos pesos para comprar droga o bebidas alcohólicas.
¿Qué más se van a robar? Las tapas de las bocatormentas colocadas en las calles
La delincuencia sorprende cada día a la sociedad, especialmente por los artículos que se transforman en un botín para el mejor postor, desde perros hasta plantas que se encuentran en macetas o en las veredas. En el caso de los materiales reciclables también surgió la pregunta: ¿Qué más se van a robar? La respuesta sobrevino cuando desaparecieron tapas de bocatormentas instaladas en las calles de Las Termas. La investigación policial terminó en una chatarrería sin habilitación, donde secuestraron una de las tapas.
En Añatuya, el último viento provocó la caída de la antena transmisora de la radio del Obispado. Apenas horas pasaron del siniestro cuando sorprendieron a sujetos que estaban desmantelando la antena. Los malvivientes se dieron a la fuga, pero abandonaron un carrilín con los hierros que ya le habían quitado para venderlos en chatarrerías.
Los malvivientes dejaron sin servicio público a la gente
El accionar de los delincuentes, quienes buscan el preciado bronce o aluminio, provocó que se apoderaran de cables y otros elementos instalados en la vía pública, lo que generó una momentánea interrupción del servicio público de iluminación en algunos sectores. El hecho delictivo no solo generó la denuncia en la dependencia policial, sino también el reemplazo de lo sustraído, generando un perjuicio económico.
Pero los cables no son vendidos tal como están. Deben ser separados el cobre del plástico, para lo cual utilizan zonas montuosas para quemarlo, a fin de que el material reciclable quede limpio.
