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Opinión #Opinión

Día del Padre

Habiendo pasado el Día del Padre, cabe al respecto hacerse la pregunta: ¿Qué es ser un padre?

Mucho se habla acerca de la diferencia entre ser papá y ejercer la función paterna. No por tener un hijo uno se convierte en padre.

 

 

Ser un Padre tiene que ver con el deseo de recibir un hijo, sostenerlo e ingresarlo al mundo. Es la puesta en juego del deseo más profundo, lo cual es imposible sin comprometerse con eso y entregarse en cuerpo y alma al proceso.

 

 

Lo que se espera de un padre, va mutando con el tiempo.

 

 

El concepto del padre, sus derechos sobre el hijo y los deberes hacia el mismo, varían a lo largo del tiempo y las culturas. Antes se asociaba la figura paterna con la autoridad, pecando incluso a veces de distante, frío y desconectado de lo que pasaba en la vida de sus hijos. Hoy se invita al padre a ser parte activa en la crianza, el cuidado y la atención de sus necesidades. A compartir juego y emociones; un espacio antes reservado en exclusivo para la mamá.

 

 

Dentro de las mismas familias el concepto de la paternidad varía; pero ya sea por imitación u oposición, los hijos serán padres a la luz de quienes fueron sus propios padres.

 

 

Y más allá de toda la variabilidad que abre la definición de ese rol, hay algo que nunca puede estar ausente al hablar de Un Padre que ejerce su función: una mirada certera, protectora, proveedora y racional que permita que los procesos que se tienen que dar en el crecimiento de un hijo se sucedan sin obstáculos.

 

 

Es el padre aquel que debe ser el farol que ilumina el porvenir, habilitando caminos y brindando mapas. Se espera de él que en otro momento deba pararse al costado, viendo cómo el hijo que lo observa a lo lejos, elige un camino distinto al que su papá iluminó. Un Padre que aun así, en ese momento se acerque corriendo a su hijo y le regale una linterna para que ilumine su camino propio.

 

 

Es un Padre quien supo dejar su marca y quizá, aún ausente, supo dejar su marca y acompaña invisible, sosteniendo caídas y celebrando logros.

Ser un Padre no tiene que ver con la biología. Es un ejercicio de acción, no garantizado por absolutamente nada más que su compromiso y entrega al hijo.

 

 

Celebrar el día del padre, es celebrar a esos hombres que se hacen padres de sus hijos desde el deseo, desde la acción. Quienes en su día a día se preguntan cómo ejercer mejor su función buscando la respuesta a esta en la profundidad de la mirada de sus hijos, aprendiendo de ellos y con ellos. Permitiéndose el error y teniendo la humildad de pedir disculpas. Todo eso, haciéndose cargo de haber invitado a su hijo a este mundo y de la responsabilidad que significa acompañarlo a ser parte de él.

 

 

Ser papá es paternar. Es ejercer una función única, clave, imprescindible para la vida. Es marcar, sostener, soltar y acompañar a pesar de todo.

 

 

A mí me gustan los “día de” porque nos dan la posibilidad de detenernos un momento y valorar lo que tenemos, celebrándonos. Expresando al otro que él nos importa y que su presencia en nuestra vida hace diferencia.

 

 

Y si no fue un feliz día, la invitación a pensarse es siempre bienvenida. Porque una feliz vida se construye en el día a día. Y si no estamos viviendo felices ese día a día, será momento de pensar qué está faltando ahí. Y procurarnoslo.

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