Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión #Opinión

Imbécil; pero leal

De jefes buenos y eficientes estamos llenos; pero debemos reconocer que a algunos les falta amor.

De hecho, las organizaciones están llenas de gente con altísima calificación. Aunque debemos admitir, nobleza obliga, que muchos de los potenciales aportantes de valor a las empresas están tapados.

 

Algunas veces porque su propia personalidad los mantiene en el anonimato (y aquí parte de la tarea de los jefes y dueños es descubrirlos), otras veces porque su trabajo madura más rápido que la organización y no encuentra eco en la realidad de la empresa. Y otras porque ese trabajo molesta las inseguridades de mediocres con carisma.

 

¿Qué es lo que lleva a personajes de este tipo a ascender en la jerarquía de las organizaciones?

 

En primer lugar, su jefe. O el dueño; pero generalmente es su jefe inmediato superior.

 

La empresa es del dueño. Después podremos discutir si según el tamaño la impronta de éste es mayor o menor; pero en definitiva la última palabra la tiene el accionista mayoritario.

 

Sí, me van a decir lo que escucho siempre que toco este tema: Que el bien común, que la gran familia, que el orden y las normas escritas y ensayadas que llevan todo sobre rieles…todo eso es cierto algunas veces. Pero en mi experiencia y la de la mayoría de los colegas con los que hablo, el espíritu del fundador termina inclinando la balanza, aún a pesar de la empresa. Y los Jefes y los Dueños también tienen su ego, ¿a quien no le gustan las caricias al alma? Pero que te gusten demasiado puede ser tu talón de Aquiles.

 

Hay quienes van a una empresa a dar todo de sí y hay quienes entienden que cada organización también tiene su dinámica con premios y castigos. Y saben jugar el juego. Esto no está mal, el saber jugarlo muestra la posesión de algunas aptitudes. Pero como con todo lo que provoca placer, los excesos pueden ser muy nocivos para el entorno.

 

Afortunadamente muchos de estos personajes son conscientes de la responsabilidad que van adquiriendo a medida que acumulan poder, no porque ese poder lo tengan más que de facto; sino porque confían en que sus carreras están atadas al éxito del lugar de trabajo.

 

Cuando alguien lo único que sabe hacer es jugar o sin irme al extremo, cuando su mayor aptitud es saber “jugar el juego”, se corre el riesgo de dejarlo hacer (dejarlo jugar el juego del ego de su jefe o del dueño), porque para ganar este tipo de personas va a arrasar con lo que encuentre a su paso con el fin de llegar.

 

¿Y cuando lleguen? Ya tendrán una manada de temerosos domados.O leales que se dedicaran a hacer un trabajo mediocre el tiempo que dure el emprendimiento, en la comodidad del orden establecido.

 

Es el “chupamedias del dueño”, el “amigo del jefe”, la “estrella en el firmamento de la organización”, y el nombre que se le quiera dar en cada lugar. En el fondo, por más capacitado que esté, hay un rasgo de personalidad que todos piensan aunque nadie lo dice: este ser es un imbécil como persona, con su bienestar antepuesto al de la organización.

 

Habrá quienes al principio intenten confrontarlo, algunos se irán y otros luego bajarán la guardia (y la productividad) a la espera de que aparezcan nuevos horizontes ya que estos individuos, buenos jugadores del juego de la dinámica y la venta personal, suelen estar alertas a los movimientos de colegas y subalternos. Conscientes de su inseguridad “mandan al freezer” o quitan colaboración a otros trabajadores.

 

Nuevamente, la clave está en que el CEO o dueño despierten de sus egos (no porque sean egoístas; sino porque estos sujetos saben apretar la tecla justa que lo activa) y sepan darse cuenta que lo que ven como lealtad no es más que una red en la que aceptan caer. Que en lugar de un acelerador de ideas, tienen un filtro que les impide ver la realidad de la organización e identificar a los reales aportantes de valor ya que el “imbécil leal” se encarga de ocultar a los talentosos.

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso