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Opinión #Opinión

La cena, Estrategia para enamorar

Ir a cenar no es un compromiso radical, tampoco requiere demasiado esfuerzo; pero sí implica cierto grado de interés y preocupación por la persona que te interesa.

Gracias al crecimiento desmedido de aplicaciones de citas: Tinder, Grinder, Bumble, Jswipe, las relaciones de pareja parecen descartables a un solo click. La “tinderización” de los sentimientos nos ha convertido en unos autómatas en busca del amor. Todo se reduce a un “me gusta” o “no me gusta”. Si tenés suerte y puedes sortear esta nueva modalidad, eso te dará paso a una primera cita que será el contacto inicial, cara a cara, con la otra persona. La elección de un cafecito “chic” o la cervecería de moda de la ciudad, será una buena elección.

 

 

 

De todas formas es difícil hacer de una cerveza o quizás un café, un escenario elocuente. Sin embargo, una cita en un restaurante con conversaciones, comida de por medio y disfrutando de un plan diferente (dentro del mecánico mundo del amor) puede ser una experiencia memorable.

 

 

 

Fácil y ya automatizada por su secuencia habitual, una cena te invita a relajarte y tan sólo conversar con la persona que interesa. Las comidas son ideales por su simplicidad y su honestidad brutal. Se preguntarán ¿por qué? El comportamiento de una persona a la hora de la comida te va a ahorrar muchas preguntas y conocerás al comensal que tenés enfrente con mayor rapidéz. 

 

 

 

Sin embargo, si dejás de lado algunas reglas básicas, es posible terminar en un papelón con mayorprobabilidad que en una cita romántica.

 

 

 

Como mencioné en el primer artículo de esta saga de amor y romanticismo que se va a publicar hasta el día de los enamorados en Nuevo Diario; es sumamente cordial y transmite seguridad si la persona que invita a cenar tiene una reserva hecha a su nombre en el lugar seleccionado donde se va a desarrollar el encuentro. Si vas en pareja, la mujer debe ingresar primero; pero una vez adentro el hombre debe manejar todos los movimientos en la mesa.

 

 

 

Al momento de ubicarse en la mesa, la dama se sienta mirando hacia puerta del restaurante mientras que el hombre debe hacerlo mirándola a ella.

 

 

 

Siempre; pero siempre, se sientan las damas primero, denota falta de modales en un hombre que esté sentado y la dama se encuentre esperando parada al lado. Tanto el caballero como el mozo pueden ayudarla a sentarse. Una vez ubicados, el hombre es quien se va a dirigir al camarero durante toda la velada.

 

 

 

La persona que los va a asistir durante toda esta experiencia gastronómica entregará primero a la mujer el menú, y luego al hombre.

 

 

 

Dato: ¿Querés saber si te llevó a un lugar impecable? El menú de las mujeres no tendrá escritos los precios de cada plato. Para los teóricos más rigurosos en la materia, el caballero paga la cuenta y la dama no tiene por qué enterarse del monto. Si la dama todavía no tiene claro las posibilidades económicas de su posible pareja, muy cuidadosamente preguntará alguna sugerencia respecto a la elección del menú.

 

 

 

Junto al menú, si el restaurante es de categoría se va a mencionar la presencia de un sommelier en la sala, persona responsable del servicio de los vinos. Unos de sus objetivos es guiar al comensal sobre un perfecto “maridaje”. Esta palabra proviene del francés mariage, que significa matrimonio, en esta ocasión se refiere a la unión entre el vino y el plato, para que se acompañen mutuamente liberando la plenitud de ambos.

 

 

 

El vino debe ser presentado cuando el mozo lo lleva a la mesa. Se muestra la etiqueta para comprobar la bodega, la cepa y el año, si es joven o viejo. Siempre se sirve de tal manera que la marca de la bebida quede a la vista de los comensales. Si estos dan el aprobado una vez degustado el vino, será el seleccionado para acompañar la velada.

 

 

 

Esta cintura en las relaciones con personas las vas a ir ganando al ir obteniendo conocimientos de buenos modales y protocolo.

 

 

 

No hay papelón más absurdo que, al momento de abonar la cuenta, se inicie la discusión de quién lo va a hacer. Si vos sos el que invitaste y planeas abonar la comida con tarjeta de crédito o débito, lo cordial sería que la dejes en la caja antes de terminar la velada.

 

 

 

Sutilmente, al momento de irse, el mozo se acercará sólo para que firmes el ticket. Hay situaciones donde acuerdan pagar el monto entre los comensales, si es así no elijas lo más caro del menú, para evitar repartir gastos en exceso a tu amor de verano, o quizás de tu futura pareja.

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