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Opinión #Opinión

Radio Pasillo

Habla bajito que las paredes oyen.

Tu empresa es el reflejo de esa parte tuya que te empeñas en ignorar. 

 

Ser gerente es un trabajo que muchas veces exige que actúes contento cuando las fuerzas no te dan, que te mantengas despierto a contra hora y que te esfuerces por dar lo mejor de vos para extraer lo mejor de los demás.

 

Pero si te dejas llevar por tu “lado oscuro”, y esa situación se repite, por más ventanas que pongas tu gente va a vivir en las sombras. 

 

He trabajado en empresas que parecían literalmente dos en una: Cuando estaban acéfalas eran paraísos de eficiencia y cuando llegaba el dueño/gerente general, eran un hervidero toxico.  Esta acefalia productiva es más común de lo que uno se imagina y se debe al fenómeno que planteo en la primera oración de esta nota. 

 

Con un buen equipo. Qué digo bueno, con uno incluso mediocre y la correcta organización, una empresa con bases y objetivos claros puede funcionar perfectamente. Si se le brinda el marco adecuado. Con una cabeza desorientada o insegura, hasta un Dream Team queda fuera de competencia.

 

La tarea del gerente vuelve al origen: asegurarse de que todos entiendan la visión, adónde se pretende llegar y luego dedicarse a acompañar a su gente para que lo logren. Mantenerles el ambiente sano y generar equipos con códigos.

 

Y si no sos discreto, si no confías, si no controlas tu carácter, la gente te va a copiar. Te cuento que en tu empresa no existen los secretos, porque de una u otra manera tus empleados se van a enterar. Y se van a enterar porque en el fondo vos sos el indiscreto haciendo algo para que se enteren.

 

La típica situación de adolescentes con el  “mira, esto sólo entre vos y yo; pero es vital para el proyecto”, repetida a varias personas de confianza. Esto equivale a encender la mecha que a la larga va a destruir todo lo construido.

 

Contrariamente a lo que se piensa, las conspiraciones siempre empiezan desde la futura víctima de estas, ya porque las deja existir o porque de una u otra forma las instiga hacia abajo. La creación de enemigos imaginarios para presentarse como un salvador de la organización, a la larga termina generando enemigos reales.

 

Todo comienza con la boca que se abre y los oídos que se cierran. La mejor forma de saber qué es lo que sienten tus empleados, más que preguntarles, es verlos cuando entran y cuando se van del trabajo. Es dejar que se acerquen a charlar; pero en realidad callar uno y dejar que hablen los otros. Cuanto más transparente la comunicación, más claras la directivas, menos va a cuchichear la gente en los pasillos y baños. Esa radio nunca hace bien.

 

“Radio Pasillo” se enciende y desconecta desde la gerencia. ¿Cómo se evita encenderla? Lo he aprendido del Lic. Carlos Soza cuando me decía que” la gente debe hablar de la cosa colectiva en una reunión grupal y la carga colectiva en una reunión individual” y una frase que trasmitimos casi como un lema a nuestras sesiones de consultoría: 

 

“Lo que no es necesario decir, es necesario no decir”

 

Pero depende de vos. Lo que no quieres que se haga público, no lo desparrames. Lo que tus empleados deban saber, no se los regatees. 

 

Cuántas veces hemos escuchado decir “Estaba re bien en la empresa, mis compañeros excelentes y un muy buen sueldo; pero el Jefe era un imbécil”. Porque en definitiva no importan tanto las intenciones, las buenas ideas, tu convencimiento o tu formación; si tus acciones no acompañan tus declaraciones, las anteceden y las superan.

 

“Las personas no abandonan un trabajo, las personas abandonan personas” (Carlos Soza)

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