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Opinión #Opinión

El G20 y un silencio que pesa

Entre el 21 y 22 de Noviembre se desarrolló la cumbre que reunió a los líderes más importantes del mundo para tratar el futuro de las relaciones económicas mundiales con una participación de Argentina mayormente ignorada por todos los medios nacionales. Cabe preguntarse ¿por qué?

El G20 comenzó en 1999 pensado como una reunión política para tratar temas multilaterales de comercio y economía, y donde participan los grandes países desarrollados del mundo. Por decisión de política exterior de la Gestión Menem, nuestro país se incorporó gracias al crecimiento económico de la primera etapa de aquel gobierno, que lo catapultó al estrellato mundial.

 

 

 

Hoy, a pesar de ser un país con una endeble economía y con una de las tasas de inflación más altas, agregado a todos los problemas que conocemos y vivimos a diario, Argentina sigue formando parte de este selecto grupo mundial del que países como Suiza están excluidos. Y es que a pesar de todo somos uno de los grandes exportadores mundiales de alimentos con un enorme potencial de desarrollo que nos convierte en un actor mundial de primer orden, a pesar de nuestra propia anarquía y porque una vez obtenida la membresía ningún país se atreve a expulsar a otro de este exclusivo club.

 

 

 

Esto nos permite participar de un foro mundial de importancia que no debiera pasar desapercibido ya que los países que lo integran representan en su conjunto el 85% del Producto Bruto Mundial, el 75% de la economía, y suma dos tercios de la población. Los miembros del G20 representan el 80% de las inversiones económicas a nivel mundial.

 

 

 

Este año, debido a la crisis del COVID-19, la reunión mundial se realizó en forma virtual con una base en la ciudad de Riad, Arabia Saudita. Imperó una sensación de “sálvese quien y como pueda”, frente a los desafíos económicos presentados por la pandemia. Así mismo, un dato no menor para nuestro país y que seguramente cayo muy mal en el Ministerio de Economía fue el hecho de que los saudíes censuraron el mensaje del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien criticó el asesinato y desmembramiento del periodista opositor a su gobierno Jamal Khashoggi, hecho que consideró como un acto de terrorismo de estado así como las violaciones a los derechos humanos en Arabia Saudita.

 

 

 

Fue muy comentado en los círculos diplomáticos, ha dejado un sabor amargo entre los participantes el hecho de que resultó muy evidente el papel del país anfitrión en haber promovido una agenda que solo le quedaba bien a Estados Unidos, donde privaron debates sobre la des globalización, el aumento del gasto público para contrarrestar la crisis y el crecimiento de los debates que proponían políticas proteccionistas para defender a las economías nacionales. Y a pesar de haber encontrado un lenguaje común en materia de la lucha contra el cambio climático, la reunión del G-20 da la impresión de que estas preocupaciones solo les conciernen a los países firmantes del Tratado de París contra el Cambio Climático, del que Estados Unidos se retiró. Quedando todos los países preocupados por este tema a la espera y del posible nuevo gobierno de Biden que promete volver a refrendar el tratado para avanzar sobre estas preocupaciones mientras retoma una agenda de energías renovables.

 

 

 

Pero la participación Argentina en este foro no puede ignorarse, a pesar de no ser parte del eje de los problemas mundiales. Y esto a pesar que nuestro país no la haya sabido aprovechar, ya que los Ministros de Finanzas de los países participantes aprobaron la extensión hasta junio del 2021 de todos los servicios de las deudas exteriores que tienen con el FMI los países pobres y endeudados. También se avanzó en empujar a que el FMI conceda más derechos especiales de giro no gastados por las economías desarrolladas y que se podrían direccionar a países pobres y a la necesidad de las ayudas internacionales para cubrir los costos de la vacunación del COVID-19 en países de menores recursos.

 

 

 

Algo donde la política exterior Argentina debería haber sacado provecho es la denominada “Desarrollos T-20”referida a las tecnologías digitales de comunicación por internet y a los sistemas móviles 5G. A estas reuniones, que prácticamente han monopolizado parte de la agenda, son a las que Brasil está corriendo para adoptar y desarrollar en su territorio como estrategia para crecer como potencia industrial y agrícola.

 

 

 

Es por esto que a pesar de sus falencias, este foro mundial es una oportunidad que no debe ser ignorada; es más, debe ponerse en su verdadero contexto ya que si es tomada como una herramienta de la política de relaciones exteriores, podremos optar por un crecimiento económico sustentable y equitativo que el mundo acompañará. Y no tendremos que luchar en forma aislada por sobrevivir sosteniendo un modelo aislacionista. Es menester también entender que la nueva administración Biden en Estados Unidos con su prometida reforma en las relaciones con el mundo es una posibilidad que se abre para desarrollarnos tecnológica y económicamente, posibilidad que no debemos dejar pasar.

 

 

 

Pero para esto debemos incorporarnos participando en los foros y entender que el mundo espera que nos comportemos como una potencia sudamericana.

 

 

 

Ese es el motivo por el que estamos en el G-20. 

 

 

 

Por eso no entendemos el silencio de todos los medios de comunicación que han cerrado sus ojos ante esta oportunidad que nos haría concientizar sobre el papel de la Argentina en el mundo y sobre su desarrollo futuro para dejar atrás todas las crisis en las que venimos sumergidos.

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