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Opinión #Cine

Killer Baby

Co autor Hernan Kriscautzky.

Agrandar imagen Una tarde nublada de 1998, durante la filmación de ???Carne???, estábamos en la Villa ???Nylon??? o en la ???Ocho Guasos??? de Córdoba, no recuerdo bien en cuál porque filmamos en las dos.
Una tarde nublada de 1998, durante la filmación de ???Carne???, estábamos en la Villa ???Nylon??? o en la ???Ocho Guasos??? de Córdoba, no recuerdo bien en cuál porque filmamos en las dos.

Una tarde nublada de 1998, durante la filmación de “Carne”, estábamos en la Villa “Nylon” o en la “Ocho Guasos” de Córdoba, no recuerdo bien en cuál porque filmamos en las dos.

Estábamos haciendo unas tomas y rodando de lo más bien, tranquilos, con los actores que participaban de esa escena. Detrás de cámara, todo el equipo técnico y artístico. Más los curiosos de siempre, transeúntes y gente del lugar “chusmeando” el rodaje como siempre.

En un momento dado decido terminar la escena porque me parecía que había quedado bien, digo “corte” y empezamos a planificar la toma que seguía a continuación. A reunirse con los actores y empezar a ensayar la escena: Planificamos y ensayamos asegurándome como director de que comprendan cómo son las actuaciones para esa toma en especifico. Es decir, cómo van a accionar, cómo el dialogo, cómo la gestualidad.

Pero antes hay que hablar con las cabezas de equipo que por lo general son los directores de fotografía, sonido y arte. Con el director de fotografía converso sobre lo que pretendo de la imagen en la toma que se va a hacer. Con el director de sonido tratamos de que haya una coherencia entre lo que la gente va a ver y escuchar; además de si va a haber dialogo, qué tanto ambiente o voces quiero que se capture, donde se a poner el micrófono y qué tipo de estos se va a usar. Y con el director de arte lo que se habla es sobre vestuario, maquillaje, peinado, utilería y decoración.

Y en ese momento lo que sucede es igual que en un ejército: Los directores bajan las directivas al resto del equipo. Se trabaja así porque como director no me puedo juntar con 60 personas, que es lo que suele tener mínimamente un rodaje de esta magnitud.

Nos encontrábamos en el medio de todo este proceso cuando en un momento noto que la gente que estaba trabajando se empieza a mirar unos con otros y me hacen gestos que yo no entendía.

Súbitamente se comienzan a tirar todos al piso. Primero los de la derecha, luego giro la cabeza al costado para ver qué pasaba y encuentro arrojándose al suelo a los de mi izquierda. Yo giraba la cabeza a un lado y otro, y todos se paraban y volvían a tirar al suelo.

Creía que me estaban gastando una broma y en eso uno de los actores, en la posición de cuerpo a tierra, me hace señas con la cabeza para que mire detrás de mí.

Me doy vuelta y había una criatura de unos dos o tres años, descalzo y vestido sólo con un pañal descartable mal colocado. En su mano derecha portaba un arma de verdad. El bebe iba caminando y con la manito revoleaba el “chumbo”, no porque apuntase; sino por el mismo balanceo que tienen los pequeñitos al caminar. Ahí comprendo el porqué de la extraña danza de cuerpos a tierra.

Me quedé como estaba, petrificado en el lugar para no asustar con algún movimiento raro o brusco al bebé.

En ese momento viene la madre -literalmente una nena de no más de unos 16 o 17 años- le saca el arma, lo alza y se lo lleva rápidamente perdiéndose entre el caserío de la Villa.

Todo el equipo quedó en shock por lo que había pasado. Como no me había dado cuenta, no medí el peligro y eso me permitió mantener la sangre fría. Y como director, tuve que dar la instrucción necesaria para el caso, tranquilizando a “la tropa”:

Hicimos un descanso, a tomar unos mates, café y a la media hora siguió el rodaje de esa jornada.

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