Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión #LaColumnaDelAdultoMayor

La Canasta Básica del adulto mayor

Rosa Soria, desde el Foro de Jubilados, detalla índices y factores que reflejan la modificación de determinada realidad sectorizada.

En esta oportunidad, junto con la importante labor e investigación del Dr. Esteban Herrera, consideramos importante referirnos a la llamada Canasta Básica del adulto mayor.

 

Como sabemos, para determinar los porcentajes de aumento de los haberes previsionales, jubilaciones y pensiones, se utilizaron históricamente y se aplican determinados índices y factores que reflejan la modificación de determinada realidad sectorizada.

 

Así por ejemplo, la variación del ripte refleja la modificación del coeficiente que surge de dos conceptos, uno es el total de las remuneraciones declaradas de los trabajadores formales a nivel nación y por el otro lado la cantidad de trabajadores registrados. Por otro lado, el ISBIC refleja similar realidad, pero respecto del sector industrial y de la construcción. Asimismo tenemos índices que reflejan la variación de la recaudación que obtiene el estado dentro de un lapso de tiempo, como aquellos que reflejan la variación de los costos de los bienes de primera necesidad en general, llamado índice de los precios al consumidor, o si se quiere la conocida inflación.

 

Todos estos índices demuestran el cambio y modificaciones en determinado sector de la vida cotidiana, es decir variaciones que se dan en distintos aspectos de la vida diaria y referidos a específicos sectores de la población o, en su contraste, consideran la comunidad como una unidad homogénea.

 

De esta manera, se llega a hablar y a tomar como referencia indiscutible la llamada Canasta Básica Familiar, incluyendo en la misma un determinado número de personas que supuestamente la integran, y considerando numerosos bienes que declaran como esenciales, todo ello sin tener presente que se trata de seres humanos, de personas, quienes cuenta con distintas realidades sociales, económicas, de salud, de edad, entre otros aspectos que hacen que cada familia y cada integrante de la misma sea especial y personalísima.

 

Al describir esta realidad queremos poner de manifiesto de que se utilizan determinadas unidades de medida y factores para tomar medidas fundamentales en la vida del adulto mayor, que ciertamente no corresponden con la realidad en la que este vive, que no reflejan la situación concreta y especial del jubilado y pensionado, por lo que no creemos que sea acertado evaluar el porcentaje de incremento de los haberes previsionales de personas de más de 60 o 65 años, teniendo como parámetro la realidad de trabajadores de 18 años de edad o más, quienes viven circunstancias totalmente diferentes y con características que distan enormemente de la situación específica de una persona de avanzada edad.

 

Que bajo esta idea nos parece fundamental, y así lo solicitamos a la comunidad toda y a las autoridades, que se elabore una verdadera Canasta Básica del adulto mayor, la cual, proponemos, puede considerar a una pareja de adultos mayores, integrada la misma por todos los elementos básicos y esenciales que posibiliten específicamente al jubilado o pensionado contar y vivir con una calidad de vida digna.

 

A tales efectos y teniendo conocimiento real y personal de la situación diaria de las personas mayores, consideramos propicio incluir diferentes elementos para integrar la Canasta Básica del adulto mayor: Medicamentos esenciales, productos de farmacia, alimentos y bebidas, vestimenta, vivienda, impuestos (nacionales, provinciales y municipales), servicios (luz, agua, gas, teléfono, cable, Internet), transporte de remises y taxis considerando la dificultad y muchas veces imposibilidad que tiene el adulto mayor de utilizar el transporte publico, recreación, higiene y limpieza, y servicio de salud considerando dentro de este la triste e innegable realidad del pago de plus para afiliados a determinadas obras sociales.

 

Con respecto a los elementos citados, que constituye una enumeración meramente enunciativa y no taxativa, debemos reafirmar que los mismos deben ser tomados en cuenta y considerados dentro de la realidad practica en la que vive el adulto mayor, por lo tanto, por ejemplo, no pueden considerarse los mismos alimentos y bebidas que necesita consumir un adulto mayor que un trabajador de 25 años o una mujer embarazada.

 

En referencia a los medicamentos, debemos reconocer que la Canasta Básica del adulto mayor tuvo una disminución en su valor en razón de incorporarse más de 170 medicamentos al vademécum gratuito por parte del PAMI, lo que constituyó una mejora en la capacidad adquisitiva de los haberes de los jubilados y pensionados, quienes dejaron de realizar enormes erogaciones en remedios que en muchos casos les significaba el gasto dinerario de un gran porcentaje de sus ingresos mensuales.

 

Que siguiendo con la idea trazada, creemos que no resulta imposible contar este ideal de una canasta básica específica de jubilado y pensionado, necesitando para ello solamente voluntad y la tarea de un grupo interdisciplinario que se aboque a confeccionarla de la forma más cercana posible a la realidad, integrado el mismo por profesionales jurídicos, de la salud, nutricionistas, trabajadores sociales, economistas, y por supuesto representantes de las asociaciones civiles que nuclean a los jubilados y pensionados como nuestro Foro de Jubilados y la Federación, invitando a participar esencialmente a las asociaciones privadas y organismos públicos que llevan adelante tareas de defensa de los derechos del usuario y consumidor.

 

Confiamos en que solo de esta manera, evaluando la modificación del costo de una Canasta Básica del adulto mayor, podremos determinar cuál es la pérdida de capacidad adquisitiva de los ingresos de los adultos mayores, y así analizar cuál sería la decisión más justa respecto del porcentaje de incremento de los haberes previsionales, con la finalidad de empoderar de manera paulatina al adulto mayor, eliminando la imprevisibilidad y las eternas y cíclicas discusiones al respecto.

 

Finalmente, pero no menos importante, es menester afirmar que junto con la variación del costo de la canasta básica del jubilado y pensionado, es imprescindible contar con los datos reales de la posibilidad económica para hacer frente a la eventual movilidad, es decir que no se puede dejar de considerar la capacidad financiera con la que cuenta el Estado nacional para hacer realidad el porcentaje ideal, ya que no sería lógico ni razonable otorgar un determinado porcentaje de movilidad que constituyan sumas impagables desde el punto de vista económico y financiero, o que en un futuro ponga en riesgo de crisis el sistema previsional, razón por la cual es propicio ponderar ambas realidades y lograr, con un verdadero criterio de justicia social, el porcentaje o nivel de incremento de los haberes que sea justo, equitativo y financieramente prudente y adecuado.

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso