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La Provincia #ColumnaOpinión

Macri y el acuerdo Mercosur-Unión Europea, más espejitos de colores

Análisis del acuerdo anunciado en los últimos días

Sin ningún logro de gestión que mostrar, Cambiemos intenta reinventar su falso relato sobre la realidad que estamos viviendo. Fiel a su costumbre de campaña electoral, tira globos, uno detrás de otro, para intentar instalar una agenda ficticia y falaz. No importa si los globos son amarillos o rojos, solo importa que se hable de esos temas. Ninguno verdadero, son todos mentiras, fake news. Intenta con este método eclipsarnos la realidad. Si pasa, pasa. La cantidad de letra chica que logró colar en el Congreso detrás de temas polémicos es un tema de debate. Si se negociaron o realmente se les pasaron a los diputados y senadores estos puntos, dentro de leyes polémicas, nos iremos enterando a medida que vayamos sufriendo sus consecuencias.

 

 

Es tanta la pobreza, la desocupación, el cierre de negocios y empresas, es tanta la corrupción, la inflación, la falta de vacunas, la falta de obra pública, el recorte y eliminación de derechos, que cualquier mentira les dura cada vez menos. Entre tantas, mintieron con el congelamiento de tarifas hasta después de las elecciones. Un programa de “productos esenciales” que tampoco aumentarían de precio hasta las elecciones. Que la inflación iba a bajar en algún segundo semestre, el famoso segundo semestre. El mismo en el que lloverían las inversiones. Que el dólar baja 10 centavos en la semana, pero saltó de $ 9,70 hasta los $ 45 en estos 3 años y medio. El último globito fue el “acuerdo Mercosur- Unión Europea”.

 

 

El encomillado es porque, para empezar, no hay ningún acuerdo. Se firmó un preacuerdo, que ya tuvo los primeros inconvenientes en varios de los países miembros de la Unión. Luego, el Gobierno de Cambiemos no informó casi nada a nadie. Todo lo que se sabe es debido a lo que se filtró de parte de la Unión Europea. Ellos son los que brindaron los detalles que se conocen. Nuestro Gobierno hizo todo en silencio, a oscuras y de espaldas a los principales actores afectados: las Pymes industriales, entre otros. La urgencia es el calendario electoral, una vez más. El objetivo es ganar tiempo. Este es el Gobierno que busca ganar tiempo de semana en semana. Y cada mes que pasa hunde al país más hondo. Este preacuerdo tiene que pasar por el Congreso. Y como está, es casi imposible que lo haga con éxito. Al menos eso esperamos, porque sería el certificado de defunción de la industria que nos está quedando. Mínimo ese proceso llevaría un año y medio. Muy lejos todavía. En el medio, escribimos diarios enteros debatiendo el tema. Y como el tema siempre es actual, aprovechemos para puntualizar ventajas y desventajas.

 

 

Estamos hablando de 4 países del Mercosur y de 28 países de la Unión Europea. Y, por supuesto, como en toda negociación hay ganadores y perdedores. Los grandes perdedores somos nosotros. Un país que nunca pudo concretar una burguesía industrial, hoy está más alejada que nunca. Un país sin industria no tiene ninguna chance de encarar un proceso de desarrollo. No hay ningún país del mundo que se haya desarrollado sin una burguesía industrial fuerte y permanente. Crecimiento de algunos sectores, puede ser. Pero crecimiento no es desarrollo.

 

 

Bolsonaro y Macri están rifando esta posibilidad. Están entregando nuestros recursos naturales, los que nos quedan todavía. Volvemos a la época de las colonias, desde donde los imperios extraían los recursos naturales para ellos poder industrializarse. Retrocedemos al siglo XVII. Le pongamos nombre y apellido. Uno de los productos en juego en este preacuerdo es la exportación de las colonias de azúcar. Pero esto ya generó problemas al interno de la comunidad. Porque Brasil es el principal productor de azúcar del mundo (encima vamos a hacerle el caldo gordo a Brasil), pero muchos países de Europa son productores. Sus ministros de Agricultura ya adelantaron que votarán en contra. Polonia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos tienen productores de azúcar de remolacha. Pero Francia también la produce. Y no precisamente cerca de la Torre Eiffel. No. La trae de sus colonias. Sí, como están todos ustedes leyendo. Francia tiene las islas de La Reunión en el océano Índico y las islas de Martinica y Guadalupe en el Caribe desde donde trae “su” azúcar. Islas que viven del turismo y del monocultivo. Estamos jugando en la liga de estas islas que son colonias desde 1650.

Irlanda es uno de los principales productores y exportadores de carne del mundo. Tampoco firmarán este acuerdo. Porque además de quitarle cuota de mercado, los ministros se quejan de las exigencias sobre el cuidado del medio ambiente que a ellos les exige la Unión Europea. Y están denunciando que entrarían productos que nadie sabe que normas cumplen. Esto es lo que ellos dicen, al menos. Todos sabemos que tampoco podremos colar los productos primarios en Europa. Porque existen estas “barreras extra arancelarias”. Siempre fue así y así seguirá. No va a cambiar porque Macri quiera llegar a las elecciones. No “soñemos” con que le exportaremos los limones, las naranjas y manzanas, los arándanos y las frutillas. ¡Ni siquiera eso!

 

 

Hasta aquí el reclamo de los ministros europeos. Y ¿por casa cómo andamos? ¿Cuántos ministros salen a defender los intereses nacionales en nuestros países? Veremos.

La industria automotriz nacional está en terapia intensiva desde que gobierna Cambiemos. Desde 2015 a la fecha, la producción cayó un 50%. Sin embargo, el militante del Gobierno, el empresario fabricante de autos Cristiano Ratazzi es optimista. Ya está claro que su alegría tiene más que ver con su militancia ideológica de clase empresarial que con los resultados de su sector. A los europeos no le vamos a competir en este sector, eso está claro. Por lo tanto este acuerdo sería su certificado de defunción. Tan perjudicial como para los sectores del calzado, textiles, autopartistas, maquinarias, productos químicos y farmacéuticos, tejidos de punto, chocolates, refrescos y vinos. Según el “zar” de la soja, Gustavo Grobocopatel, lo expresó bien claro: “Tenemos que dejar que muchos de estos sectores, sencillamente, desaparezcan”. Pasamos de la reconversión a la desaparición.

El mundo sufre una crisis de sobre producción. Y todavía la demanda global no se recuperó desde la gran crisis de las hipotecas basuras en Estados Unidos en 2008. Los países desarrollados, como los europeos, practican Dumping: subsidian sus exportaciones. Además de competitivos, los subsidian. En nuestro país tenemos muchos sectores competitivos. Muchas fábricas se modernizaron durante los 12 años kirchneristas. Pero Cambiemos los estranguló con los tarifazos y los fundió con la caída del mercado interno, muy lejos de subsidiarlos. Así es imposible competir.

 

 

Nuestro país no está condenado al monocultivo. Nuestro país alguna vez fabricó autos, aviones, satélites que puso en órbita. Nuestro país ya no es más una colonia. ¿Somos una nación independiente desde hace más de 200 años? A nuestro país no tienen que dirigirlo el Fondo Monetario Internacional y Donald Trump. El interés nacional es lo opuesto al interés del imperio. Cuando los mercados y Wall Street festejan nosotros deberíamos preocuparnos. Algo estamos haciendo mal. Estamos haciendo todo mal.

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