Este 30 de noviembre, además del Día del Mate, se celebra otra importantísima fecha para nuestra Nación: el Día Nacional del Teatro. Para honrar la ocasión, nos llegamos hasta Adatise donde pudimos hablar con Franco Ibarra, un apasionado del teatro que nos contó un poco cómo es la vida desde el núcleo dramático y cómo sirve para encontrarse con uno mismo, lo que resulta cuanto menos llamativo desde la perspectiva popular. A continuación, la entrevista completa:
- Contanos un poquito cómo comenzó el proyecto que hoy en día se convirtió en tu taller de teatro y de qué se trata- Lo he descubierto por mala conducta en el colegio —risas—. Mi profesora de Lengua me decía que hablaba mucho y me dijo que si quería aprobar su materia, tenía que hacer el taller de teatro que había en la escuela. Fui como quien probar y me empecé a enamorar. Terminé decidiendo que era a lo que me quería dedicar en mi vida. Estudié la Licenciatura en Tucumán y, cuando volví, justo cayó la pandemia. Ahí empecé un trabajo autodidacta, elaborando poco a poco el perfil del taller que quería realizar, delineando qué es lo que quería para mis futuros alumnos. Nosotros en el taller trabajamos un montón de cosas tanto físicas como vocales desde el punto técnico, y hacemos mucho hincapié en las emociones. Es decir, cómo surge la posibilidad de reír, llorar, de manera orgánica. Buscamos esa autenticidad en la expresión porque el actor emocionado contagia su emoción al público.
- ¿Cómo definirías la importancia del teatro? ¿Qué influencia tiene en tu vida y en la de tus alumnos?- Para mí, el teatro es una forma de comunicación. Aquí puedo expresar mis ideas, a veces demandar cosas sociales y políticas que veo en la realidad y transformarlo de una manera poética para el espectador. ¿El impacto en mi vida? Total, me cambió un montón. Me abrió la cabeza en muchísimas cosas, sobre todo con la empatía y las emociones que te contaba antes. Además de servirme para mi crecimiento personal, también me ayudó para hoy en día poder identificar las emociones de mis alumnos, leer su corporalidad, y de esta manera saber cómo puedo trabajar con ellos. Con respecto a mi familia, están orgullosos. No pensaban que iba a seguir este camino, porque yo antes estudiaba Ingeniería Agrónoma, y pasar al teatro fue algo inesperado para mi familia por los prejuicios que existen, pero por suerte siempre me han apoyado. Sobre mis alumnos, siempre establezco que el teatro no es un lugar para sufrir. Sí, a veces uno sufre y se estresa, pero primordialmente aquí se viene a ser libre. El teatro es un juego. Es para divertirse, para crear, para ser libre, para poder entregar lo que uno piensa de una forma poética. Muchas personas no saben cómo expresarse y lo hacen a través de emociones, por lo que el teatro termina siendo un lugar donde uno se puede encontrar con uno mismo. Te estás autodescubriendo constantemente.
- Mañana es el Día Nacional del Teatro. ¿Tienes algo en mente que hayas preparado para conmemorar la fecha?- Mañana nos juntamos a ensayar porque el sábado tenemos la muestra. A las 22 horas vamos a ejecutar la obra "El Velorio de Ciruela", una adaptación de "La edad de la ciruela", de Arístides Vargas. Trata del reencuentro de una familia que se convocan en sueños y repasan anécdotas y conflictos, como pasa en toda la familia. La obra y el eje central es la familia, el núcleo familiar, que por ahí hoy en día ya no hay tantas familias tipo. Entonces, tratamos de rescatar que la familia, por más que estén juntos o separados, hay una emoción, un motivo, que siempre une. Fomentamos ese amor y esa unión de la familia, ya que es un seno donde uno puede escuchar y ser escuchado.
- Teniendo en cuenta que es el Día del teatro: ¿algún colega te dio algún consejo que te haya hecho un "clic" en la cabeza?- Tengo varios "clic", porque en mi carrera teatral me crucé con varios maestros que me han forjado y me han cambiado mucho la vida desde distintos puntos y conceptos. Por ejemplo, Pompeyo decía que el teatro es la piedra que rompe el espejo en el que te reflejas. Vos te ves en el espejo y crees que vos sos eso que estás viendo, y el teatro es un instrumento que viene a romper con eso, y te das cuenta de que hay muchas más cosas en tu persona que puedes explorar. Otra cosa que rescato es que el teatro es un juego en el que puedes recuperar la inocencia que muchas veces se va perdiendo. Con mis alumnos, yo busco que aflore su niño interior con esa inocencia de no pensar en ganar o perder, sino de saber que la competencia es con uno mismo.
- ¿Qué le dirías a alguien que está interesado en el teatro pero no se anima o tiene sus dudas?- Que se animen a hacerlo. Uno cuando se enfrenta a teatro hay una gran variedad de talleristas, profesores, maestros, por lo que uno siempre va a encontrar un lugar para autodescubrirse. El teatro es catártico, sanador, te abre muchas puertas y sigo sosteniendo que es un lugar para encontrarse con uno mismo. El teatro no es solamente para actuar o para demostrar. También es un mecanismo para profundizar en uno mismo. ¡Anímense!
