José Álvaro Osorio Balvín, como es su verdadero nombre, nació en Medellín, Colombia, el 7 de mayo de 1985. Pertenecía a una familia de clase media y vivía en una casa grande, pero aquel niño soñaba con ser millonario y reconocido. Un día, el negocio de su padre Álvaro Osorio Gofar, que es economista y empresario, quebró. Tras esta situación, perdieron su casa, su auto y tuvieron que mudarse a un barrio más modesto. Pero ni él mismo hubiera dicho que sus bajos recursos lo iban a llevar al estrellato.
“La gente ve la gloria, pero no sabe la historia”, dice el cantante en el trailer de su serie documental biográfico "J Balvin, el niño de Medellín", que se estrenó el 7 de mayo de este año, el día de su cumpleaños número 36 en Amazon Prime Video. La producción hace un recorrido por la vida del artista colombiano mientras se prepara para dar un concierto con entradas agotadas, el cual lo tuvo con ataques de ansiedad y pánico los días previos.
Desde este punto, el documental también expone su intimidad, su lucha contra la depresión y relata cómo las necesidades que sufrió su familia cuando era niño lo llevaron a convertirse en una estrella.
Infancia y una adolescencia en el exterior
Su padre lo llamaba "El Cabezón". Según él, en una entrevista con Gatopardo señaló que en su casa nunca faltó lo necesario para vivir, pero reconoció que tuvo años en los que subsistía con las tarjetas de crédito colapsadas y con problemas de dinero. Esa experiencia llevó a Balvin a sentir que no encajaba en ningún lado. “Cuando iba al barrio, la gente me veía como una persona rica, pero cuando estoy con gente rica me ven como alguien del gueto. Son todas percepciones. Me gusta moverme entre mundos. Me siento igualmente cómodo en ambos“, admitió el artista.
Pero cuando su familia cayó en la miseria, Balvin solo quería dedicarse a la música y ayudar a su familia. “La necesidad me mostró que tenía que moverme más rápido. Tenía que hacerlo todo. La vida me trajo un momento difícil cuando mi padre quebró, tuve que salir de la zona de confort. Dije: ‘¿Cómo puedo hacer para sacar a mi familia adelante?’ Si no hubiera sido por la quiebra de mi padre, yo no sería lo que soy. Yo vi la oportunidad de sacar a mi familia adelante, pero siempre amando mucho la música”, reconoció.
Entre los 17 y los 19 años, Balvin se fue a vivir a los Estados Unidos. Primero, como estudiante de intercambio en Oklahoma. Luego, decidió quedarse y pasar un tiempo en Nueva York, en la casa de una de sus tías. Allí trabajó como techista, pintor de casas y paseador de perros.
Inicios de su carrera
Al principio, probó por el lado del hip hop, del rap y brilló en batallas de estilo libre. Pero su papá le recomendó escuchar el hit de Daddy Yankee (que en ese entonces estaba en la cresta de la ola) y volcarse para el lado de ese género musical. “Le dije: ‘Hijo, por ahí estuve escuchando una música en Rumba Stereo, se llama la ‘Gasolina’, es un género que se llama reguetón, a mí me gustó mucho. Hijo, escuche esa canción, haga algo comercial, aunque no sé si usted quiera vivir de la música’. Entonces él me dijo: ‘Padre, yo quiero ser millonario, yo quiero ser rico, yo veo tus necesidades económicas”, recordó Osorio Gofar. Y agregó: “A la semana siguiente me dijo que le había gustado. Al poquito tiempo hizo la canción ‘Panas’”.
Cuando su carrera musical comenzó a despegar, Balvin le ofreció instantáneamente a su padre el puesto de manager. Dicho rol lo mantuvo por diez años y eso volvió la relación un poco tensa. Aquí comenzarían las primeras desestabilizaciones del artista donde comenzó a experimentar la depresión, hasta que decidió como solución buscar un nuevo representante y así conservar el vínculo familiar.
La fuerte unión con su familia
El vínculo con su familia es fundamental en su vida y lo remarca en todo el documental. De hecho, se tatuó esa palabra en su cuerpo y le puso ese nombre a uno de sus discos (La Familia). Además de sus padres, Balvin tiene una hermana cinco años mayor que él, llamada Carolina.
En cuanto a su madre, Alba Mery Vásquez, padecía una rara condición genética de porfiria intermitente aguda, que le causaba convulsiones, dolor crónico y problemas de salud mental. Sin embargo, la mujer aseguró que se curó luego de que una luz blanca la envolvió en el oratorio que tiene su hijo en su vivienda, lo cual calificó como “un milagro”.
Según indicó el medio colombiano Protagonista, el intérprete disfruta pasar tiempo con su familia y, cuando se encuentra de viaje, su madre lo acompaña todo el tiempo a través de WhatsApp, medio por el cual se mantienen en permanente comunicación. En 2020, el artista lanzó su primer podcast en Spotify, llamado Made in Medellín. En el capítulo ocho, hablan sus padres y cuentan que todas las noches tienen contacto telefónico. De hecho, mencionaron que “Cacharrería la 70″ es el nombre de su grupo de Whatsapp.
“Mi familia es un círculo muy pequeño. Padre, madre, mi hermanita, mi abuela, mis tíos, mi sobrina. Somos muy pocos. Pero la verdad nos queremos mucho”, le dijo el artista a Univisión. Además del nombrado círculo íntimo, en 2017, Balvin conoció a la argentina Valentina Ferrer, con quien está esperando su primer hijo, que sería un varón.
Ataques de pánico, ansiedad y depresión
En sus años de fama, J Balvin no escondió sus problemas de salud mental. Habló sobre sus recaídas, los tratamientos que tuvo que realizar y afirmó que la meditación le salvó la vida. También relacionó lo que le pasa con su infancia y su familia, y cómo lucha día a día contra la depresión.
A fines del año pasado, el artista contrajo coronavirus y allí sufrió el primer cuadro depresivo. Ya recuperado, reflexionó en sus redes sociales: “Acepto y enfrento los aspectos que afectan mi cuerpo y mi mente, y reconozco que soy vulnerable y muy frágil ante esta y miles de situaciones más”.
En 2015, en una entrevista que dio antes de brindar un recital en Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina, Balvin reveló que pinta libros para aliviar el estrés. “Ese es mi hobby. Coloreo mandalas. Me ayuda a relajarme“, reconoció.
En relación a los ataques de pánico, el artista contó: “A veces suceden cuando trabajo demasiado y no duermo”. Y recordó que la primera vez que experimentó uno fue en 2012, mientras se subía a un avión en Bogotá. Balvin lo describió como “una abrumadora sensación de desesperación”. Y contó: “Por dos meses más, estuve en el infierno. Perdí las ganas de vivir. Fui a muchos médicos y probé la medicina alternativa. No quería ir a un psiquiatra porque pensaba que era para locos. Y resultó que estaba loco“.
Sin embargo, Osorio Gofar no dice lo mismo que su hijo. Según el, los problemas empezaron mucha antes, cuando apenas iniciaba su carrera y todavía no había alcanzado el estrellato: "Hace muchos años, cuando Josecito apenas estaba empezando con el reguetón, lo pusimos en manos de un médico bioenergético porque tenía mucha ansiedad. Ese médico fue el que lo dañó cerebralmente, porque mi hijo nunca tuvo esos problemas tan hondos”, sostuvo en la entrevista con Gatopardo. Según el padre de Balvin, el especialista les dijo que “le había reseteado el cerebro”.
Días antes del concierto del gran concierto de Medellín, que es abordado en el nuevo documental de Amazon Prime Video, el músico sufrió ataques de pánico. Según su padre, lo que más ansiedad le genera es caerse del parnaso musical moderno. “José está en este momento en el techo celestial de los grandes artistas del mundo y ese miedo de no dejarse caer de allá es lo que le produce la ansiedad, y esa ansiedad es lo que lo lleva a estar ahí y no despegarse”, afirmó.
Sin embargo, su hijo reconoció en una entrevista que su mayor temor es “morir joven”, antes de cumplir sus sueños. En su podcast, Balvin se refirió a sus crisis de ansiedad y a la relación que tienen con su pasado: “El 99% de nuestros temores son programados por nuestros padres, sin querer queriendo”, dijo haciendo un guiño a la famosa frase del Chavo del 8.
Y relató: “Yo recuerdo que cuando tenía siete años le decía a mi madre que no tenía dinero para abastecer a mi familia cuando tenga hijos. Era porque escuchaba a alguien en mi familia decir que hacer dinero era muy difícil. Esos chips y esos temores me hicieron trabajar más que los demás. Quizás me hicieron un favor pero también crecí escuchando los temores de los demás y terminaron siendo los míos”.