
Mario “Gringo” Neirot es uno de los cantantes santiagueños de la música romántica, más reconocido en la provincia y fuera de ella. Su particular estilo de hacer música ha colocado al artista en los principales escenarios desde sus comienzos, a tal punto que llegó a formar parte de la embajada del programa Santiago Guitarra y Copla. “Fue una experiencia muy linda, que me permitió compartir escenario con cantores reconocidos de la talla de Los Sin Nombre, Néstor Garnica, Carlos Infante, Los Taitas del Chamamé, Pulpo Heredia y el siempre recordado Jacinto Piedra, entre otras tantas figuras del canto popular”, recordó.
En una entrevista realizada con Nuevo Diario, el “Gringo” Neirot recordó sus comienzos dentro del canto y lo que significa la música para su vida.
— ¿Cómo nace tu pasión por la música y hace cuánto que haces esto?
— Desde siempre. Toda mi vida. En mi casa se cantaba. Mi padre lo hacía con sus amigos cantaban. A los 9 años debuté en un programa radial. Mi madre también cantaba, era dueña de una maravillosa voz. Nada más que nunca se dedicaron al canto o a la música. Lo hacían de entre casa nomás
— ¿Siempre fue el género romántico el que te llevó a ser conocido?
— Yo incursioné en todos los géneros musicales alternando con unos y otros, porque considero que primero que nada soy músico y la música es universal. No conoce fronteras y creo que siempre y cuando se lo haga con respeto, el músico puede incursionar en ellos. No hubo un ritmo particular que me haya marcado. Pero a la hora de elegir me quedo con el folclore de mi país y principalmente de mi querido Santiago.
— ¿Sientes que tus objetivos fueron alcanzados? ¿Te falta algo más por concretar?
— ¡No! Nunca sentí que ya estaba todo concretado. Si bien la música me dio inmensas satisfacciones, yo siento que no recorrí todavía ni la cuarta parte del camino. Siento que principalmente me falta aprender mucho.
Y mi objetivo es cantar para la gente humilde que no tiene oportunidad de asistir a un espectáculo. Pero que merece que su músico se acerque a su casa y comparta una alegría.
— ¿Qué discos llevas grabados?
— Grabé mi primer disco a los 16 años, con un grupo que se llamaba “Los cafetales”. Quiero hacer una mención especial a Apayo Tejera, quien fuera el primer acordeonista y creador del Quinteto Imperial, porque fue él quien me convocó, me enseñó y me llevó a grabar. Este disco fue por el sello RCA, con producción de Hugo More. Era música tropical. Luego grabé un par de temas en un disco que se llamaba Santiago del Estero desde sus coplas Al país, producción de Hugo Ocaranza. Después grabé con el grupo Maravilla, con el Dúo Los del Vinalar, con quien gane el Cosquín 1986. Después llegó el disco “Los naranjales santiagueños”. Y mi material como solista, con el título El Rosario de mi madre.
— Tus hijos heredaron tu misma pasión por la música. ¿Qué sientes cuando compartes un escenario con ellos?
— Mis dos hijos varones son músicos. Mi hija canta. Tocar con ellos es algo indescriptible. Ellos aportaron la parte musical a mi disco solista.
— Recorriste muchos escenarios dentro y fuera de la ciudad, ¿cuál te dejó un mejor recuerdo y por qué?
— Toqué con muchos y en numerosos lugares. De todos tengo el mejor de los recuerdos y la mejor de las satisfacciones. Gracias a Dios siempre fui bien recibido en los cuatro puntos cardinales... sólo me queda decir gracias de todo corazón.
— ¿Cómo sigue tu historia dentro de la música?
— Seguir creando cosas. Mi objetivo hoy es seguir haciendo música desde donde me toque y en el género que me toque. Siempre con el mayor de los respetos hacia el amado público.
También me gustaría grabar un disco porque hay obras que merecen ser puestas en consideración del público. Si no se las graba van a seguir siendo nuevas, como dice Elpidio Herrera.