Este domingo, fieles de todo el mundo celebran Pentecostés, una de las fiestas más importantes del calendario cristiano, que marca el fin del tiempo pascual. La festividad tiene un profundo significado espiritual, ya que recuerda el momento en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, según relata el libro de los Hechos de los Apóstoles en el Nuevo Testamento.
¿Qué es Pentecostés?
Pentecostés se celebra 50 días después del Domingo de Resurrección, y su nombre proviene del griego “pentēkostḗ”, que significa quincuagésimo. Esta fiesta es considerada el nacimiento de la Iglesia, ya que a partir de la venida del Espíritu Santo, los apóstoles comenzaron a predicar el mensaje de Jesús con valentía y en distintas lenguas, iniciando la expansión del cristianismo.
Según la tradición, aquel día estaban reunidos en Jerusalén los discípulos, cuando “de repente, un ruido del cielo, como el de una ráfaga de viento impetuoso, llenó toda la casa” (Hechos 2:2). Sobre cada uno de ellos se posaron lenguas como de fuego, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, comenzando a hablar en diferentes idiomas.
Significado y actualidad
Para los creyentes, Pentecostés es un momento de renovación espiritual y compromiso con la misión evangelizadora. En muchas comunidades se realizan misas especiales, vigilias de oración y celebraciones que evocan la acción del Espíritu Santo como guía y fuerza en la vida cristiana.
El papa Francisco, en distintas oportunidades, ha recordado que Pentecostés nos invita a dejar atrás el miedo y abrirnos a la acción del Espíritu, que transforma, consuela y envía a anunciar el Evangelio a todos los pueblos.
Una celebración que trasciende el tiempo
Aunque no es tan conocida por fuera del ámbito religioso como la Navidad o la Pascua, Pentecostés ocupa un lugar fundamental en la fe cristiana, ya que representa el cumplimiento de la promesa de Jesús: “Recibirán el poder del Espíritu Santo y serán mis testigos hasta los confines de la tierra”.
Hoy, al conmemorarse esta fecha, miles de cristianos renuevan su fe y su llamado a ser testigos del amor de Dios en un mundo necesitado de esperanza, consuelo y paz.
