
En 1788 se casó con su prima hermana María Francisca Cabrera y Saavedra. La unión duró diez años, la muerte de ella le puso punto final.
En 1801 volvió a casarse, esta vez con Saturnina Bárbara Otálora y del Rivero.
Ese mismo año se convirtió en Alcalde de Primer Voto y en 1805 fue nombrado Administrador de Granos a cargo del abastecimiento de trigo y harina en la capital del Virreinato del Río de la Plata.
En las invasiones inglesas de 1806 y 1807 se desempeñó como Comandante del Regimiento de Patricios y tuvo una destacada actuación en la expulsión de los británicos. Estas invasiones parecen haber llevado a Saavedra a descubrir una nueva vocación, la militar. Dice en sus memorias: “Este fue el origen de mi carrera militar. El inminente peligro de la patria; el riesgo que amenazaba nuestras vidas y propiedades y la honrosa distinción que habían hecho los hijos de Buenos Aires prefiriéndome que a otros paisanos suyos para jefe y comandante. Así me hicieron entrar en ella.”
A partir de 1808 su actividad política se intensificaría y participaría de reuniones que buscaban un cambio de rumbo político. Vale destacar que Saavedra siempre fue partidario de la revolución, aunque con una postura más medida y conservadora que, por ejemplo, la impulsada por Mariano Moreno y por Juan José Castelli.
El 1 de enero de 1809 defendió airosamente la situación del virrey Santiago de Liniers. Entre los conjurados figuró Mariano Moreno. Este fue el principio del germen de las desavenencias que se suscitaron entre ambos patriotas.
Cuando en mayo de 1810, se tuvo noticia de la caída de España en mano de los franceses, ya se estaba gestando la famosa revolución de mayo. Llegado el glorioso día del 25 de mayo, era el hombre más popular y destacado del momento. Fue designado Presidente de la Primera Junta de Gobierno, que más adelante, con la incorporación de los diputados del interior, se trasformó en la Junta Grande bajo su presidencia.
Se podría decir que con la instalación del primer gobierno patrio, nacieron los partidos políticos en Buenos Aires, con gran virulencia y divisiones entre saavedristas y morenistas.
Como destacado jefe militar, Saavedra fue convocado, por un lado, por los revolucionarios y, por el otro, por el virrey en ejercicio para actuar contra una posible insurrección. Él se puso del lado de los revolucionarios, situación que llevó a la caída del virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros, cuya deposición Saavedra había reclamado cuando hizo uso de la palabra en el momento de la votación en la reunión del cabildo abierto del 22 de mayo de 1810.
Al asumir el Triunvirato, Saavedra fue derrocado, perseguido, juzgado y desterrado a la provincia de San Juan. Allí tuvo que dejar a su esposa embarazada y con otros hijos y escapar hacia Chile –con su hijo de once años y un criado–cuando le notificaron que debía presentarse para ser juzgado políticamente, lo cual estaba seguro de que lo llevaría a la cárcel.
Cuando Chile perdió su libertad en Rancagua, debió volver a nuestro país porque el virrey Abascay ordenó su captura y ejecución por haber sido el Presidente de la Junta en la Revolución de Mayo de 1810 que derrocó al entonces virrey Cisneros. En Mendoza le tendió la mano siempre humanitaria el general San Martín, que en ese entonces era intendente gobernador de Cuyo.
En 1818, por mediación del Libertador y de Juan Martín de Pueyrredón --que ya era Director Supremo-- fue aceptado y designado Jefe del Estado Mayor del Ejército y Comandante de Campaña, cargo desde el cual desempeñó diversas acciones de defensa. En 1822 se retiró del Ejército.
Falleció en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829. Había nacido el 15 de septiembre de 1759 en Otuyo, corregimiento de Potosí, Virreinato del Perú [actual Bolivia].
José Olivieri.
Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de la Ciudad de La Banda ([email protected])