
Por Ariel Sequeira
Ciudad con Duende es un imprescindible “porque es una obra de excelente factura en lo literario, que esta poblada por ricos personajes de nuestra historia inmersos en tramas que nos meten de lleno en su narración y porque la prosa del doctor Raúl Lima es insoslayable para estos tiempos”. Para Esteban Brizuela su obra transcurre por un género poco transitado, dado que se trata de un libro de cuentos con trasfondo histórico. Tras haber participado en la presentación de la reedición de este libro, el historiador diálogo con el Suplemento de Cultura ponderando a su autor y enfatizando el valor de la obra que indicó debería ser parte de la bibliografía de las escuelas medias. En la mencionada presentación el panel estuvo además integrado por Adriana del Vitto. Esta obra que fuera editada en 2001 y su reedición estuvo a cargo de la subsecretaría de Cultura de la provincia. Es importante resaltar que esta nueva edición ha sido ampliada con nuevos cuentos, lo que no es un dato menor tratándose de este autor. En su momento fue un libro requerido por los profesores de literatura en las escuelas santiagueñas. Tal vez en la actualidad haya sido suplida su lectura por obras provistas por el ministerio de educación de la nación, lo que no justifica que una obra esencial como esta no continúe erigiéndose en texto para los estudiantes de la provincia.
Brizuela detalló que la obra está ordenada cronológicamente. “Los cuentos comienzan en la época colonial y llegan hasta el 2000. Por estos relatos desfilan personajes de nuestra historia como Núñez de Prado y Francisco de Aguirre. Sabemos que Lima ha estudiado exhaustivamente la fundación de Santiago del Estero. A estos se suman otros personajes como Gonzalo de Abreu o la india Lorenza, sobre quien se escribió el libro Las Salamancas de Lorenza de Judith Farberman, personaje que en el Siglo XVII fue acusada por prácticas de brujería. También desfilan el capitán Santiago Herrera, quien asume la absoluta responsabilidad por la muerte del hermano de Ibarra, Francisco –Pancho- durante el levantamiento de 1840”.
Brizuela rescata además a otros personajes no menos trascendentes, como Julián Segundo de Agüero, unitario en fuga que servirá para presentar a su vez otra personaje como Doña Ignacita. Las historias se hilvanan y develan una verdadera ciudad con duende, así aparece también un millonario descendiente de los Anchorena como Fabián Gómez, prodigo en dilapidar la fortuna familiar en Europa, que terminará sus días en Icaño. Y además Mariano Santillán, que se suma a una galería que maravilla y subyuga nuestra atención, llevándonos de una historia a otra sin dejar lugar para el aliento reparador entre cuento y cuento, pero aún dando margen para una pausa necesaria que nos lleva a la reflexión, sobre ese pasado centenario y más próximo, que nos hace cavilar sobre este presente, con ánimo de destino indescifrable a veces y otras de causalidad necesaria por el obrar de generaciones.
Entre tantos, Brizuela, hace presente el caso del hermano del gobernador José Santillán, señalando que el autor recordará que Mariano fue asesinado en la propia Casa de Gobierno en la revolución de 1908. “A los personajes de sus cuentos a veces se suman algunos objetos específicos, dotados de un contenido misterioso”, entre los ejemplos más notorios están la moneda de Ibarra y hasta un alfiler de corbata o el bien conocido bastón de estoque. En la narrativa de Lima estos objetos transitan por generaciones atravesando la historia santiagueña, tejiendo encuentros y desencuentros y hasta tragedias”.
El historiador detalló también que si bien la novela histórica es un género muy transitado en los tiempos que corren, el cuento no seguiría ese interés editorial. Y si bien Lima es autor de “Rosendo Brid del Pago de Areco”, una novela, “ha hecho del cuento histórico un arte, por la rigurosidad de los datos y por la precisión narrativa; los lectores advierten en los cuentos d Lima que no sobra ni falta absolutamente nada”.
Para Brizuela, desde su rol de docente, estos cuentos tendrían que ser lecturas obligatorias entre los estudiantes secundarios; “uno de los déficit en esta materia en nuestras escuelas es la historia santiagueña; cuanto más se revisa la historia argentina que en realidad es la historia porteña; conocemos poco y nada de lo nuestro; que mejor alternativa para entrar en nuestro pasado que hacerlo por el camino de la literatura y en este caso por medio del cuento”.
Como ejemplos de esta postura menciono el Matadero de Esteban Echeverria y Amalia de José Mármol. Y en el presente basta considerar cuanto se ha abordado desde la literatura temas como la dictadura militar y la guerra de Malvinas, por ejemplo. Para Brizuela, la narrativa histórica sería el camino más directo para conocer aspectos destacados de nuestra historia.
Brizuela pone énfasis al remarcar que es siempre apreciable la perspectiva que el autor utiliza para abordar los hechos de la historia. Ejemplifica esta observación con el cuento El Viaje, que narra el suplicio del capitán Santiago Herrera, “el episodio es arto conocido, se trata de una rebelión fallida contra Ibarra que termina con la muerte del hermano del caudillo y la tortura y muerte de sus responsables”. El hecho es contado desde la perspectiva de quien será escarnecido., “desde adentro de esa bola de cuero que en primer momento es presentado con un simple paseo, cuando en realidad se trata del último viaje de su vida cruelmente segada por la furia del tirano.
Una vez más el historiador es categórico al señalar: “Cuesta creer al leer este libro que su autor no sea santiagueño. Sin embargo forma parte de una pléyade de intelectuales destacados de la provincia que no nacieron en esta tierra como Alberto Tasso, José Andrés Rivas y Antonio Quinen entre otros”.
Al profundizar en su análisis surge la pregunta, ¿Qué le agrega el talento literario de Lima a la historia? Sobre esta cuestión Brizuela rescata la obra de Carlos Zurita, “El sociólogo como escritor”, donde se cuestiona a quienes abrevan en las ciencias sociales y las humanidades, “pues se ven obligados a validar todo el tiempo sus conocimientos a través de la escritura, con ensayos, estudios y ponencias, y lamentablemente en las universidades no se enseña a escribir”.
Agrega; “Esto provoca que trabajos importantes fruto de investigaciones muy serias, vean la luz con defectos de escritura. Para Zurita es tan importante lo que se dice, como la manera en que se dice”.
Vuelve a ser categórico cuando afirma: “Por la obra de Raúl Lima, los historiadores debemos entender que la escritura no es un trámite más para llevar al papel aquello que hemos investigado; escribir es una instancia fundamental sobre la tarea investigativa. La narrativa de Lima nos ayuda a pensar en la importancia de la escritura, la forma y el estilo con que transmitimos los conocimientos, tanto como los hechos que hacen al contenido”.
Sobre el final Brizuela recordará que con una humildad que lo define como artista y como persona, “Lima siempre resalta que sus obras valen más por sus prólogos que por su contenido en si”. Ciudad con Duende precisamente tiene un prologo de un reconocido hombre de la cultura, Juan Carlos Rímini. De dicho prólogo se extrae: “He leído muchos libros en mi vida y de todo ellos este es uno de los pocos que no habitara el olvido”.