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Epilepsia: ¿Cuáles son las medidas a tomar ante una crisis?

Según estudios epidemiológicos realizados en países desarrollados, 5 a 10 de cada 1.000 personas padecen epilepsia activa. Se estima que un 10% de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de su vida.

Desde que la medicina tiene uso de razón es que la epilepsia ha sido una enfermedad temerosa para aquellos que la padecen, y con cierta preocupación para aquellos familiares y allegados del paciente que se preocupan cuando suele aparecer una de las “crisis” regulares. De todas maneras, esta patología es más frecuente de lo que se cree y con un tratamiento apropiado y sus respectivos cuidados, las personas pueden llevar una vida normal.

 

Respecto a este importante tema, el médico neurólogo Damián Consalvo (M.N. 80223) relató que “las crisis epilépticas son episodios en donde se altera la actividad eléctrica del cerebro, manifestándose por alteración en la conciencia o por aparición de sintomatología motora, sensitiva o conductual. Si bien pueden presentarse en cualquier momento de la vida, se identifican tres picos de aparición frecuente: 1) Menores: causada por malformaciones cerebrales, daño cerebral peri parto y/o genéticas, 2) Adolescentes: a causa de diversos síndromes y 3) Adultos mayores: por ser un sector de la población con mayores lesiones cerebrales que los predisponen a desarrollar epilepsia”.

 

Según estudios epidemiológicos realizados en países desarrollados, 5 a 10 de cada 1000 personas padecen epilepsia activa. Se estima que un 10% de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de su vida, conocida como crisis sintomática aguda o crisis reactiva, Estas se dan como respuesta a lo que se conoce como “injuria aguda en el cerebro”, que se manifiesta con una convulsión.

 

Dato importante

Un punto a destacar es que la mayoría de las convulsiones duran unos segundos y como máximo hasta 2 minutos, y no causan daños duraderos. Se trata de una emergencia médica cuando éstas acontecen por más de 5 minutos o si una persona tiene reiteradas convulsiones y no se despierta entre cada una de ellas.

 

Respecto a la causas de la epilepsia, el facultativo agregó que “son múltiples: desde un accidente cerebrovascular, enfermedades degenerativas como demencias, por ejemplo, Mal de Alzheimer, lesiones cerebrales que ocurren durante o cerca del momento del nacimiento, trastornos congénitos del metabolismo, malformaciones vasculares, tóxicos (alcohol y otras drogas), hasta lesiones post traumáticas o lesiones post infecciosas (secuela de meningitis bacteriana o encefalitis vital)”.

 

En tanto, unos segundos antes a una crisis epiléptica, algunos pacientes experimentan lo que se conoce como “aura epiléptica”, un conjunto de sensaciones que puede ser útil al paciente para prepararse ante una crisis y evitar lesiones y caídas. La duración de las auras abarca desde segundos a minutos previos a la convulsión, manifestándose con dolor de abdomen, sensaciones emocionales (angustia, miedo, nerviosismo), adormecimiento de alguna parte del cuerpo u otra sensación de acuerdo al origen de la crisis.

 

Síntomas a saber

Por otra parte, los síntomas varían de una persona a otra, ya que algunas personas pueden tener simples episodios de ausencias y otras tienen temblores violentos y pérdida de la lucidez mental. Además, el tipo de convulsión depende de la parte del cerebro afectada.

 

La mayoría de las veces, la convulsión es similar a la anterior y algunas personas con epilepsia tienen una sensación extraña antes de cada convulsión. Estas sensaciones pueden ser hormigueo, sentir un olor que realmente no existe o cambios emocionales. 

 

Hay que resaltar que el profesional de la salud puede darle más información acerca del tipo específico de convulsión que usted pueda tener: 1) ausencias típicas: incluyen convulsiones que involucran un cambio en el comportamiento pero sin cambios en el movimiento motor. Pueden ocurrir junto con convulsiones generalizadas.

 

2) convulsiones parciales: pueden ocurrir sin cambios en la conciencia. Los síntomas dependen de la parte del cerebro afectada. Estas convulsiones pueden extenderse a todo el cerebro. 3) convulsiones tonicoclónicas generalizadas: compromete ambos lados del cerebro y causan alteración de la conciencia.  A menudo se presentan movimientos anormales que involucran todo el cuerpo. Puede ocurrir que se apriete la mandíbula y se pierda el control de la orina y los intestinos.

 

Diagnóstico

Si bien en los últimos años mejoró el diagnóstico de la epilepsia, aún existe la problemática del subdiagnóstico y el sobrediagnóstico. Es clave encontrar un diagnóstico certero porque con la medicación apropiada, alrededor del 70% de los pacientes deja de tener crisis. 

 

Esto hace que puedan desarrollar sus actividades cotidianas en forma habitual, salvo algunas excepciones. En los últimos años se incorporaron nuevos métodos diagnósticos y se mejoraron tanto los equipos de electroencefalografía (EEG) como la posibilidad de su visualización a través de la computadora con la incorporación de estudios de Video-EEG, o sea, obtener el registro simultáneo de la clínica del paciente y de su actividad cerebral.

 

Una vez realizado el diagnóstico comienza el tratamiento que es farmacológico y puede reducir el número de crisis futuras. En situaciones donde no se encuentra respuesta a través de la medicación, se puede recurrir a tratamientos como una cirugía para extirpar células cerebrales anormales que causan las convulsiones o para colocar un estimulador del nervio vago.

 

En casos, generalmente pediátricos, puede tratarse con una dieta cetogénica.

Suele ser probable que algunas personas con epilepsia puedan reducir o suspender sus medicamentos anticonvulsivos después de no tener ninguna convulsión durante años. Ciertos tipos de epilepsia en la niñez desaparecen o mejoran con la edad, por lo regular a finales de la adolescencia o hacia los 20 años.

 

¿Cómo actuar ante una crisis?

Muchas veces suele pasar que una persona de la nada se encuentre con que otra tiene un ataque epiléptico y no sepa qué hacer en ese momento por el nerviosismo, ya que en ese instante, ese individuo pierde el control de su cuerpo, convulsiona, tiene espasmos o pierde el conocimiento. Esta puede parecer una situación de extrema gravedad, con lo cual surge la siguiente pregunta: ¿qué hacer entonces?.

 

En principio hay que mantener la calma para poder ser útiles, y luego recostar a la persona que convulsiona en el suelo y apartar muebles y objetos con los que pueda hacerse daño. Luego, poner a la persona recostada sobre un lado, proteger su cabeza con un almohadón, chaqueta doblada o similar, después hay que quitarle los anteojos, corbata, collares, pañuelo y cualquier cosa alrededor de su cuello.

 

Hay que controlar el tiempo que dura la convulsión y si sobrepasa los 5 minutos, llamar a una ambulancia rápido. También hay que quedarse con la persona hasta que recupere la conciencia, y una vez que haya recuperado la conciencia, explicarle con calma lo ocurrido y ofrecerse a llamar a una ambulancia o a un familiar.

 

Estadísticas en nuestro país

Es bueno resaltar que la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes, afecta hasta el 1% de la población, por lo que se calcula que la presentan más de 50 millones de personas en el mundo y, en el caso de nuestro país, a partir de extrapolaciones de cifras internacionales, se estima que habría alrededor de 300 mil pacientes que la padecen.

 

“Hemos mejorado respecto de años atrás en términos del estigma, pero en mucha gente persiste el miedo, sobre todo por desconocimiento; se cree que es una enfermedad mental o psiquiátrica, cuando no lo es y en el plano laboral, es difícil que la gente reconozca que tiene epilepsia porque (por la misma ignorancia) todavía hoy puede restringir sus posibilidades de contratación”, sostuvo la Dra. María del Carmen García (presidenta de la Liga Argentina Contra la Epilepsia (LACE).

 

En tanto, la epilepsia afecta a personas de todas las edades, sin distinción de sexo, raza o clase social, aunque las crisis tienden a aparecer en la infancia o en la adolescencia tardía y la incidencia aumenta nuevamente después de los 65 años de edad. Es por eso, que prestar mucha atención a síntomas o antecedentes familiares para consultar con un especialista, y de esta manera, comenzar con el correspondiente tratamiento.

 

(Crónica)

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