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La Plaza de Mayo esconde un misterio subterráneo de más de 300 años

¿Usados como estrategia de defensa ante posibles invasiones, o una inmejorable vía para el contrabando? Mirá

Buenos Aires guarda mucha historia en sus rincones. Por ejemplo, la Manzana de las Luces alberga varias de las construcciones más antiguas, entre ellas, la Iglesia de San Ignacio, que es considerada la más antigua que se conserva en pie, obra de los jesuitas que se habían instalado allí.

 

Rodeada por las calles Alsina, Perú, Moreno y Bolívar, se encuentra en pleno centro de la ciudad, en una zona conocida como cuna de la intelectualidad de la ciudad. Por debajo de la Manzana de las Luces corren algunos de los túneles que fueron construidos por los Jesuitas hace más de 300 años.

 

Estos túneles se conocen con el nombre de San Ignacio. Están entre 3 y 6 metros bajo tierra y conectaban el fuerte, el Cabildo, los conventos y la Iglesia de San Ignacio de Loyola como una estrategia de defensa ante posibles invasiones. Algunas teorías también sostienen que era utilizados para el contrabando. 

 

 

Una visita a los túneles de San Ignacio es como viajar en el tiempo para tener una mejor idea de cómo era Buenos Aires antes de la Independencia, recorriendo la Iglesia de San Ignacio, la Sala de Representantes, la Procuraduría de las Misiones y los túneles del siglo XVII.

 

¿Cómo es la visita guiada?

 

La visita tiene una duración de una hora y media aproximadamente. No sólo se recorren los túneles, sino que también incluye la visita al Antiguo Claustro del Colegio Grande de San Ignacio y el ascenso a la torre sur de la Iglesia.

 

El Antiguo Claustro formó parte de un conjunto de cuatro galerías con un patio central que cuando se construyó el actual edificio del Colegio Nacional Buenos Aires quedó reducido al sector que ahora se puede visitar y que se desarrolla en paralelo a la nave central de la iglesia.

 

 

El ascenso a la torre sur de la Iglesia es otro de los imperdibles de la visita. En tiempo coloniales fue la más alta de la ciudad y funcionaba como punto estratégico de defensa: desde allí se vigilaba y se controlaba el Río de la Plata en los tiempos convulsos en los que Buenos Aires temía ser invadida ante la debilidad de la corona española. Desde la cúpula se obtiene una hermosa vista del centro de la ciudad.

 

Las visitas se realizan los días martes a las 16 horas, los días jueves en dos turnos: 11:30 y 16 horas y los sábados a las 17 horas. Las entradas tienen un costo de $2.500, jubilados y menores entre 6 y 12 años abonan $1.600.

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