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Una amenaza latente en la red: El ciberacoso

Al respecto, Nuevo Diario recabó varias miradas de especialistas.

La red tiene amenazas cada instancia y desde que encendemos un dispositivo tecnológico, desde que damos “Me Gusta” a una foto, a un video o aceptamos la Solicitud de amistad de alguien en nuestras redes sociales. Pero a la vez, la violencia encuentra las rendijas necesarias para poder tener una nueva víctima, se cubre y se acomoda al ambiente como un camaleón. Según un informe elaborado por la OMS (2003, por Kruger), la violencia es un problema de salud pública y como tal, su estudio y prevención ha de abordarse desde criterios de salud pública. Ante su enfoque interdisciplinar, se nutre de los conocimientos aportados por la epidemiología, sociología, psicología, criminología, pedagogía y economía, inclusive.

 

Instituciones y agencias internacionales de reconocida solvencia y prestigio como la OMS y la ONU (Organización de las Naciones Unidas) coinciden en señalar la infancia y la juventud como una etapa evolutiva de extrema vulnerabilidad. A ello hay que añadir que se considera la violencia infanto-juvenil como un problema de índole mundial y específicamente en esta etapa, la violencia entre iguales, el acoso escolar y el ciberacoso, como un problema generalizado.

 

Aunque el enfoque del concepto tiene que ver justamente con el acoso o violencia “entre iguales”, la amenaza en la red o a través del anonimato de lo virtual muchas veces es por parte de adultos, de mayores hacia menores de edad. Eso es uno de las tipologías más terribles que existen en este tipo de violencia, y que incluso las cifras de casos crecen, eso es lo más preocupante.

 

Primeros conceptos

 

Hablar de ciberacoso convoca a interperlar a la comunidad y a cada uno de los que formamos parte de la comunidad, al respecto de los alcances de las nuevas tecnologías y los avances científicos. Es sabido que los progresos en los conocimientos generan cambios en las condiciones de vida de los sujetos, impactando sobre los aspectos sociales, económicos, familiares e individuales de las mismas. De un tiempo a esta parte la humanidad ha sido “embestida” por inconmensurables cambios que se han producido a raíz de las nuevas tecnologías. De una vida “en papel”, “en persona” se ha pasado en cortísimo tiempo a una vida “digital”. En este devenir se encuentra la problemática denominada como “ciber acoso”, que es uno de los efectos negativos ligado al mal uso de las TIC.

 

Acercándose a los primeros conceptos sobre este tema, las licenciadas Verónica Cardozo y Jésica Ramírez, ambas psicólogas y psiconalistas, la primera en Servicio Penitenciario y la segunda en coordinación de Equipos Móviles de atención a víctimas de violencia sexual y familias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, plantearon algunas ideas.

 

Sobre el concepto, dijeron: “El ciberacoso, también denominado acoso virtual, es el uso de la red y la tecnología con fines que apuntan a dañar, molestar o acosar a una persona o grupo de personas mediante diferentes y variadas acciones. Estos pueden incluir los ataques personales, envío de mensajes insultantes o amenazantes, la publicación y difusión de información personal o falsa hasta la suplantación de la identidad, la violencia sexual o la exposición de imágenes no autorizadas de las personas atacadas, entre otras múltiples formas. De hecho, una de sus características es la dificultad de circunscribir qué situaciones nuevas pueden ir apareciendo, y lo que lo diferencia de otros tipos de acosos es la asimetría de poder entre el acosador y la víctima debido a un mayor conocimiento tecnológico por parte del primero, que a su vez actúa desde el anonimato”. Comparado con el acoso tradicional, la condición pública del cyberbullying incrementa el impacto negativo que padecen las víctimas en virtud a que el daño ocasionado es observado por innumerables personas, que son espectadoras de la humillación infringida y a la que muchas veces contribuyen.

 

Por otro lado, la Lic. Johana Godoy, integrante de Fundación Familias Protectoras de Santiago del Estero, dijo: “Por ciberacoso se entienden a las conductas de intimidación repetitivas que se dan en medios digitales como lo son las redes sociales, canales de comunicación instantánea, juegos en línea o cualquier plataforma web de intercambio de información. Por ejemplo, la difusión de fotos, videos o información que busque ridiculizar o burlarse de una persona”. Teniendo en cuenta que las infancias y adolescencias, hoy en día tienen un amplio acceso y uso cotidiano del internet, esta práctica toma relevancia ya que presenta características específicas que pueden incluso agudizar el efecto dañino del acoso como lo son:

 

- La falta de limitaciones espacio-temporales: Un mensaje de ciberacoso puede ser difundido a cualquier hora y desde cualquier lugar con conexión a internet, por esto genera una mayor sensación de exposición y vulnerabilidad.

 

- La mayor carga emocional ante la exposición social: La persona que sufre el ciberacoso siente el temor ante la posible exposición y los efectos de cualquier acto acosador. Por ejemplo, los mensajes acosadores pueden llegar en un segundo a todos los compañeros de la escuela.  Esto puede llevar a evitar la asistencia a los contextos cotidianos donde cree que puede verse expuesto, como faltar a la escuela o dejar de asistir a lugares como la cancha.

 

Del ciberbullying al grooming

 

Las licenciadas Cardozo y Ramírez, plantean que “dado el campo del ciberacoso el cual es amplísimo, elegiremos tres posibilidades del mismo a fin de ilustrar cómo atraviesa y compromete la salud mental de las personas involucradas. Mencionaremos a modo referencial tres situaciones según la etapa evolutiva que atraviesan quienes la padecen: ciberacoso en adultos, cyberbullying en adolescentes y grooming contra niños y niñas. Esto no abarca el total del fenómeno, pero contempla un amplio espectro de situaciones que producen alto impacto en la salud mental, con riesgo de vida muchas veces, tornándose en algunas ocasiones incluso situaciones denunciables según el código penal argentino”.

 

Primeramente, el ciberacoso en adultos, explican: “Contemplan situaciones en las que algún sujeto decide agredir a otro, haciendo uso de las TICs. Las situaciones son diversas y en diferentes espacios vitales del sujeto, laboral, comunicacional, afectivo; Pudiendo estar teñidas de aspectos agresivos en general (insultos, agravios, amenazas etc.) así como también en ocasiones, agresiones en el terreno de la violencia sexual, ejemplo de ello es cuando algún varón publica fotos de su ex en las redes o por telefonía móvil en grupos de chat con fines de venganza y causar daño, sufrimiento, humillación y miedo en la víctima. Es importante señalar la variable de género ya que la mayor parte de las investigaciones en el tema han demostrado que las mujeres son más propensas a ser víctimas de ciberacoso en comparación a los hombres. Se encuentran entre los efectos en la salud de la víctima asociados con el ciberacoso el desarrollo de estrés emocional, ansiedad social, consumo de sustancias psicoactivas o ilícitas, así como síntomas depresivos que pueden llevar a intentos de suicidio, etc”.

 

En el terreno de los adolescentes, la complejidad de la situación es ampliamente conocida y de preocupación actualmente mundial. “Es habitual observar cómo la posibilidad de padecer situaciones de ciberacoso o ciberbullyng se constituye en unos de los mayores temores en los grupos de jóvenes. Reiteradas situaciones de exposiciones, escraches, confesiones en redes sociales, producen conflictos individuales, grupales e incluso institucionales. Las consecuencias se evidencian enseguida, jóvenes que desarrollan cuadros de gran angustia y dejan los grupos en los que viven dichas situaciones al quedar impotentes para defenderse por sí mismos. El ataque sufrido desde el anonimato en redes y la masividad e inmediatez de la propagación de la información deja sin aparentes herramientas de solución a muchos de ellos. En el campo de la salud mental, las repercusiones son complejas y preocupantes, requiriendo de parte de los adultos urgente atención e intervención. En tanto las situaciones de ciberbullying sobre los jóvenes pueden producir a largo plazo, ya en la edad adulta, daños psicológicos y marcar el desarrollo de su personalidad”.

 

“La mayor parte de los adolescentes no denuncian ni informan a sus adultos la situación, por lo que estar atentos a variaciones en el comportamiento tales como el abandono de grupos, de actividades, problemas de concentración, miedo, falta de confianza en sí mismos, deterioro en los vínculos con amistades y compañeros, disminución del rendimiento escolar, o a síntomas psicosomáticos como cefaleas, molestias físicas o cuadros de angustia con dificultades para dormir, es de vital importancia. Con respecto a ello es necesario señalar que los jóvenes no pueden estar actualmente por fuera de la tecnología, ni de los contextos que se producen por las mismas y que en la adolescencia el grupo de pertenencia es constitutivo de la personalidad y pilar de la estabilidad subjetiva. Así es que siempre es recomendable que quienes tienen a cargo el cuidado de adolescentes en el ámbito familiar como institucional promuevan un uso responsable de las TIC, se establezcan límites en el uso de las mismas y que les adultos se involucren en el uso que les jóvenes hacen de internet generando un ámbito de confianza y respeto necesarias para la autoestima y la confianza en sí mismos”, siguieron.  

 

Cuando el terreno del ciberacoso llega al campo de las niñeces nos encontramos con la gravedad de la situación que denominamos “Grooming”. “Se entiende como tal a circunstancias muy variadas que tienen como punto en común la utilización de las TIC, con el fin de establecer diversas actividades sexuales con los niños, niñas y adolescentes. Los pedófilos, abusadores, etc. comenzaron hace algunos años a hacer uso de las nuevas vías que brindaban las tecnologías de la comunicación y la información para así acceder a relacionarse con nuestros niños, niñas de un modo rápido y aparentemente seguro para ellos”, remarcó.

Grooming
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