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Especiales Cultura

PARTIR NO SIGNIFICA OLVIDAR

Agrandar imagen Homenaje.
Homenaje. Crédito: A casi cinco años de la partida del poeta.

Las paredes de la casa aún duelen, sin la presencia física. A casi, cinco años de la partida del poeta Felipe Rojas, las cosas se van acomodando, detrás del recuerdo, de su “chispa demoledora” y de su palabra poética… atributos naturales que lo mostraban con su “gracia singular”. Cálido en la intimidad de su hogar —espacio donde abrigaba su “terrible fragilidad”— la poesía y la música era la única manera de caminar por esta dimensión terrenal, que muchas veces lo ahogaba. Las llevaba como guía, por ese horizonte trazado o predestinado, con la misma ternura y alegría que da el silencio y sus pausas, ante la creación.

 

 

Un poeta que empieza desde el nacimiento, quizás desde las entrañas de su madre, esa madre “que juntaba estrellas para su asombro”. Por eso la necesidad de expresarse con esa belleza, que sólo los talentos pueden hacerlo.

 

 

El patio de su hogar despertaba con un aromoso café, el pan recién amasado, junto a sus sueños, al lucero que lo acompañaba por noches, extraviando sus ojos en territorios por donde cruzaban “su infancia y el hombre” y desde los cuales despertaban sus creaciones poéticas.

 

 

De una personalidad seductora, a la hora de hablar sobre el hecho artístico de la poesía y la música… fundamentado en ese conocimiento que le proporcionaron sus cotidianas lecturas y su experiencia de vida pero, de una parquedad asombrosa, en su diario vivir. Hombre de códigos, pero sin atarse a convencionalismos, que resultaba atractivo y llamaba la atención.

Con ese carisma cultivó muchos amigos y fue abriendo brechas para sostener su poesía y las letras de sus canciones que conmueven hasta hoy el corazón humano y asombran el camino literario de su tierra, del país y del mundo.

 

 

Su visión de la poesía era su norma de vida y su modo de caminar por ella. De ahí “el estilo inconfundible que tenía su poesía y las letras de sus canciones”. (Carlos Carabajal).

En la memoria de su pueblo han quedado sus versos que hoy cantan haciéndolo eterno. Así edificó su vida, como un destello, al decir del mismo poeta, en una de las estrofas de sus canciones: “Teniendo toda la tierra,

apenas soy un sendero,

teniendo toda la vida,

tan sólo soy un destello”.

Todos los días buscamos una razón para comprender tanto adiós y tanta presencia, al mismo tiempo, en la mesa de amigos y familia.

En la casa ha dejado un remanso de ojos protegiendo sus ramas y esa paz recién inaugurada, es el credo de los amaneceres y la herencia soberana del amor.

 

 

MELCY OCAMPO

17/05/2016

 

SOBRE ÉL

 

Felipe Rojas tal vez el gran exponente de la poesía del 60 y tal vez uno de los pocos poetas que vivió como poeta su trabajo, extenso y excelente tiene como piedra fundamental el sentir del ser santiagueño. En su poesía queda plasmada no sólo el sentir, sino también la forma de ser del santiagueño, ya sea campesino o no.

 

 

El uso de la metáfora montaráz engalana la visión de nuestro inconmesurable paisaje. Si bien la soledad es en él una inscripción poética a la vez la cuestión social  está presente como preocupación debidamente notificada en palabras, idiosincracia, forma de referirse, tonada. Como los grandes poetas del norte argentino Felipe Rojas escribe con tonada; cosa, nada fácil en literatura.

 

 

Se puede decir que Felipe fue y porque no sigue siendo un ilustre representante de la poesía santiagueña en el Norte argentino, esta parte del país que habitamos y que produce imágenes y lenguaje tan cercanos. En la poesía santiagueña, Felipe Rojas es para mi un imprescindible y por su vida coloquial unida a su brillante poesía, un irremplazable.

 

¿CÓMO NACE LA CHACARERA:

“PICASSO EN CHILCA JULIANA”?

 

Cuando Melcy y Felipe vivían en el barrio Cabildo, se llegan periodistas de Salta y de Catamarca, para hacer una entrevista y le preguntan si era cierto que en Santiago anduvo Picasso y Felipe les dice que sí, no quiso romper el encanto, la creencia fantástica de estas personas y asegura que si, que Picasso había andado por Santiago, y que entre otras cosas, (Picasso) se fascinó con los verdes, hacía sus bocetos, se metió en la salamanca, y que a ese cielo le faltaba un color que el artista no lograba. Y es así que el poeta en la chacarera hace toda una historia de la visita de este pintor por Santiago, más precisamente por Chilca Juliana, y cuenta que allí consigue crear un color en el cielo, que no había logrado antes y así nace la trunca, o sea que del cubismo nace la trunca.

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