
El ausentismo electoral es, sin duda, uno de los datos más salientes que dejó la primera mitad de 2025 en materia política. Con una participación que rondó el 50 por ciento en promedio, los analistas pusieron la lupa sobre el faltazo masivo a las urnas.
Juan Manuel Fernández Alves, presidente de la Asociación Conciencia, no fue la excepción. Entrevistado por la 750, el abogado explicó qué hay detrás de este fenómeno y deslizó algunas puntas para salir de la encrucijada.
“En Argentina en este semestre hubo seis elecciones provinciales para cargos locales. En todas ellas se verificó una menor participación electoral, con un promedio de 10 puntos menos”, recapituló.
Esto, señaló, puso en alerta a la organización que preside. “En una democracia las autoridades se definen a través del voto, y una responsabilidad central es que quienes son electos —diputados, senadores, concejales— cuenten con la legitimidad del sufragio”, dijo.
Y recordó que no se trata de una formalidad, sino de “decisiones que luego se transforman en políticas y que impactan directamente en nuestra vida cotidiana”. Algo que el alto ausentismo parece poner en duda.
Entonces, ¿qué hay detrás de la baja asistencia a las urnas? Fernández Alves lo explicó de esta manera: “El desapego de la ciudadanía respecto a los procesos electorales debe preocuparnos. La gente vive con apatía estos procesos, aparece la percepción de que se trata de un trámite”, señaló.
De fondo, lo que ocurre, es que “hay una crisis de expectativas”: “No creen que el voto pueda cambiar nada de su vida personal o su futuro. Existe una ruptura entre lo que la gente espera y lo que finalmente ocurre”, continuó.
Y añadió: “También hay problemas serios, como la dificultad de los jóvenes para conseguir un primer empleo, o que solo el 13 por ciento de los estudiantes termina la escuela a tiempo y con los saberes necesarios”.
Sin embargo, desde la Asociación Conciencia creen haber encontrado una punta para empezar a salir de esta situación: “Cada año electoral nos volcamos a la capacitación cívica. Este año pasaron por nuestras actividades 2.700 alumnos”.
“La primera foto que vimos fue de una apatía muy marcada en los jóvenes, con un nivel de desinformación que sorprendía: muchos pensaban que se votaba presidente o jefe de Gobierno”, reveló.
Pero agregó: “Después de las capacitaciones observamos que, cuando les preguntábamos a los alumnos, el 64 por ciento decía que iba a votar. Y luego, cuando les preguntábamos si el taller había influido en su decisión, el 54 por ciento afirmaba que había impactado”.
“Los argentinos estamos llamados a votar a partir de los 16 años. Ese voto joven, el de 16 y 17 años, muestra en sus dos primeros años una participación 20 puntos más baja que el resto del padrón”, comentó.
Y agregó: “Cuando miramos las comunas con menores ingresos —la 4 y la 8, el cordón que bordea el Riachuelo, la zona sur de la Ciudad— vemos que allí hubo más ausentismo que participación. Menos del 50 por ciento fue a votar. Y eso no es una casualidad. Tiene que ver con la ruptura de expectativas de futuro”.
Con información de Página 12