En la Argentina de hoy, las divisiones ya no son solo políticas. La grieta económica se vuelve cada vez más visible, y se manifiesta con fuerza en el consumo: una parte de la población viaja a Miami, mientras otra no logra llegar a fin de mes.
Así lo revela un informe reciente de la consultora Moiguer y Asociados, que expone un fenómeno cada vez más evidente: dos Argentinas que conviven con realidades económicas completamente distintas. Por un lado, una clase media-alta que retomó el consumo en restaurantes, shoppings y viajes internacionales; por el otro, una clase media y baja que debe resignar gastos esenciales, como alimentos o medicamentos, para pagar servicios que se han encarecido drásticamente.
Consumo dividido
Según el estudio, la recuperación económica del primer trimestre de 2025, que alcanzó un 5,8% interanual, no se tradujo en mejoras homogéneas. De hecho, el 50% de la población asegura que no llega a fin de mes, y un 30% admite haber resignado gastos básicos para pagar tarifas, que se dispararon tras el sinceramiento promovido por el gobierno de Javier Milei.
Un ejemplo claro se da en la Ciudad de Buenos Aires, donde una familia tipo que en noviembre de 2023 abonaba $20.000 de gas, pasó a pagar en mayo de este año $200.000 mensuales, es decir, diez veces más. Lo mismo ocurrió con el servicio de agua potable y cloacas de Aysa, cuyo aumento acumulado fue aún mayor.
En ese contexto, la caída en el consumo masivo resulta inevitable. Datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) indican que en mayo se registraron bajas en ventas de alimentos y bebidas (-7,6%), perfumería (-5,2%), textil e indumentaria (-1,8%), farmacia (-1,5%) y materiales para la construcción (-2,6%).
Auge de consumos premium
En contraposición, se registró una creciente demanda de bienes durables e importados. Por ejemplo, los patentamientos de autos crecieron 94% interanual, el turismo emisivo aumentó 80%, y el consumo de nafta premium subió un 18%. Además, las compras en plataformas del exterior crecieron un 11%, mientras que la importación de bienes se incrementó un 60%.
“Estamos viendo dos comportamientos completamente distintos”, explicó Fernando Moiguer, CEO de la consultora. “La clase alta está aprovechando el dólar barato para ampliar sus consumos. Sus ingresos, en muchos casos dolarizados, le permiten acceder a viajes, bienes importados y ahorro en divisas”.
En cambio, las clases medias están atadas a los vaivenes de las tarifas y la inflación, mientras que los sectores más vulnerables dependen de programas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH), que, si bien aumentó por encima de la inflación, sigue siendo insuficiente frente a la escalada del costo de vida.
Jubilados en emergencia
Entre los más perjudicados están los jubilados y pensionados, que no sólo sufren por ingresos congelados frente a los aumentos, sino también por el encarecimiento de la salud. Cada vez más adultos mayores deben recurrir a sus hijos o familiares para costear medicamentos, consultas médicas y tratamientos.
“El ajuste fue duro y el Estado se retiró en muchas áreas, como los subsidios o la contención sanitaria. Esto ha dejado a muchos en una situación de absoluta vulnerabilidad”, reconocen desde el sector académico.
¿Dos países en uno?
El panorama pinta una postal fragmentada del consumo argentino. Mientras algunos hacen reservas en hoteles de Miami, compran en outlets de Chile o cargan con naturalidad nafta premium, otros deben pensar si pueden pagar el gas, el alquiler o la próxima comida. Y aunque las estadísticas globales puedan mostrar recuperación, la percepción en la calle es bien distinta, dependiendo de quién la transite.
