A la dramática pérdida de poder adquisitivo que sufren día a día los venezolanos, se suma el control de la cantidad de dinero de la que pueden disponer. El régimen de Maduro quiere obligar, además, a los clientes de la banca privada y pública a notificar sus viajes al extranjero.
De no hacerlo, sufrirán un bloqueo “preventivo” de todas las operaciones realizadas desde el exterior del país.
El cierre de comercios, los anaqueles vacíos y más dificultades para moverse y hacer cualquier transacción completan la rutina diaria de los venezolanos. Esta circunstancia alienta el mercado negro de billetes.