Tras un primer semestre de año paupérrimo que arrancó con Abel Balbo en la conducción del equipo (sumando solo 12 puntos), se prolongó luego con la llegada del colombiano Lucas González Vélez (ganó un solo partido, ante Estudiantes, por Copa Argentina), con la llegada de Omar de Felippe, allá por agosto de este año, el equipo comenzó a revertir esa mala imagen y a transformarse en una piedra en el zapato para más de uno.
La transformación fue tal que el “ferro” acumuló 12 victorias en los últimos 22 partidos, con seis empates y cuatro derrotas.
Entre sus triunfos más importantes se enmarcan el duelo en la final ante Vélez, el compromiso ante Huracán por semifinales de la Copa Argentina y el 3-1 frente a Racing en la jornada 26 del torneo local.
—Ya con la conquista consumada, ¿qué análisis se hace de este inmenso logro?
—Muy feliz. Estoy contento con el sacrificio de los pibes, de toda la gente del club, de la dirigencia que hizo un esfuerzo para darnos lo mejor siempre. Y la gente, no quiero olvidarme de la gente, que es tremenda, nos siguió a todos lados. Es un premio para todos que, ojalá, lo podamos disfrutar por mucho tiempo, para soñar con un club mejor. Ojalá esto sirva para el crecimiento del club, para el despegue definitivo.
—El poder de convencimiento de usted para con sus jugadores fue la clave…
—Nosotros los entrenamos y los que juegan son los pibes. Necesitábamos que ellos cambiaran la cabeza, que se animaran y, con las virtudes y defectos que tiene el equipo, siempre fueron para adelante. Pusieron siempre los huevos, jugando bien o mal…por eso hoy se disfruta esto.
—Después de eliminar a Huracán y de aquel empate con el “globo” en el Ducó, el equipo cayó en un pozo por tres o cuatro fechas, ¿le preocupó esa situación?
—Sí, claro que me preocupó el rendimiento del equipo. Porque cuando clasificamos a la final, siempre estaba el inconsciente que te hacía pensar en la final cuando teníamos partidos de la LPF por delante. Queríamos llegar bien y creo que el partido contra Racing, con el recambio de los pibes que entraron, nos dio esa fuerza y esa confianza como para seguir metidos en el presente, que era la final de la Copa Argentina. Ahora disfrutemos mucho de este momento.
—¿Qué significado tiene para usted esa medalla colgada en el pecho?
—Muchísimo. Es el premio al sacrificio de todos. Que en tan poco tiempo se hayan logrado todas estas cosas, es un orgullo tremendo para todos nosotros. Porque yo no armé este plantel, vine, me adapté, laburamos, los pibes empezaron a creer y empezamos a jugar cada día un poquito mejor y nos hicimos cada vez más competitivos, hasta llegar a esta final que es el sueño hecho realidad.
—¿Va a continuar en este equipo, está garantizada su continuidad?
—Sí, sí, claro. Vamos a seguir…