La peleó siempre, desde muy chico. A los 13 años quedó huérfano y debió empezar a trabajar en la cosecha, para ayudar a sus hermanos. Hombreaba bolsas de maíz, soja o cebolla, de hasta 80 kilogramos, campo adentro en la ciudad de Fernández.
Por ello, tuvo una niñez diferente al resto de los chicos de su edad; pero gracias al fútbol, pudo mejorar su situación y hacer realidad su sueño. Hablamos de Manuel Guido Aballay, uno de los mejores delanteros de las últimas décadas en el fútbol local, regional y nacional.
“De muy chico sufrí mucho. Jugaba en el barrio, no tenía ni zapatillas y lo hacía descalzo. Cuando me vendieron a Atlético Concepción de la Banda del Río Salí, los dirigentes de Independiente de Fernández me compraron una camisa, un pantalón y unas zapatillas para poder viajar en una combi. Pese a todo, era el hombre más feliz de la tierra jugando a la pelota”, expresó.
A Manuel Guido Aballay lo buscaban de la cosecha para hacerlo jugar en Independiente de Fernández. Disputó un solo partido en las divisiones formativas y al siguiente fin de semana debutó en Primera División. Su crecimiento futbolístico fue tremendo.
“Los dirigentes me buscaban en el campo porque trabajaba de día y de noche para jugar el domingo. Cargaba camiones y los directivos me esperaban para llevarme a jugar. Fue un año histórico porque ascendimos e hice muchos goles. Eso me posibilitó irme al otro año. Pero me marcó mucho el DT ‘Cachín’ Corvalán. Me enseño muchísimo cuando era muy joven, y soñaba con jugar en Primera. Un sueño que se cumplió”.
Aballay luego pasó a Atlético Concepción (T), luego de cinco años formidables, lo compró Atlético Tucumán, luego jugó en Olimpo de Bahía Blanca, y en el fútbol boliviano defendió varias camisetas en San José Oruro, Jorge Wilstermann, Real Potosí, Universidad de Tarija hasta que en 2003 dejó el fútbol, a los 34 años.
“Cuando jugaba en Bolivia, me quisieron nacionalizar para jugar las Eliminatorias, pero tuve mi segunda grave lesión cómo fue la rotura de los cruzados en la rodilla derecha, y eso, precipitó una negativa a la excelente propuesta de la dirigencia”.
Momento duro
“En uno de mis mejores momentos futbolístico en Tucumán, donde jugaba la Liga local y los torneos regionales y del Interior para Atlético Concepción, me vinieron a buscar de todos lados, entre ellos, Colón, Unión de Santa Fe, Atlético Rafaela, Gimnasia y Tiro, San Martín y Atlético Tucumán, y Gimnasia de Jujuy, pero me querían vender como a Maradona. Me arruinaron la carrera. Lloré mucho, mi frustración fue tremenda. Tenía 22 años, y en un entrenamiento me quebré la tibia y el peroné. Me quería morir de verdad, y pese a todo el dolor, me compró Atlético Tucumán. Jamás me podré olvidar ese gran gesto de la dirigencia”, manifestó Aballay.
“Atlético Tucumán fue mi casa. El club que me hizo sentir el afecto y el amor por una camiseta. Tuve cuatro años memorables jugando el Nacional B, donde hice muchísimos goles, y me recibí de ídolo para los hinchas. Perdimos una semifinal para el ascenso con Instituto de Córdoba, y pude compartir grandes equipos en el ‘Decano’”, recordó.
“Me enseñaron a jugar en forma profesional. Me formaron como jugador y como persona. Eternamente agradecido a Atlético Tucumán y a muchas personas que me ayudaron a crecer”.
Aballay contó que “tuve la posibilidad de jugar con el más grande: Diego Armando Maradona”.
“Fue en un partido benéfico en cancha de Atlético Tucumán, en 1992, donde juegue en su equipo y los dos marcamos goles. Fue tocar el cielo con la mano. Un crack en todo sentido. No habrá otro igual. Un genio”.
El fernandense vive hoy en Tucumán, donde formó su familia. Trabaja en la Municipalidad de La Banda de Río Salí, en la Dirección de Saneamiento Ambiental.
