La Santa Sede ha reforzado las medidas de confidencialidad para el personal que trabajará durante el cónclave en el que se elegirá al sucesor del papa Francisco. Todos los trabajadores involucrados en el proceso deberán prestar juramento de secreto este lunes, bajo pena de excomunión automática en caso de revelar cualquier detalle sobre la elección pontificia.
La medida alcanza no solo a los 133 cardenales electores, sino también al personal de apoyo que estará presente durante el proceso. Entre ellos se encuentran limpiadores, cocineros, médicos, enfermeras, conductores y operadores de ascensores, quienes serán aislados para atender cualquier necesidad de los cardenales durante el cónclave, que comenzará oficialmente este miércoles.
Un juramento estricto y sin excepciones
El juramento de secreto será tomado en la Capilla Paulina del Vaticano, y también será obligatorio para clérigos en funciones de asistencia litúrgica, confesores multilingües y todo trabajador asignado a la logística del cónclave. En tanto, los cardenales harán su propio juramento el miércoles en la Capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.
El texto del juramento fue endurecido en 2013 por Benedicto XVI, sobre la base de las normas establecidas por Juan Pablo II en 1996. En él se establece de forma clara que quienes infrinjan el secreto estarán sujetos a la excomunión automática, una sanción severa que implica la exclusión de la comunión de los fieles y del acceso a los sacramentos.
“Prometo y juro que (…) observaré absoluto y perpetuo secreto (…) con relación a todos los asuntos directa o indirectamente relacionados con los votos emitidos y su escrutinio para la elección del Sumo Pontífice”, dice el juramento.
Además, los trabajadores se comprometen a no utilizar ningún dispositivo de grabación de audio o video, bajo ninguna circunstancia.
“Tomo este juramento plenamente consciente de que una infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Que Dios y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano, me ayuden”, concluye el compromiso.
Capilla Sixtina blindada: 80 accesos sellados con plomo
Mientras tanto, la Capilla Sixtina fue transformada completamente en los últimos días para recibir el cónclave. Según detalló la administración del Estado de la Ciudad del Vaticano, se instaló un piso flotante para nivelar el espacio y permitir la colocación del mobiliario ceremonial. Las mesas y sillas fueron tapizadas por artesanos del Vaticano, y la famosa estufa, desde donde se emitirán las señales de humo, fue ubicada en su sitio tradicional con la chimenea ya instalada en el techo.
Doce técnicos permanecerán dentro del recinto durante todo el proceso para asegurar el correcto funcionamiento de los sistemas de iluminación, temperatura, electricidad y logística, incluyendo la operación de la estufa.
En total, se oscurecieron todas las ventanas del área del cónclave y se sellaron con plomo cerca de 80 puntos de acceso alrededor del perímetro, en un esfuerzo por garantizar la máxima privacidad y seguridad del proceso.
Además, dos oficiales de alto rango de la Guardia Suiza Pontificia —un coronel y un mayor— se sumaron a quienes prestaron juramento. Ellos serán los encargados de la vigilancia exterior y el control del entorno inmediato a la Capilla Sixtina.
Una elección bajo estricta reserva
Con estas medidas, el Vaticano busca asegurar que la elección del nuevo papa se lleve a cabo en un clima de absoluta reserva, libre de filtraciones o interferencias externas. La excomunión automática como castigo ejemplar es una señal clara del compromiso de la Santa Sede con la confidencialidad del proceso.
A partir del miércoles, todos los ojos del mundo estarán puestos sobre la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando el humo blanco que anunciará el nombre del nuevo pontífice. Mientras tanto, puertas adentro, el silencio será ley sagrada.