La Provincia

“Trabajo sexual hay en todos los estratos, pero el más condenado es el de sectores vulnerables”

Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), llegó esta semana a Santiago del Estero con el objetivo de participar de diversas actividades encabezadas por la organización local.

El equipo de Nuevo Diario dialogó con Orellano, quien es hija de santiagueños, a propósito del trabajo sexual, los estigmas, el rol del Estado, el contexto que atraviesa el país, entre otros temas.

- ¿Qué acciones llevan adelante para visibilizar el trabajo sexual?

- La primera acción es hablar de nuestro trabajo. Hablar y que las protagonistas sean las que se sienten con el Municipio o con la Provincia: que expliquen la realidad, la problemática que atraviesan, y que puedan, incluso, hasta acercarles propuestas. Hay estigmas y discriminación en los centros de salud y en la salud en general con respecto a qué tipo de políticas merecemos. Siempre hay una mirada de control sobre nuestra sexualidad: el preservativo, el taller de prevención entre pares, la información sobre VIH y otras infecciones de transmisión sexual; pero, después, nos pasa que hay un montón de compañeras que van teniendo más de 50 años y que empiezan a tener otro tipo de problema de salud que tiene que ver con lo laboral: la cantidad de años que han estado paradas, los contextos donde ejercen el trabajo sexual y todo repercute en la salud.

- Hablame de los estigmas.

- Hay un estereotipo y un imaginario social muy instalado que nos piensa como las personas que elegimos la vida fácil, que nos gusta el dinero, como si fuese que eso no lo compartimos con el resto de la sociedad, ¿acaso a quién no le gusta el dinero? El estigma está y recae sobre nosotras. Es el vernos siempre en la noche, en zonas alejadas donde no hayan escuelas, viviendas, hospitales. Cuanto más lejos y no te vean, mejor. Ese aislamiento social y esa exclusión genera que nosotras no seamos parte de esta sociedad. Nos tienen que tener alejadas para esconder la moral que tiene la sociedad. También hay personas que llegan a ciertos lugares del Estado y que repiten ese estereotipo: que somos mujeres de la noche, que necesitamos una máquina de coser para devolvernos la dignidad a nuestra vida. Muchas veces se piensa que necesitamos volver a la escuela cuando muchas de nosotras ya fuimos a la escuela, sabemos leer y escribir, y terminamos el secundario. Creen que somos personas incapaces de tomar decisiones sobre nuestras vidas y por eso terminamos en una esquina. Muchas veces somos pensadas como personas que: ‘Pobrecita, mirá lo que le tocó’, en vez de decir, ‘che, vayamos a ver en qué condiciones trabaja’.

- Entonces, ¿el trabajo sexual se elige o es una consecuencia?

- Hay trabajo sexual en todos los estratos sociales, pasa que el más condenado es el de los sectores vulnerables. Se recibe la condena social, la condena del Estado y la condena penal. Sobre trabajadoras sexuales pobres recae todo el control social, todo el aparato punitivo. Lo que hay ahí de fondo es una criminalización de la pobreza. Lo que molesta es la p... pobre. La p... vip, si no habla, si no se organiza y si no pide derechos, no molesta. No existe la palabra ‘elección’, ¡pero no solamente en el trabajo sexual, eh! No existe la palabra ‘elección’ en ningún momento cotidiano de nuestra vida. Cuando te levantás, abrís la heladera y está vacía, no elegís: tenés que salir a resolver. No hay derechos, no hay privilegios, porque hay una necesidad imperiosa de sobrevivir como puedas en este sistema que es cada vez más perverso, más deshumanizante.

- ¿Cuál consideras que es la situación del país?

- Estamos en un contexto muy difícil e, incluso, muy desesperanzador. El horizonte que nos espera es el de ‘precariedad’. Estamos hablando, hoy por hoy, de un país donde se ponen en discusión, en juego y en cuestionamiento derechos laborales que tienen los trabajadores, la presencia del Estado, la justicia social. Es peligroso porque hay personas que te dicen: ‘Al Estado no lo necesito’, pero lo cierto es que el Estado es necesario. Nosotras somos muy críticas con el Estado porque cada vez que el intervino nos ‘infantilizaron’ y nos quitarnos la custodia de nuestros hijos; pero creo que ahí está el sentido de la militancia: ir a disputar. Yo quiero que la próxima vez que me intervengas, el que tenga un problema seas vos. A la inversa: que no sea la trabajadora sexual la que tenga un problema, sino que sea el Estado el que tiene que sentarse a dar explicaciones. ¿Para qué militamos? Yo no milito para sentarme en Ammar, con mis compañeras, y esperar a que el Estado me golpeé la puerta; yo la voy a ir a patear. De (Javier) Milei no esperamos nada, pero sí esperamos de la militancia del campo nacional y popular. Nosotras nunca nos sentimos convocadas a ir a un espacio y debatir. Era ir y aplaudir; y ahí vos sos obsecuente de que después esté gobernando Milei. No voy a ir con el dedito acusador a decir: ‘Mirá, qué b... que sos, votaste a Milei’, y menos que menos que si ese que votó a Milei es un laburante y tiene el mismo color de piel que yo. B... son los dirigentes nuestros, pero no ese laburante. Yo tengo hermanos que votaron a Milei, y yo me siento con mis hermanos y no les digo: ‘Sos fascista’. Sí le voy a discutir políticamente algunas cosas, pero en otras cosas voy a tener que decirle: ‘Tenés razón’. Ahora, el movimiento de trabajadores y trabajadoras de Argentina no tiene trabajo registrado; en su mayoría, tiene trabajo informal. No tienen derechos laborales. ¿A quién le queremos hablar cuando hablamos de que ‘Milei viene por tus derechos’? Si tenemos una mitad de esa clase trabajadora que no conquistó nada.

- ¿Tuvieron relación con el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación?

- “Hemos tenido un vínculo, pero no ha sido bueno. El año pasado, cuando fue el cambio de gestión, se acercaron a la organización con una nota donde estaban adjuntando firmas para pedir la continuidad del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. No firmamos porque en la única vez, durante el gobierno de Alberto Fernández, en la cual nosotras pudimos acceder a una política concreta, era para ser incluidas en el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular. Esto fue en junio de 2020, en plena cuarentena, donde todos estaban encerrados y muchas trabajadoras sexuales estaban en situación de calle. Algunas endeudadas, entregando parte de sus pertenencias de valor donde estaban alquilando para que no las desalojen y las dejen en la calle. Nosotras estábamos viendo cómo resolvíamos el tema de la comida porque ese ‘quedate en tu casa’ no le hablaba a toda la sociedad. Para nosotras, ‘quedate en tu casa’ era ‘c... de hambre’. No podíamos permitir que una de nuestras compañeras se c... de hambre ni tampoco que se exponga al virus del Covid-19. Se hizo un trabajo como organización de ser un puente entre el Estado y el colectivo de trabajadoras y trabajadores sexuales. Este registro lo que venía a hacer es mostrar una realidad de todo el trabajo informal que hay en Argentina, la cantidad de trabajadoras y trabajadores informales y, sobre todo, las condiciones en que vivían. Nosotras lo celebramos porque era la primera vez que podíamos contarle al Estado quiénes éramos, sin ocultarnos debajo de una figura. Bueno, eso duró ocho horas y se dio de baja.

Geordina Orellano Ammar

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