El psicólogo Maximiliano Díaz presentó ayer su nuevo libro “La ventana azul. Autismo: teoría e intervenciones psicosociales”, en el auditorio del Centro Cultural del Bicentenario.
El equipo de Nuevo Diario dialogó con Díaz, quien, además, es especialista en autismo y neurodesarrollo en la infancia. “Este libro surge a partir de la práctica clínica y la experiencia”, comentó.
“La ventana azul” cuenta con 12 capítulos. En ellos se aborda: recorridos históricos, desde los primeros casos hasta la fecha; los cambios de paradigmas; las diferencias entre los trastornos del neurodesarrolo y desarrollo; la inclusión del niño en el ámbito educativo y la labor del docente en la práctica; la sexualidad en el autismo; historias de vida contadas por familias; entre otros.
- ¿Qué tan tratado está el autismo, o la discapacidad en sí, en la sociedad santiagueña?
- En relación a lo que es la discapacidad, a nivel mundial, es una cuestión en la que siempre va a faltar algo para que todo sea de manera correcta. Me gusta lo que dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) con respecto a la discapacidad, que deja de tener esta visión biomédica e incluye esta cuestión de la discapacidad como modelo biopsicosocial: cómo la sociedad y el contexto influyen demasiado para excluir a estas personas de un sistema igualitario para todos. Me gusta este modelo y comparto este concepto de la OMS porque me parece que muchas de las exclusiones que vemos a diario en cuanto a la discapacidad, o en otros sectores, tienen que ver con la red de relaciones: cómo el contexto o las mismas instituciones excluyen del sistema a las personas.
- ¿Qué notas en el día a día?
- Como hago infanto-juvenil, indago mucho en la práctica clínica sobre los tratos o pregunto a los pacientes neurotípicos si en la institución hay algún niño con discapacidad, y muchas veces lo naturalizan, y me gusta verlo desde ese lugar. La gran mayoría de los niños y adolescentes tienen una mirada de la empatía y, sobre todo, de las diferencias. Hay otros niños que tienen una mirada desde la ignorancia y tienden al alejamiento: muchas veces se asustan, pero eso parte de la educación primaria que parte desde la casa, donde hay que enseñar estos valores. Hay que aceptar las diferencias y cualidades de cualquier persona.
- ¿Qué falta cambiar en la sociedad para que haya un trato igualitario?
- En la sociedad hay de todo: hay personas que excluyen o que discriminan; pero desde lo que me toca ver, hay un gran porcentaje de niños y de adolescentes que aceptan al otro. Hay mucha empatía, pero siempre falta algo para llegar a lo que se espera. Lo que faltaría es mucha educación emocional en las primeras infancias. Es fundamental aprender de las emociones de uno para poder regular las emociones de los otros, y sobre todo, para tener un trato asertivo. Es decir: si hay un paciente o un alumno con alguna conducta disruptiva o con alguna conducta problema... todo esto es una conducta emocional donde los pares deben estar ahí con las técnicas necesarias adquiridas en las primeras infancias para poder sobrellevar una situación de estás. Esta cuestión de saber retirarse o saber identificar un momento de crisis... Es saber actuar, porque estas situaciones se tratan mucho de lo que es la empatía.
- ¿Qué común denominador tienen las historias contadas por las familias?
- El común denominador es, por supuesto, la falta de información. Todos los papás y las mamás tienen el deseo de tener “un hijo sano”. Cuando comienzan estos primeros síntomas, entran en un estado de preocupación donde, generalmente, se bloquean en relación al cómo actuar ante la situación. También hay falta de información por parte de los profesionales, que a mí me gustaría que este libro les sirva para concientizar y visibilizar muchas de las situaciones. También están los infradiagnósticos: “Ah, no, tiene TGD, tiene TEA, tiene TDA-H’” y como empiezan a poner etiquetas sin antes hacer las evaluaciones pertinentes por un equipo para llevar un diagnóstico completo. Todas estas mamás van contando estas historias, y cómo se van de un médico a otro o cómo se van de una provincia a la otra hasta que encuentran los profesionales adecuados y los cuales son los encargados de llevar adelante estos casos y cómo luego se observa el avance significativo de estos niños cuando van creciendo.
- ¿Cuál es el objetivo de este libro?
- El objetivo de este libro es que pueda llegar a estas familias que, por ahí, están transitando esta situación de los diagnósticos o los primeros llamados de atención o los diagnósticos presuntivos. Quiero que estas familias no se sientan solas, sino acompañadas. Es un libro escrito para eso, y es para todo público, más allá de los profesionales. Es muy importante que cada día, o cada año, podamos formarnos, porque la ciencia avanza incansablemente y nosotros tenemos que estar preparados para los nuevos diagnósticos que se vienen. Es importante tener el conocimiento, saber diagnosticar y saber intervenir más allá de la teoría.