Espectáculo

El último adiós a Lía Crucet: una despedida cargada de amor y recuerdos

La música tropical perdió a una de sus figuras más queridas. Lía Crucet, conocida como la reina de la bailanta, falleció el pasado jueves en Mar del Plata tras enfrentar una dura batalla contra diversas enfermedades. A los 69 años, su legado musical y su carisma permanecen vivos en el corazón de su público. Este viernes, familiares, amigos y seguidores se reunieron para darle el último adiós en la ciudad donde residía.

El velatorio se llevó a cabo en una sala ubicada en Avenida Luro y Olazábal, donde decenas de personas se acercaron para despedirla. Entre ellos, su hija, Karina Crucet, ofreció un conmovedor testimonio que reflejó tanto el amor por su madre como el dolor por su partida. “Ella era de la gente”, resumió, emocionada, destacando el vínculo único que la cantante mantuvo con su público a lo largo de su carrera.

 

Un legado que trasciende generaciones

Lía Crucet brilló en la música tropical desde los años 90 con éxitos como “La güera Salomé”, que marcaron una época y se convirtieron en clásicos de la bailanta. Sin embargo, en los últimos años su salud se deterioró debido a una demencia frontotemporal, esquizofrenia y, más recientemente, un cáncer broncopulmonar que precipitó su partida.

A pesar de las dificultades, su hija Karina recordó con cariño los momentos compartidos y su incansable lucha por mantener viva la dignidad de su madre. “Hace muchos años que no se podía hablar algo coherente con mamá”, confesó, revelando los desafíos que enfrentaron como familia.

 

Un adiós lleno de amor

Karina compartió recuerdos de su infancia que ahora adquieren un significado especial. “Cuando era chiquita le preguntaba si nunca se iba a morir, y ella me decía: ‘No, mami, yo nunca me voy a morir’. Esas palabras se me reflejan ahora”, relató entre lágrimas. Aunque el tiempo rompió esa promesa, para muchos, el espíritu de Lía Crucet permanecerá intacto.

La hija de la cantante también destacó el amor que su madre siempre tuvo por su público. “Sé que le gustaría que la despidan todos sus fans, la gente que la quería. Y son muchísimos”, dijo, sorprendida por la cantidad de personas que expresaron su pesar a través de mensajes y visitas al velatorio.

 

Un ejemplo de fortaleza

La difícil decisión de trasladar a Lía a un geriátrico fue otro de los momentos duros que atravesó la familia. “Ya no se la podía tener en una casa cuidándola”, explicó Karina, quien, a pesar de las adversidades, siempre se mantuvo al lado de su madre. Ahora, en este momento de despedida, el cariño de quienes alguna vez bailaron al ritmo de sus canciones parece devolver un poco de la alegría que Lía Crucet regaló durante décadas.

El velatorio no solo fue una ocasión para el adiós, sino también un homenaje a la mujer que supo conquistar los corazones con su música y su carisma. “Ella nunca se irá”, dijo su hija, convencida de que el legado de su madre continuará inspirando a generaciones.

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