La Provincia

Aspadi, la institución que apunta a la autonomía y ofrece alternativas varias

El Lic. Marcos Bruna, director del espacio, explicó que “los adultos mayores tienen una atención orientada hacia lo pedagógico, al desarrollo de habilidades laborales y a la terminalidad educativa”, en diálogo con el equipo de Nuevo Diario.

Esta institución -la única de Santiago del Estero que cuenta con una currícula aprobada para adultos mayores- fue fundada por un grupo de padres de personas con discapacidad, en la década del 90 (en sus orígenes fue pensada como una colonia de vacaciones para que los niños pudieran tener un lugar para recrearse por fuera del ámbito estrictamente educativo).

¿Qué son los TDI?

Los trastornos del desarrollo intelectual (TDI) son un grupo de alteraciones del desarrollo caracterizadas por una notable limitación de las funciones cognitivas, trastornos del aprendizaje y de las habilidades y conductas adaptativas.

El día a día

“La mirada se ha ido pluralizando en estos años en términos de aceptación de la diversidad, y eso ha mejorado la condición de la discapacidad en los entornos sociales”, observó Bruna, quien, no obstante, aseguró que “todavía queda bastante por hacer”.

El director contó que en Aspadi “estamos tratando de que este espacio sea para que los chicos estén bien, sean felices y aprendan cosas”.

María Elena Orellana, licenciada en Trabajo Social, aportó: “Los preparamos para que puedan manejarse con autonomía en los diferentes ámbitos de la sociedad”.

El equipo que compone la institución se centra en “las capacidades de las personas, a pesar de su diagnóstico. Creemos que es posible que ellos pueden lograr una autonomía dentro y fuera del ámbito del hogar de acuerdo al tipo y grado de discapacidad que tengan”, destacó la trabajadora social.

Esa independencia hace referencia a enseñanzas básicas: aprender a ponerse una camisa, higienizarse, preparar un desayuno o preparar la mesa.

“Muchas veces, los padres deciden qué ropa se van a poner sus hijos. Los infantilizan. Apuntamos a tratarlos de acuerdo a su edad”, se quejó Orellana.

Los alumnos asisten a talleres de cocina, herrería, arte, entre otros. También visitan distintos puntos de la ciudad Capital, como el Centro Cultural del Bicentenario o el Estadio Único. “Hay mucha vida social”, remarcaron.

La sociedad

Ambos entrevistados coincidieron en que “hay gente bastante apática” y notaron que “la solidaridad está ausente” dentro de la sociedad santiagueña.

“Estacionan el auto en cualquier lado, sobre la línea de cebra. No es casual: vivimos en un mundo totalmente capitalista. El ‘sálvese quien pueda’. Hay un trabajo que tienen que hacer las instituciones, porque es solamente respetar”, analizó Orellana, quien sostuvo que circula “un relato de que la persona con discapacidad no puede” y que “son especiales o capacidades diferentes”.

Bruna, en ese sentido, resaltó que en Aspadi generan “conductas socialmente aceptadas para que ellos puedan estar cómodos en la sociedad”.

“Las personas se centran en la discapacidad, nosotros nos centramos en la capacidad”, separó Orellana, quien añadió: “Trabajamos para desarrollar habilidades y competencias sociales que les permitan la autonomía para el ámbito donde ellos se desenvuelvan. Que se sientan empoderados”.

Mejorar calidad de vida

Leysa Infante, profesora de Educación Especial, afirmó que junto a los demás docentes “trabajamos para darles a los chicos una mejor calidad de vida”.

“Los adultos mayores quedan fuera del sistema, pero Aspadi les abre las puertas. Quedan en una edad vulnerable, sin la tutela de sus papás (generalmente por fallecimiento de los mismos), pero sí a cargo de sus hermanos o familiares más cercanos”, notó.

Infante concordó con Bruna y Orellana: “La idea es que se independicen y mejoren todo su entorno para que ellos se puedan desenvolver solos”.

A la institución asisten unos 110 alumnos. Los más jóvenes tienen 14 años, mientras que los más adultos superan los 60.

“Nunca es tarde. Siempre ‘alguito’ vamos a intentar de acuerdo a la edad que tengan. Algo vamos a cambiar y mejorar. No hay que dejarlos encerrados sin hacer nada”, aconsejó la profesora.

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