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La Nueva Generación en la Sarmiento 1925-1935: Teodomiro Bravo Zamora, y Raúl García Gorostiaga

Biblioteca Sarmiento.
Crédito: Homenaje a dos presidentes que cambiaron la faz de la institución.

Entre los muchos recuerdos y datos históricos que guarda la Sarmiento hoy recordamos a dos presidentes que cambiaron la faz de la institución, con su gestión cultural, y por apuesta a convertirla en el centro cultural de la provincia. Una línea que a lo largo del tiempo se mantuvo como constante desde su nacimiento hasta nuestros días.

 

 

Teodomiro Bravo Zamora en 1925 estaba preparando su traspaso a los “jóvenes” (Bravo Zamora, 1926:5) universitarios que se acercaron a la Sarmiento. La lista de socios ya no tienen sólo periodistas, políticos, docentes del Nacional, y de los principales centros educativos capitalinos, sino comenzamos a observar que hay nuevos profesionales que pertenecieron a La Brasa y a la Nueva Generación. Los universitarios que habían llegado a Santiago del Estero estaban conformando centro culturales, y asociaciones de profesionales, y en esa marea operativa se interesaron en desembarcar en la entidad. En ese momento, el fin de los universitarios era monopolizar a la Biblioteca, porque reunía los requisitos para ser el comando central del proyecto de llevar la educación a todos los sectores sociales de la provincia. Las ideas reformistas se trasladaron a Santiago del Estero a través de profesionales que pensaron a la provincia dentro de este movimiento que tuvo sus rasgos particulares en aquellos lugares sin tradición universitaria. Bravo Zamora actualizó la bibliografía en la Sarmiento, con compra de libros, y con los enviados por la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, y era tan querido por los jóvenes de la Nueva Generación, que votaron siempre a su favor en las elecciones de 1926 a 1935. Bravo Zamora se había convertido en un maestro arielista para muchos socios reformistas. En 1924 la Nueva Generación, conquistaba el Colegio Nacional, y se aprestaba a hacerlo con la Sarmiento, y en ese sentido Bravo Zamora, fue un puente. La cercanía de este con Ricardo Rojas, y el grupo Cumbre de Tucumán, lo convirtió en un foco de reunión para los universitarios, que como García Gorostiaga, luchaban por establecer un sendero identitario en el NOA, y a la vez difundir la cultura liberal en todos los sectores populares de la provincia.

 

 

Las elecciones de 1925 y 1926 registran 100 socios votantes, un número importante para la época, y muchos de los mismos son jóvenes recién llegados de las universidades. En 1926 los socios de la Sarmiento, eran calificados por la prensa como “personas distinguidas y capacitadas” (Santiago, 13/5/26:3). Las elecciones de 1926 sostuvieron a dos listas, la de La Brasa, y la de la Nueva Generación,  la primera se retiró porque la derrota era factible debido al número de votantes que apoyaron la gestión de Bravo Zamora. Raúl García Gorostiaga en la citada comisión era el presentador de los eventos de la Sarmiento, y priorizó recitales de piano acompañados de sopranos. La presidencia de Bravo Zamora en 1925 significó un política cultural marcada por la presencia de dos grupos muy importantes en Santiago del Estero en ese momento, por un lado la citada Nueva Generación de tendencia reformista, y por otro, Incahuasi de línea indigenista, y formado por intelectuales de larga trayectoria en la provincia. Bravo Zamora estableció correspondencia con la Universidad Nacional de Tucumán, y especialmente con Juan B. Terán, que mediante Antenor Ferreyra siempre cuando se podía se lo invitaba a Santiago del Estero. Bravo Zamora reclutó socios protectores como la familia de Honorio Yolde, Antenor Alvarez, el senador Ramón Gómez, Manuel Cáceres, Maximina Olmos de Jimenez, Manuel Gallardo, Justiniano de la Zerda, José Abalos, y Salvador Mazza. De esta manera podemos observar que figuras del radicalismo estuvieron presentes entre los colaboradores de la Biblioteca. La Sarmiento se ligo a la Biblioteca Argentina para ciegos de Buenos Aires, Biblioteca del Congreso Nacional, y Biblioteca Carlos de Alvear de Mendoza, a través de intercambios de documentación, pues estaba en Bravo Zamora la idea de establecer un archivo histórico en la entidad.

 

 

La Sarmiento en ese momento estaba unida a la elite social, y política, por eso la presencia del Club Social de señoritas, Colegio de Médicos, Escuela Normal de Maestras, Sociedad de Beneficiencia, y Departamento Nacional de Higiene, y el rechazo a muchas solicitudes para ser socios de la misma, indica una cierta exclusividad que restringía el ingreso a la misma, y entre los rechazados hay miembros de La Brasa, el competidor de Nueva Generación. Si bien la Brasa registra un miembro en la comisión directiva de 1925, los otros grupos tenían mayoría en la misma. La Sarmiento apoyó con libros a escuelas como la Máximo Victoria, y la Normal de preceptores de La Banda, y auspició la presencia de la docencia santiagueña en la primera convención internacional de maestros a realizarse en Buenos Aires. Recibió donaciones de libros del Congreso de la Nación, y de organismo legislativos de varias provincias. Su buena relación con Incahuasi, y sus actos culturales, se debe a que Raúl García Gorostiaga estaba impulsando a que la Nueva Generación se hiciera más sólida en la Sarmiento. La llegada de Juan B. Terán, y Pablo Pizzurno, establecieron nexos con el grupo Cumbre de Tucumán, y  Nativa de Buenos Aires, y la de Ernesto Nelson con el Colegio Nacional de Santiago del Estero. La presencia de Gorostiaga en la comisión de Bravo Zamora, auspició el contacto con Carlos Cossio de la Sarmiento tucumana, los dos eran reformistas, y en la correspondencia se puede ver que buscaban darle a la biblioteca un rol cultural central en el norte, y especialmente en el área educativa y social. La Nueva Generación en la Sarmiento en 1927 estableció correspondencia con la Federación Universitaria de Buenos Aires, con ello, libros, y revistas, comenzaron a llegar a la Biblioteca. Gorostiaga y su grupo compartían con Gabriel Mazo de Buenos Aires, que la Reforma era un movimiento universitario y social, por eso la presencia de los reformistas estaba ligada a centros culturales, Asociaciones, y Bibliotecas en Santiago del Estero.

 

 

Gorostiaga en esa línea, desde la Sarmiento apadrinó una de las primeras bibliotecas impulsadas por la Nueva Generación, se llamó José Ingenieros, y fue fundada en Estación Aurora, la misma tuvo libros y revistas enviadas por la entidad capitalina. La misma ayuda brindó la Sarmiento a las bibliotecas del Charco,  Leopoldo Lugones de Remate, Agustín Alvarez, y Manuel  Gorostiaga de Capital. En 1928 la Nueva Generación impulsó el homenaje a Ricardo Rojas con lo cual se unía al auspicio del grupo Carcaj de Tucumán que era rojista y estaba tejiendo redes en el norte. La verdadera intención de Gorostiaga y su grupo era impulsar desde la Sarmiento la creación de la Universidad de Santiago del Estero, por eso la nutrida relación con los tucumanos. En ese tiempo el Asociacionismo fundó una alianza interesante entre La Brasa y la Nueva Generación, y el punto de acuerdo, era la fundación de Bibliotecas, y la primera Universidad Popular de la provincia, que sentaría las bases de la primera institución universitaria de Santiago del Estero. De alguna manera, la Nueva Generación llevó la cultura a todo el interior, pues ese era uno de sus objetivos, descentrar las políticas culturales de la Capital y Banda.

 

 

Bravo Zamora siguió con la construcción del edificio social, tarea que venía sosteniéndose de comisiones anteriores, y con el subsidio que estaba gestionando ante la comisión protectora de Bibliotecas Populares, logro fondos para continuar la obra. En 1925 con la inauguración del salón de actos, y el edificio, con la presencia de autoridades municipales, provinciales, y nacionales, Bravo Zamora ubicó a la Sarmiento en el concierto nacional, y eso le permitió conseguir un subsidio en 1926, con la gran ayuda de sus socios protectores (varios de ellos diputados nacionales). Esta práctica de pedir ayuda de recursos  evidenciaba la debilidad de la institución en el plano económico, las deudas de agua y luz, se llevaron parte del subsidio, por lo que se tuvo que acudir de nuevo a más ayuda estatal para terminar la obra. La reforma del reglamento preparó el terreno institucional para los nuevos tiempos.

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