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Neumonía: cómo detectarla y tratarla, y cuáles son los cuidados que hay que tener

La llegada de la época invernal genera todo tipos de afecciones en nuestro organismo que hace que el mismo decaiga y hasta sufra una posterior recaída si no se lo trata como corresponde, y una de esas complicaciones la suele traer la neumonía que afecta a los alvéolos de los pulmones.

 

El asunto es que los pulmones son dos órganos del tórax formados por una membrana externa (pleura) que contiene en su interior gran cantidad de bronquios (por donde pasa el aire) y miles de alvéolos (pequeños sacos), que en las personas sanas se llenan de aire al respirar y permiten la entrada de oxígeno a la sangre y la salida de dióxido de carbono.

 

Ahora cuando estos se encuentran alterados aparece la llamada neumonía (o también denominada pulmonía), que es la infección que afecta a los alvéolos de pulmones y puede ser segmentaria (afecta a un sector) o total, unilateral o bilateral (en ambos pulmones).

 

Los alvéolos se inflaman y se llenan de mucosidad o pus, lo que dificulta la entrada de aire (disnea) y limita el paso de oxígeno a la sangre (hipoxemia). Respecto a esto, la doctora Valeria El Haj (M.N. 99.291) resaltó que “esta patología puede ser causada por bacterias, virus y hongos de diferente agresividad”.

 

Datos de la OMS

 

En tanto, y según la Organización Mundial de la Salud, esta patología es la principal causa individual de mortalidad infantil en todo el mundo. En 2019 provocó la muerte de 740.180 menores de 5 años, lo que supone el 14% de todas las defunciones de menores de 5 años en todo el mundo y el 22% de todas las defunciones de niños de 1 a 5 años. A su vez, el 20 a 30 % de los casos se debe internar y el 9 % va a terapia intensiva.

 

Un punto clave a tener en cuenta es que el cuadro clínico de la neumonía puede ser más grave a cierta edad (niños y ancianos), por la presencia de enfermedades previas (inmunodeficiencia, asma, tabaquismo, EPOC, etc.), por la virulencia del germen causal y por la aparición de alguna de sus complicaciones.

 

“Generalmente, la neumonía se presenta de forma aguda (en horas o días) precedida de resfríos, faringitis o bronquitis. Los síntomas y signos pueden ser de leves a severos, incluida la tos seca o con catarro (mucoso o purulento), fiebre, dolor en el tórax y dificultad para respirar escasa a severa (disnea)”, destacó la profesional de la salud.

 

Las complicaciones que agravan el pronóstico de la neumonía son: el derrame pleural o empiema (líquido o pus en la pleura), el neumotórax (ruptura de la pleura), la bacteriemia (pasaje de gérmenes a la sangre) con infección en otros órganos, el absceso de pulmón (cavidad pulmonar con pus dentro) y la hipoxemia con insuficiencia respiratoria (la causa más frecuente de muerte por neumonía).

 

Neumonía: recomendaciones a saber

 

Sin embargo, y a pesar de la gravedad que puede presentar la neumonía es clave tomar medidas para prevenir esta patología que pone en riesgo la vida, las cuales son las siguientes: una correcta vacunación: Las vacunas generan defensas contra ciertos gérmenes antes de que las personas se infecten y ayudan a prevenir o atenuar la gravedad de ciertas neumonías por bacterias y virus.

 

En Argentina existe un Calendario Nacional de vacunación, que especifica las vacunas obligatorias y gratuitas. Las mismas se aplican en los vacunatorios, centros de salud y hospitales públicos del país. Este calendario incluye vacunas para todas las etapas de la vida, situaciones especiales o para grupos específicos.

 

El Haj subrayó con relación a este punto que “las vacunas no evitan todas las neumonías, pero comparando con personas no vacunadas, los pacientes vacunados que contraen neumonía tienen infecciones menos graves, cuadros clínicos más cortos, menos uso de internación sanatorial, menos complicaciones graves y menos muertes”.

 

Otras medidas importantes

 

Lo interesante es que también existen otras medidas complementarias a la vacunación que ayudan a prevenir la neumonía, como 1) lavarse las manos con agua y jabón o con desinfectantes con alcohol, reiteradas veces al día, 2) mantener una adecuada higiene bucal. Una mala higiene bucal contribuye a la colonización de la boca por gérmenes patógenos que infectan a los pulmones cuando ocurren microaspiraciones e incrementa el riesgo de tener neumonía, 3) evitar el contacto con personas infectadas, en especial para las personas más susceptibles (ancianos, no vacunados o con alguna enfermedad crónica). La persona enferma debe usar barbijo, en especial al relacionarse con niños y ancianos.

4) sin humo ni tóxicos: El tabaquismo, el humo y los tóxicos ambientales impiden que los pulmones usen varios mecanismos de defensa contra los gérmenes. Los niños son fumadores pasivos por sus padres. Aspirar sustancias tóxicas ambientales o laborales (humo, polvos, smog) en exposición crónica lesiona a los pulmones, obstruye los bronquios, destruye alvéolos, por lo que predispone a neumonías graves.

 

5) mantener fuerte el sistema inmunológico: Hacer actividad física, tener un plan de alimentación sana, un peso adecuado y suficientes horas de sueño, produce un óptimo funcionamiento de las defensas y defiende al cuerpo de infecciones, 6) evitar la broncoaspiración: en alcohólicos, trastorno neurológico de deglución (ACV), o reflujo gastroesofágico, debe ingerir pequeñas cantidades de sólidos y líquidos, elevar la cabecera de la cama, no abusar del alcohol, de manera que los alimentos, bebidas o saliva no ingresen e infecten a los pulmones (broncoaspiración), 7) en cirugías o prácticas planificadas, no comer durante 8 horas ni beber líquidos durante 2 horas antes impide broncoaspiración mientras está sedado o anestesiado y 8) por Sistema inmunológico deteriorado o debilitado, es posible usar antibióticos para prevenir el crecimiento de bacterias en los pulmones (tratamiento profiláctico).

 

¿Cómo se la trata?

 

En cuanto al tratamiento de la neumonía, el mismo puede ser con antibióticos (ATB) para bacterias, con antivirales (en general contra la gripe) o antimicóticos (contra hongos). El fármaco se escoge en función del microorganismo que ha causado la neumonía. Se tienen en cuenta la gravedad de la neumonía, la causa más probable y la resistencia a los antibióticos de los gérmenes del lugar.

 

Tras el diagnóstico correcto, se indica el fármaco específico. El tratamiento empírico se inicia sin esperar el resultado de los cultivos (en base a datos clínicos y epidemiológicos). El tratamiento de certeza se indica si se detecta el germen en los estudios iniciales y su sensibilidad a los fármacos.

 

“Siempre es importante saber que es el médico la persona idónea que indicará al paciente un tratamiento eficaz para cada tipo de neumonía. De todas maneras, es fundamental hacer foco en la prevención para evitar esta patología y sus complicaciones, que a pesar de su tratamiento puede comprometer la vida o dejar secuelas”, finalizó diciendo El Haj.

 

¿Cuándo acudir al médico?

 

Para estar atentos a un posible caso de neumonía, sobre todo para aquellos padres que están preocupados por la salud de sus hijos, existen algunas características clínicas que pueden alertar acerca de un posible cuadro de esta afección.

 

En caso de presentar alguna de ellas se recomienda ir a un hospital: fiebre, transpiración, escalofríos con temblor, dolor en el pecho al respirar o toser, en los recién nacidos o en los adultos mayores puede que la temperatura esté más baja que los 36°C, o que presenten dificultad para comer o hidratarse, dificultad para respirar, lo que produce fatiga, tos con expectoración, somnolencia exagerada, desorientación y cambios en la conducta.

 

Hay grupos que presentan mayor riesgo de contraerla y son los mayores de 65 años, menores de 2 años con signos y síntomas, personas con afección de salud no diagnosticada o sistema inmunitario debilitado, pacientes que reciben quimioterapia o toman medicamentos que inhiben el sistema inmunitario, o con antecedentes de enfermedades cardíacas o pulmonares.

 

(Crónica)

Salud

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