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Cómo sacar grandes fotos con tu teléfono: los secretos del modo Manual, develados

Habrán notado con qué facilidad se dan por muertas ciertas tecnologías. Basta que aparezca un celular con un sensor de 200 millones de pixeles para que, haciendo caso omiso de montones de factores, decretemos que las cámaras fotográficas ya son cosa del pasado.

 

Hace cosa de un mes, compramos una cámara profesional sin espejo, muy a pesar de que la persona que iba a usar el equipo ya tiene un teléfono de esos a los que solo les falta levitar. Pero en un estudio de TV había visto algo notable: nadie estaba usando celulares para filmar. Lógico.

 

Se puso a averiguar y al final se decidió por esta cámara que, dejando de lado algunos detalles, es realmente muy buena. Pero posiblemente se habría llevado una decepción (no diré mayúscula, pero si perceptible) si no me hubiera hecho caso y hubiera tratado de ahorrarse algo de dinero en un objetivo adicional. Bueno, bastante dinero, en realidad.

 

¿Qué es un objetivo? El ojo de la cámara. Para los que usamos celular resulta invisible, excepto como una lente de menos de medio centímetro de diámetro, pero en las cámaras profesionales es un dispositivo de forma cilíndrica, bastante robusto y pesado, y con lentes de cristal enormes (para lo que estamos habituados). Un dato más: un objetivo bueno es caro. Usualmente, tanto como la cámara con el kit básico, y, si es tope de gama, mucho más. (Hay diferentes familias de objetivos, y cuanto más costoso, mejor calidad del cristal, las coberturas antirreflejos y demás; todo eso termina viéndose reflejado en las imágenes.)

 

De fábrica, las cámara suelen venir con un kit básico. Por kit básico se refieren a un objetivo que funciona como zoom (a veces, incorrectamente, se los llama macro), es decir, con una distancia focal variable. Típicamente, va de gran angular hasta normal o tele. Uno tiende a pensar que con esto ya tenemos para hacer lo que uno ve que hacen los profesionales. Pero no. Digamos, no exactamente.

 

Cuando le recomendé que comprara un objetivo adicional la razón era concreta y objetiva, no un caprichito de paladar negro. Aparte de que la distancia focal lo haría funcionar como un teleobjetivo (esto depende del tamaño del sensor), lo que mejora sustancialmente los retratos, el objetivo que le recomendé tenía una apertura de diafragma mínima de 1.8. Este número, que viene desde hace muchísimo en fotografía, suele pasarse por alto. Sobre todo porque en los teléfonos es un valor que no se puede cambiar, así que, bueno, no hablamos de él y listo.

 

Pero el F-stop, Número f o Apertura de Diafragma es una de las piezas clave en el rompecabezas de las grandes fotos. Si el diafragma (lo que sería el iris del ojo de la cámara) está completamente abierto, el fondo quedará fuera de foco. Sin inteligencia artificial, sin bordes dudosos, sin trucos que, incluso cuando son muy buenos, el ojo de algún modo detecta. ¿Por qué? Porque el mundo sigue siendo material, y cuando podés controlar la apertura de diafragma podés poner el fondo fuera de foco gracias a las leyes de la óptica. No gracias a un algoritmo que intenta emular las leyes de la óptica. Además de eso, no hay punto de comparación entre la calidad de los cristales de un objetivo de gama media o alta y la lente en miniatura de un celular. (Del sensor hablaremos en otra ocasión, pero verás que las fotos de una cámara profesional con un sensor de 24 megapixeles son notablemente mejores que las de un celular con un sensor de 200 megapixeles; hay una explicación para eso.)

 

¿Qué es la apertura de diafragma?

Salvando algunos detalles (por ejemplo, que los números que vas a ver enseguida son la relación entre el diámetro de la pupila de la cámara y la distancia focal del objetivo), la apertura de diafragma es un rango y se expresa con dos números. Por ejemplo, 1.8 y 22. El número más bajo (1.8) indica la apertura máxima (la pupila del gato de noche). El 22 es el iris cerrado al mínimo (la pupila del gato al sol del mediodía). Cuanto más bajo es el Número f mínimo (1.8, en este ejemplo), se dice que el objetivo es más luminoso. En los objetivos se los muestra como el número máximo (1.8) en relación con la distancia focal (por ejemplo, 35mm). En un caso así, se vería 1.8/35.

 

Sí, ya sé. Es un poco confuso, pero el asunto es que cuanto menor sea el número menor, mejor. Normalmente, los kits básicos, al ser zooms, arrancan en un F-stop de 4, y con una apertura máxima de solo 4 es mucho más complicado jugar con la profundidad de campo.

 

Además, y exactamente como ocurre con el audio, al final el que toma la foto es un costoso objetivo construido con cristales de muy alta calidad tratados de formas no menos complejas. Por ahora, y pese a los excelentes resultados que aporta la IA con los teléfonos, una buena cámara sigue siendo una herramienta esencial para hacer videos y fotos profesionales. No digo que la calidad esté muy valorada hoy y tampoco digo un buen objetivo sea toda la solución, pero cuesta bastante trabajo hacer algo por encima de la media con un objetivo de calidad elemental, de la misma forma que por mucho dinero que hayas gastado en un equipo de sonido, si le ponés altavoces de mala calidad, el resultado será malo.

 

¿Entonces qué hago con mi smartphone?

Entra en escena tu teléfono. Aparte lo dicho arriba, y como la inversión en una buena cámara (bien por encima del medio millón de pesos, hoy, sin contar accesorios) solo tiene sentido si producís contenidos profesionales, vamos a ver qué es lo que sí se puede manipular en el smartphone y qué puede hacer que tus fotos mejoren mucho. Lo vamos a hacer simple, porque tampoco estos equipos permiten demasiado margen de maniobra.

 

Casi cualquier teléfono más o menos bueno ofrece un modo Pro o Manual en la cámara. Significa que en lugar de delegarle a la IA las decisiones sobre cómo tomar la foto o el video, lo podés hacer vos a mano. Esas decisiones involucran en esencia dos cosas: cómo y dónde hacer foco y qué parámetros de exposición utilizar. Exposición es la cantidad de luz que le llega al sensor del teléfono y es lo que decide si la foto sale sobreexpuesta (toda blanca), correctamente expuesta o subexpuesta (toda negra). Además, es también, como verás enseguida, lo que decide si la foto sale movida.

 

ISO, ASA, eso

El más misterioso de los parámetros es el ISO, también conocido como ASA. Es la sensibilidad de la película. No hay película aquí, pero funciona igual (salvando algunas cuestiones en las que entraremos solo tangencialmente). Va de 50 hasta 3200 o más. Mayor el número, más sensibilidad. O sea, a mayor ISO, menos luz necesitás para sacar la foto bien expuesta. ¿Entonces de noche ponemos el ISO en 3200, y adiós? No tan rápido.

 

Casi todo en fotografía y video constituye una decisión de compromiso. No hay magia. Por ejemplo, a medida que subís el ISO, la foto va exhibir más ruido e incluso podría reducirse la resolución. Ese granulado, que quedaba lindo en las fotos tomadas con película real, porque era aleatorio, en los sensores electrónicos resulta desagradable a la vista, porque se ve regular. No queremos eso. Así que el primer paso para dominar esto del modo Manual es arrancar en el menor ISO posible, 50. E ir subiendo desde ahí. Salvo casos en los que la foto es imperdible y no te queda otra opción, no subas de ISO 400.

 

Apertura fija y velocidad de obturación

El F-stop no puede cambiarse en estos objetivos ínfimos, así que no contás con la posibilidad de bajar el ISO y abrir el diafragma. Pero sí podes cambiar la velocidad de obturación. Acá tenés que acordarte otro número: 60.

 

Una velocidad de obturación de 1/60 de segundo es la mínima para que, sin usar trípode, no te salgan las fotos movidas. Una foto movida, lamentablemente, no tiene arreglo. Así que arrancamos con al menos ISO 50 y 1/60 de velocidad de obturación. Si la imagen se ve muy blanca, subí la velocidad. Si está muy oscura, bueno, hay que empezar subir el ISO y llegado el caso bajar más la velocidad, pero con un punto de apoyo, para que la foto no salga movida. Al final de esta nota hay un par de trucos para estos escenarios extremos.

 

El balance es todo

Después vas a ver que podés alterar el balance de blancos (WB, por White Balance; AWB es Auto White Balance). No le damos la importancia que tiene y en general lo dejamos en automático. Pésima idea.

 

¿Por qué? Porque salvo en un estudio, donde podés controlar rigurosamente todos los parámetros de luz, el teléfono se la va a pasar ajustando el balance de blanco y el espectador va a notar que algo no está bien. Quizá no llegue a darse cuenta de qué. Pero, como se dice, Dios está en los detalles, y el resultado es incómodo a la vista. O al menos, muy amateur. Vamos a ver qué es el dichoso balance de blancos y cómo usarlo a nuestro favor.

 

Básicamente, el balance de blancos le dice a la cámara que es lo que debe verse como blanco. Nuestro cerebro se adapta solo a ese valor. Las cámaras, no. Así que lo que vos ves como blanco, en la foto puede salirte amarillo, blanco, tiza, azul o verde. Depende de la fuente de luz. Y tampoco queremos eso.

 

Verás que el balance de blancos está asociado a un número seguido de la letra K, por grados Kelvin, que es como se mide la temperatura de color. Es toda una ciencia y prometí no complicarlo, pero en tu teléfono vas a poder moverte desde un poco más de 2000 hasta 10.000K. Menor el número, más cálida la luz. O sea, la luz de una vela tiene una temperatura de color de más o menos 2000 K, lo mismo que el ocaso. En el otro extremo, el cielo sin nubes al mediodía en el polo está en más de 10.000.

 

Fantástico, ¿pero cómo se usa? Acá tenés un ejemplo práctico. Mi estudio tiene cortinas translúcidas azules. El techo y las paredes son blancos. Mis ojos siempre van a ver las paredes blancas, básicamente porque mi cerebro sabe que son blancas. Pero en la foto, al mediodía, la habitación se va a ver como pintada de azul si el balance de blancos está en 2300 y casi amarilla en 10.000. El punto que tenés que elegir es, por supuesto, uno en que lo que sabés que es blanco se vea blanco. (Hay kits con tiras de color para hacer esto, pero cualquier cosa blanca te sirve). Y hay algo más.

 

El balance de blancos puede ser usado con fines estéticos. Acá tenés el mismo atardecer, a la misma hora (con segundos de diferencia) en los que el balance de blanco cambia sustancialmente la naturaleza de la foto, sin modificar ninguno de los otros parámetros. O sea, sí, en general, vas a querer que el blanco se vea blanco, pero también podés alterar los Kelvin para lograr un efecto estético: un atardecer más frío, un retrato más cálido, etcétera.

 

Mi mejor consejo es que, ante la duda, en lugar de ponerlo en automático, sobre todo para grabar videos, y lo dejes en 4500. Y sobre todo, que experimentes con diferentes valores, hasta tomarle el pulso a este parámetro.

 

Accesorios y trucos

El principal accesorio para sacar buenas fotos con el celular en modo Manual es un trípode. No ahorres en esto, porque es clave. Comprate uno con un gancho en la parte inferior del eje principal, para poder colgar algo pesado de ahí (un bolso, ponele) y aumentar así la estabilidad.

 

Y un truco del estribo: si necesitás una velocidad baja, para que al tocar la pantalla no se mueva el celular y salga todo movido, usá el temporizador. O los comandos de voz, que andan bien.

 

Ariel Torres

Tecnología

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