Opinión

Síndrome del erizo de mar

Cuando una persona toca o pisa un erizo de mar, sus espinas afiladas causan una herida punzante y dolorosa. Las púas se rompen en la piel y cuando no se extraen causan inflamación y un dolor crónico. Sólo las espinas visibles, aquellas que quedan clavadas a la superficie, serán extraídas sin dificultad.

 

Pero las que penetraron en el cuerpo y se rompió su extremo exterior, quedan invisibles al ojo humano. Sólo las siente el damnificado.

 

Cuando la víctima de un Perverso Narcisista es descartada, antes de tener la posibilidad de llegar a un consultorio con un especialista que esté capacitado en el tema, se siente impedida de poder abrazar y tener contacto con otras personas. Son tantas las secuelas del abuso, el dolor y el desconcierto que la víctima se siente sola, aislada y perdida.

 

Así como cuando alguien pisa un erizo de mar, a la víctima le quedan muchas espinas adentro. Invisibles en la superficie. Espinas que sólo le duelen cuando las toca.

 

Como con las heridas profundas de los pinches del erizo, las espinas clavadas por un psicópata integrado generan que la víctima, cuando quiere abrazarse con alguien le duele y por ende le cuesta volver a conectar con el amor, volver a confiar.

 

Quitarlas es el trabajo más arduo de todo el proceso de sanación-liberacion  y se hace en colaboración con un terapeuta especializado.

 

La extracción de estas púas simula una cirugía espiritual-emocional. Y como todo acto quirúrgico requiere de un conjunto de elementos: Anestesia, un quirófano estéril, un procedimiento y obviamente un cirujano. 

 

La anestesia es la inocencia de la víctima. Si todavía la persona no comprende su inocencia y sigue inundada de culpa no se podrán extraer las espinas y algo del erizo seguirá dentro de ella. El quirófano debe estar estéril de culpa.

 

Las espinas no se pueden sacar todas juntas: no se realiza la incisión y se quitan todas en una sola intervención. Es una labor en conjunto en donde el terapeuta es como el cirujano que visibiliza las púas que están en la profundidad…pero es el paciente quien saca cada una de ellas.

 

 

Las espinas de la confusión, la angustia, la vergüenza y ansiedad se irán quitando a lo largo de un camino de recuperación y regeneración.

 

El duelo a tramitar será por la pérdida del ser inocente que la víctima fue antes del abuso; pero durante los procesos de la cicatrización y curación surgirá alguien nuevo.

 

Dice un trillado refrán que “lo que no te mata te fortalece” y el fruto de la recuperación será un ser más fuerte y consciente de sus vulnerabilidades.

Preparado para no dejarse manipular nunca más por nadie.

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