Opinión

La Revolución Francesa y la masonería

Las muy frecuentes guerras en Europa atraían la atención de gobernantes y gobernados, mientras que toda clase de sectas, logias y clubes secretos seguían proliferando y maduraban golpes cada vez más ambiciosos. En general, se iba deteriorando la situación de Francia, en tanto que Inglaterra aumentaba su fuerza. De Londres llegaba la influencia secreta de los rosacruces, de la masonería y los iluminados de Baviera (Alemania). Todas ellas convergían a un mismo fin.

 

 

Cundía una gran variedad de logias y sociedades secretas. El papa Clemente XII decretó en 1738 la excomunión de los católicos que se afiliaran a la masonería en sus diversos ritos. Pero la masonería no era poderosa por su número, sino por los puestos de suma influencia que ocupaban sus miembros. La monarquía francesa se deslizaba hacia la frivolidad, y menguaba su control sobre la máquina gubernamental. En el Ejército había infiltración que debilitaba la disciplina. En el parlamento se bloqueaban reformas positivas. En el clero aumentaban los sacerdotes casi indiferentes, y en general cundía una propaganda de confusión. Las organizaciones secretas recibían fondos de Amsterdam, Rotterdam, Londres, Génova y Venecia, y se preparaban para destruir al Estado francés.

 

 

A medida que el capitalismo fue desarrollándose más en Europa, banqueros y comerciantes comenzaron a detentar una más cuota de poder, y la organización en sociedades secretas comenzó a ser un factor preponderante en la lucha subterránea que una parte del empresariado llevaba a cabo contra reyes y papas. En tal sentido, hay un año que representó un verdadero quiebre en la correlación de fuerzas entre el empresariado y las monarquías y el papado: 1776. Ese año, el fundador de la poderosa dinastía Rotschild financió en Baviera (Alemania) a un oscuro ex clérigo jesuita para que fundara una sociedad secreta con el propósito de liderar las logias masónicas que se habían reorganizado en 1717, y respondían a la monarquía inglesa. Se trató de la logia de los Illuminatti de Baviera. Los Illuminatti no son una sociedad secreta más, sino una sociedad con objetivos claramente políticos, dispuesta a aplicar una metodología revolucionaria, utilizando muchas veces golpes militares, actos de terrorismo y guerras para lograr sus objetivos de dominación global y debilitamiento de las políticas nacionales que han sido y son siempre una barrera para el empresariado financiero y comercial. La llamada Revolución Francesa fue hecha con franceses, pero era obra de una fuerza cosmopolita internacional, principalmente compuesta por sectas masónicas en una alianza conspirativa con los Iluminados de Baviera.

 

 

La Revolución dejó ver —tras las matanzas, los degüellos y las cabezas clavadas en palos y paseadas por las calles de París— gran parte de su verdadera esencia, tan sutilmente disfrazada.

 

 

El 1792 se derogó la era cristiana y comenzó a contarse el año I de la nueva era revolucionaria. Se decretó la abolición del culto católico. Los templos fueron saqueados y cerrados, se negó a Cristo, se suprimió la ley divina revelada, consiguientemente se derogó la ley moral. Se proclamó el culto a la Diosa Razón. El hombre ya no tenía más deberes que los que se diera sí mismo. Apareció la palabra democracia, con la cual la fuente de toda autoridad se situó en la decisión de un grupo gubernamental que se arrogaba la representación del pueblo, y que decía actuar a nombre de éste.

 

 

Hubo tres mil ejecuciones en París, se calcula que 17.000 en toda Francia, sujetas a proceso, pero que las ejecuciones sumarísimas y las matanzas descontroladas hicieron subir de 35.000 a 40.000 el número de muertos. El 31% eran obreros o artesanos, y el 28% eran campesinos. El resto lo componían burgueses y aristócratas. En nombre de la justicia se cometieron torrentes de injusticias. En nombre de los pobres se volvió más desventurados a los pobres. En nombre de la libertad se suprimieron todas. Cesó la libertad de prensa y de cultos. Los templos fueron cerrados y cientos de sacerdotes y monjas ejecutados.

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