La Provincia

El paso a la inmortalidad del general Manuel Belgrano

El general Belgrano era un hombre de talento cultivado, de maneras finas y elegantes, gustaba mucho del trato de las señoras; un día me dijo que algo de lo que sabía lo había aprendido en la sociedad con ellas. Otro día me dice: me lleno de placer cuando voy a una casa y encuentro en el estrado en sociedad a las señoras con los oficiales de mi ejército; en el trato con ellas, los hombres se acostumbran a modales finos y agradables, se hacen amables y sensibles, en fin, el hombre que gusta de la sociedad de ellas, nunca puede ser un malvado. Esta ocurrencia me hizo reír mucho.

 

 

El general era muy honrado, desinteresado, recto y perseguía el juego y el robo en su ejército; no permitía que se le robase un solo peso al Estado, ni que se le vendiese más caro que a otros.

 

 

El general era de regular estatura, pelo rubio, cara y nariz fina, color muy blanco, algo rosado, sin barba, tenía una fístula bajo de un ojo (que no lo desfiguraba porque era casi imperceptible), su cara era más bien de alemán que de porteño, no se le podía acompañar por la calle porque su andar era casi corriendo; no dormía más que tres a cuatro horas, montando a caballo a medianoche salía de ronda a observar el ejército, acompañado solamente de un ordenanza. Era tal la abnegación con que este hombre extraordinario se entregó a la libertad de su Patria, que no tenía un momento de reposo, nunca buscaba su comodidad, con el mismo placer se acostaba en el suelo o sobre un banco, que en mullida cama.

 

 

La casa que habitaba y que el general mandó edificar en la Ciudadela era de techo de paja, sus muebles se reducían a doce sillas de paja ordinaria, dos bancos de madera, una mesa ordinaria, un catre pequeño de campaña con delgado colchón que siempre estaba doblado.

 

 

Su equipaje era muy modesto. Varias veces me pidió un par de camisas como así también cien o doscientos pesos para comer. Lo he visto tres o cuatro veces en diferentes épocas con las botas remendadas, y no se parecía en esto a un elegante de París o Londres.

 

 

 

José Olivieri

 

Presidente de la Asociación Civil Cultural Sanmartiniana de La Banda

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