Espectáculo

Alicia Pereyra: madre, cantora y docente de la ciudad de La Banda

En tiempos de confinamiento, llega el Día de la Madre, una fecha para no olvidar que rinde homenaje a una figura única en el seno de cualquier familia. Esa mujer incondicional y protectora, capaz de sacrificar la vida entera por la felicidad de sus hijos. Así es Alicia Pereyra una cantora de la ciudad de La Banda, guitarrera, docente, devota de la Virgen del Valle y madre de tres varones (Sergio, Darío y “Chiry” Tevéz). En diálogo con el Multimedio nos cuenta, cómo fueron sus inicios en la música, los desafíos y vivencias en su rol de madre y sus sensaciones al vivir de cerca el proceso de consolidación de dos grandes artistas como lo son Darío y “Chiry”.

“Yo era muy chiquitita y mi hermano mayor fue uno de los integrantes de la primera formación de Los Manseros Santiagueños, a mí casa venían a ensayar porque eran la mayoría el interior, eran jóvenes apostando a nuestra música, mi hermano hacia voz, quena y bombo. Desde muy pequeña he escuchado música y uno ya lo trae en el ADN, he crecido con esos acordes y aquellas voces toda mi vida. En la escuela era la artista, del jardín, de la escuela primaria”. Además relató “Yo he tenido padres grandes y sobre todo en aquellos años, que a la mujer le guste la música era raro, mucho más el folclore, yo observaba que en mi época si te gustaba la música tenías que aprender si o si el piano, ibas al conservatorio y más allá de que mis padres tenían una negocio y podían pagarme el conservatorio, a mí no me gustaba el piano, a mí me gustaba la guitarra. Mi primer instrumento fue el bombo porque mi hermano lo tocaba, yo lo escuchaba y aprendí sola, eso es nuestro, a los santiagueños nos sale enseguidita el compás de la chacarera”.

En el mismo sentido agregó; “Tenía un primo que me prestaba al guitarra, entonces escondida con las notitas que me pesaba yo hacia los acordes. Pero no la tenía todo el tiempo, me pedía la guitarra porque él era universitario y tenía que viajar. Así que he luchado y le decía a mi padre, papi cómprame la guitarra y él me dijo; “te la voy a comprar cuando te recibas”. Recién había entrado al primer año de la secundaria y para eso faltaban 5 años, con eso he batallado un montón, esos fueron mis inicios y es lo que uno ama y evidentemente abrazas para toda la vida. Hoy me veo con los años, que soy abuela, con la guitarra en la mano y me doy cuenta que no estaba equivocada en el camino que había escogido en algún momento”.

En cuanto a su madre recuerda recordó “Mi mamá era una señora grande, le gustaba la música, medio a escondidas me acompañaba a la radios y en aquel entonces te hacían pruebas como en LV11 para poder cantar, en el mismo “Alero quichua” también y así, permanentemente me fui enamorando, sobre todo de la legua quichua”.

En ese contexto afirmó acerca del ámbito musical; “En ese momento había pocas mujeres, la verdad que era una travesía. Yo me iba con mi mamá, ella me acompañaba a las peñas y después comencé como solista a los 17 años, sin tener nada. Y así me largué a cantar porque me encantaba”.

Haciendo un repaso de su vida artística, Alicia recordó; “Al tiempo don Sixto queda sin quien lo acompañara, porque sus hijas e hijo se abocaron al estudio y al trabajo, y don Sixto vino a hablar con mis padres para que lo acompañara. De esa manera se dio la oportunidad y viaje a Buenos Aires, tratando de ver que podía hacer de la música. He andando por los mejores escenarios a la par de don Sixto, he aprendido muchísimo. Al tiempo he vuelto, siento que todo ha sido un aprendizajes en mi vida, he tocado en muchos escenarios afuera de mi provincia, el cantaba, yo lo traducía.

Fue mucho aprendizaje y crecimiento en lo todo sentido. Es algo que sirve para toda la vida, por eso cuando acompaño salen muchos bordoneos de los que él me aconsejaba y me decía que hiciera”.

 

La música, un legado de orgullo y amor

 

Por otro lado contó cómo es compartir escenario con su hijos “He dejado muchos años la música, por eso a mí me emociona mucho tocar con ellos. Siempre digo Tata Yaya me ha dado mucho, me ha dado la yapa, la bendición más grande que puede haber, porque no todas tenemos por ahí la suerte de que el esposo o la pareja nos acompañe en los proyectos por diferentes instancias de la vida. Ellos se han criado escuchándome desde la panza porque más allá que yo no salía a cantar a los escenarios, si lo hacía en mi casa. En un momento dejo de actuar pero a la música nunca la he dejado, siempre la he seguido en mi casa, a mis tiempos, a mi manera. Luego empecé a estudiar en el profesorado, pero ya tenía a mi hijos, no obstante eso yo trabajaba como docente, entonces ellos han sido mis alumnos. Mis tres hijos, ya sea en la casa o en la escuela escuchaban música y escuchaban folclore. Ellos han pasado por la guitarra por la percusión y empezaron a descubrir los aerófonos. A mí también toda la vida me gustaron los aerófonos, Darío ha escogido la armónica y Chiry la quena. Mis nietos están en la escuela de música”.

Con gran emoción expresó; “Los chicos me escogen a mí para hacer sus presentaciones. Darío, al hacer música con su armónica y también hacer tango y hacer milonga, me dice “mami acompañame”. Siempre le he dicho; hijo vos tienes para que te acompañen grandes guitarristas y él me dice “yo quiero que vos me acompañes”. Que ellos me escojan para acompañarlos y adónde vayamos me presenten como la mejor guitarrista, me llena de orgullo”.

Cabe destacar que Alicia además es fundadora de la Escuela de Arte y Cultura “Sixto Palavecino”, que funciona hace 12 años, un espacio autogestivo donde se busca la inclusión de los jóvenes con discapacidad, además es una de las pocas compositoras mujeres y delegada cultural de la provincia.

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