La Provincia

La ???Mary???, del barrio El Triángulo al Juan XXIII, una luchadora incansable

???Mi familia siempre me educó con el don del trabajo, volver a mi casa con mis monedas".

Al momento de pensar e indagar en la historia de Santiago del Estero, es imposible dejar de lado el trabajo incansable que realizaban los pobladores para el progreso de su ciudad y para alcanzar una mejor calidad de vida, no solo para si mismo sino para lo suyos.

Hombres y mujeres que salieron a las calles a ganarse la moneda en tiempos difíciles y que en algunas ocasiones dejaron su tierra en busca de un mejor horizonte.

Historias de este estilo, son las que fueron construyendo el Santiago del Estero que hoy tenemos, forjado de sueños y esperanzas por ser cada día mejores, honrando el trabajo como el motor del progreso de los pueblos.

“Yo he nacido en el barrio El Triángulo que se llamaba, el que está por la Arenales y Defensa, ahí me he criado, mi mamá se llamaba María Emilia Trejo, ‘Gringa’ le decían, mi papá Carlos Ruiz de profesión herrero. Ahora tengo cuatro hijos, Leonora, Susana, Pablo y Juan José”, explicó María Ruiz (73 años) que hoy cuenta su historia de lucha y sacrificios.

Con tan solo 18 años, María comenzaba a escribir su destino y sin mediar, partió rumbo a Buenos Aires “trabajé en fábricas. Has visto cuando uno tiene ganas de salir, de hacer algo, bueno eso fue lo que me motivó a dejar la provincia, cuando llegué iba viendo en los cartelitos que necesitaban empleadas domésticas y justo conseguí trabajo en la casa del dueño de un fábrica de dulces, recuerdo que con mis patrones me iba a Punta del Este, Mar del Plata, cuando fuimos a Alta Gracia estaba filmando Sandro con Mariquita Gallegos, mi patrón era muy amigo de él”, comentó.

Sin embargo a pesar de todas sus aventuras y viajes, “Mary” no dejaba de extrañar su provincia natal y mucho menos a sus familiares, es por eso que dejó todo y en la década del ‘80 volvió tras sacar su boleto en tren solo de ida con destino a la “Madre de Ciudades” a concretar un nuevo capítulo en su vida.

“Dios me ha abierto las puertas, mis padres me aconsejaban que viva donde estoy viviendo ahora, desde 1988 que estoy en el barrio Juan XXIII, para mí no hay vecinos malos, todos son buenos, siempre me ayudan con todo”.

En su juventud, cuando aún vivía en Santiago del Estero María salía a trabajar con su mamá en inmediaciones al mercado Armonía, después de varios años, “Mary” es una de las puesteras más reconocidas de este tradicional punto de encuentro de los santiagueños.

“Recuerdo que me iba a trabajar con mi mamá, y dos hermanas, salíamos de El Triángulo, íbamos caminando por Arenales, agarrábamos la vía, luego la Perú, después hacíamos la cortada por calle Salta, por último la Tucumán, y de ahí llegábamos al mercado, vendíamos en la calle, alpargatas y otras cosas, en medio del calor, lluvias, tormentas, éramos fuertes. Hubo veces que no teníamos para comer, fueron tiempos muy sacrificados”, explicó en un momento de suma emoción en donde solo el silencio que llega después de las palabras sabe todo lo que tuvo que hacer frente en aquellos tiempos en dónde la provincia era considerada una ciudad inviable.

“Mi familia siempre me educó con el don del trabajo, volver a mi casa con mis monedas. En El Triángulo era muy feliz. Un día perdí mis monedas yendo a la despensa en medio de un tierral, no lo encontré y llorando volví a casa, pero a pesar de eso el almacenero me dio lo que necesitaba”.

“Iba a vender en la plaza Alvear a los milicos que se incorporaban al regimiento, en la plaza ellos descansaban hasta que llegue el tren, un día llegué con mi carrito de conservas y empecé a vender pancitos, café y en un momento ví que todos salieron disparando, ninguno me había pagado porque ya salía el tren, y una camada entera se fue sin pagarme”, mencionó entre risas.

Finalmente y haciendo un repaso de todo lo vivido “Mary” siente que a pesar de esos momentos duros y complicados que le tocó vivir ha “vivido lindo, me siento muy orgullosa de todo”.

Sus hijos hoy gozan de un vida que “Mary” en su adolescencia y juventud no la pudo tener, ya que las prioridades eran otras. Del otro lado del teléfono y descansando en su cama, una mujer santiagueña explica lo que es ganarse la vida.

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