Germán Gustavo Díaz (47) fue un gran delantero, potente, rápido y goleador. Comenzó jugando en el baby fútbol en San Roque, donde fue dirigido por Luis Boláñez y luego pasó a Unión Santiago, club en el cual formó parte de las divisiones inferiores y surgió para triunfar. En el “trico” pasó sus mejores momentos, al igual que en Central Córdoba, donde ascendió al Argentino A. Además, jugó el Nacional B en Atlético Tucumán. Fue un crack de la década del 90 y principios de 2000.
Hoy retirado de la actividad y actualmente desempeñándose como profesor de matemáticas, el exdelantero contó su gran carrera deportiva. Se retiró en 2005, jugando para el “ferroviario”.
—¿Cómo fueron tus inicios con el fútbol y en dónde?
—Mis inicios en el fútbol fueron defendiendo la camiseta de San Roque, un equipo de barrio dirigido por Luis Boláñez. Funcionaba en el club París, donde estuve hasta los 14 años. Luego de ello, pasé a realizar las divisiones inferiores en Unión Santiago y debuté con 17 años en primera, en 1990.
—¿Qué es lo que más extrañas de tu carrera como jugador?
—Extraño los viajes, las concentraciones y toda la previa de cada partido.
—¿Cuál es la anécdota más linda y la fea?
—La anécdota más linda y que siempre la recuerdo es cuando fuimos campeones con Unión Santiago, en cancha de Güemes. Fue en 1994 y ganamos por un contundente 8 a 1. Marqué tres goles esa vez.
Otro momento hermoso fue cuando logramos el ascenso al Argentino A con Central Córdoba en San Juan. Me acompañaron muchos familiares ese día y muchos amigos. Fue muy emocionante abrazarme al final con mi abuelo, mis viejos y mis tíos. Recuerdo que a un amigo le regalé mis botines.
Mientras que la anécdota fea la tuve en San Juan, jugando un partido por el Torneo del Interior con el “trico”. No podíamos salir de la cancha, había un portón de salida por el medio y por arriba, estaban los hinchas para agredirnos. Estaban todos con ladrillos en la mano y corrimos más rápido que en el partido para esquivar los ladrillazos. Fue horrible.
—¿Un mejor partido o gol?
—Me quedo con el 8 a 1 frente a Güemes, del 94. A esa jornada no me olvido nunca más.
—¿Quién fue tu mejor compañero?
—No me puedo quejar. En los clubes en donde estuve, siempre hubo grupos muy lindos y el compañerismo era fundamental para lograr objetivos. Tuve grandes compañeros.
—¿Un entrenador?
—Si me tengo que quedar con uno, lo elijo a Alcides Merlo. Aunque de todos los que tuve aprendí mucho.
—¿Un referente en tu puesto?
—En mi época, me sentía muy identificado con Guillermo Barros Schelotto, fue un referente para mi.
—¿Cuál fue el mejor equipo que integraste y por qué?
—Central Córdoba el de la temporada 1997/1998. Hicimos una tremenda campaña y ascendimos al Torneo Argentino A. Teníamos un equipazo formado en su mayoría por jugadores de Santiago del Estero. Tuve la suerte de ser el goleador de ese gran equipo que brilló.
—¿Cuántos títulos ganaste y cuál fue el más especial?
—Festejé 6 títulos, 5 con Unión Santiago y uno con Central Córdoba.
—¿Tus pasos por Central Córdoba y Unión Santiago fueron de lo mejor de tu carrera como futbolista?
—Mis pasos por Central Córdoba y Unión Santiago fueron de lo mejor en mi carrera, sin dudas. Me siento muy identificado con ambos. El “trico” es el club donde me inicié y en donde aprendí mucho. Mientras que en el “ferroviario” exploté en gran nivel y eso me llevó a ser observado por varios equipos del interior del país. Gracias a Central, pude llegar a Atlético Tucumán.
—¿Cómo fue tu etapa en Atlético Tucumán?
—En Atlético Tucumán jugué la temporada 1999/2000. Estuve junto a grandes jugadores, entre ellos, el comprovinciano Alfredo “Chifle” Beltrán, Nilton Pardal, “Cota” Álvarez, “Chivo” Peinado, Marinelli, Hugo Saavedra, “Pollo” Márquez, “Negro” Ibáñez, Mauro Amato, “Flaco” Zaccanti, entre otros. Había un gran equipo en todo sentido.
—¿No te animaste a ser entrenador?
—No tuve pensado ser técnico, pues me aboqué a los estudios terciarios. No me llamaba la atención dirigir algún club. Tenía decidido terminar mi carrera.
—¿A qué te dedicas actualmente?
—Actualmente soy profesor de matemáticas. Trabajo en el colegio Virgen de Loreto y en el Instituto San Ignacio de Loyola, también de esa ciudad.
—¿El fútbol te dejó alguna deuda pendiente?
—Quizás una deuda pendiente es no haber podido jugar más tiempo en el torneo del Nacional B. Solo lo hice por una temporada en el Club Atlético Tucumán y por diferentes circunstancias, tuve que regresar a Santiago. Podría haber demostrado un poco más porque tenía muy buenas condiciones para desempeñarme en esa categoría.
De todas maneras, tuve una carrera linda.