La devoción a San Cayetano fue instalada en la actual Argentina por Mama Antula. Esta fue una de las tantas obras que la santiagueña Mama Antula hizo a lo largo de su vida. La primera imagen del “santo del pan y del trabajo” fue hecha por los indios a pedido de la beata y lamentablemente esta preciada reliquia se encuentra perdida.
San Cayetano nació en Italia, en Vicenza, en el siglo XV, fue sacerdote y fundó la orden de los Teatinos. Si bien se crió en una familia de condes, sus obras las hizo entre los más pobres y olvidados de la época. Fue protagonista de un hecho sobrenatural, ya que cierta vez se le apareció la Virgen María y le entregó al Niño Jesús en sus brazos; de esta manera es como se lo representa en las pinturas italianas. En su país natal es uno de los tantos santos, mientras que la Argentina es el más convocante y moviliza a millones de fieles cada 7 de agosto, día en el que se recuerda su muerte.
Mama Antula conoció a San Cayetano gracias a sus formadores, los jesuitas, quienes trajeron diversas devociones de Europa. En particular los jesuitas tenían un vínculo muy especial con los teatinos, orden fundada por San Cayetano, e incluso en su momento existió la posibilidad de unir ambas congregaciones.
La beata santiagueña, de uno de sus viajes por el norte, regresó con una pequeña imagen de San Cayetano hecha en madera policromada tallada por los indios. Mama Antula, ya instalada en Buenos Aires, le pedía al “santo de la providencia” que la ayudara con las provisiones para cubrir todas las necesidades de la Casa de Ejercicios Espirituales, que ella había fundado en la capital porteña. Tal como quedó registrado en su Causa de Beatificación y Canonización, fue ella quien inició en el territorio argentino la devoción al santo. “La devoción a San Cayetano, que era venerado en la capilla principal de la Santa Casa, se trasladó a fines del siglo XIX al hoy populoso barrio porteño de Liniers, cuyo nombre rinde homenaje al virrey que se mostró tan aficionado a la Casa de Ejercicios”, tal como expresa este documento Vaticano.
Recién en 1830 se comenzó la construcción del emblemático Santuario de Liniers, ubicado al oeste de la Ciudad de Buenos Aires. La congregación de hermanas que quedó a cargo de la Santa Casa de Mama Antula, Hijas del Divino Salvador, fue la encargada de erigir el primer templo de San Cayetano.
La primera capilla fue inaugurada en 1875 , tal como se observa en un documento histórico publicado en la web oficial del santuario; colaboraron con la edificación los vecinos y dueños de las viviendas, quintas y casas de vacaciones del distrito Liniers. En el nicho central del altar principal se colocó la imagen de San Cayetano; esa primera representación se trataba de una estatua del santo sin las espigas tradicionales.
El boca en boca hizo que los devotos empezaran a colmar la calle Cuzco para visitar al “santo de la providencia”, también el tren del oeste trasladaba a los fieles que llegaban del Gran Buenos Aires.
Con el tiempo, San Cayetano fue cada vez más convocante, pero lo que verdaderamente lo popularizó e hizo reinventar su imagen fue una de las tantas crisis que tuvo que afrontar la Argentina. La crisis internacional de 1930 había dejado como saldo a cientos de trabajadores desempleados, que tocaban todas las puertas posibles para conseguir un trabajo. Ante tanta necesidad, la Pastoral Social de aquel entonces decidió apelar a la figura de San Cayetano para pedir por la paz social y las fuentes de trabajo.
Fue el padre Domingo Falgioni, quien fuera rector de la parroquia de Liniers en ese momento, el principal propulsor. El sacerdote convocó a los medios de comunicación para lanzar una campaña de difusión de la devoción, además de bendecir un estandarte con la imagen del santo. También hizo imprimir una estampa con una oración en la que se pedía por el pan y el trabajo, la cual se popularizó rápidamente.
La imagen del santo, tal como lo representamos en la Argentina, con las espigas al pie, fue una completa invención del padre Falgioni, él había decido agregar a los pies de San Cayetano las espigas de trigo como símbolo del trabajo digno, que escaseaba en aquel entonces. A partir de ese momento comenzaron a elaborar la estatua de San Cayetano ya no solo con el niño en brazos, sino con las espigas. En el santuario de Liniers se reemplazó la antigua imagen por la nueva y renovada.
La devoción de San Cayetano año a año es más convocante, principalmente en Liniers, donde los devotos llegan días antes para acampar y ser los primeros en tocar al santo. Millones de personas transitan y hacen eternas colas para cumplir promesas o pedir por el pan y el trabajo. Este año, en la mayor parte del país las celebraciones serán virtuales, y el tradicional pan de San Cayetano no podrá ser compartido como tradicionalmente se hacía todos los 7 de agosto.