La Provincia

La noche en que los bastones largos quisieron acortar las ideas de cambio

La noche de los Bastones Largos

Hace 54 años, un 29 de julio de 1966, bajo las órdenes de Juan Carlos Onganía, presidente de facto de nuestro país, la Policía reprimía de forma violenta a estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Buenos Aires; la noche conocida como “La Noche de los Bastones Largos”.

El docente en historia, Patricio Queirolo, describió la sucesión de hechos que marcaron un antes y un después dentro de la educación argentina.

“Hacía solamente 1 mes y 1 día que la dictadura cívico-militar denominada Revolución Argentina había tomado el poder mediante un golpe de Estado al gobierno de Arturo Illia. Aquel 29 de julio de 1966, Onganía firmaba el decreto 16.921 que establecía la intervención de las universidades, la prohibición de la actividad política dentro de ellas y anulaba la forma tripartita de gobierno de las universidades (docentes-alumnos-graduados). Como forma de reclamo a esta medida, docentes y alumnos se concentraron dentro de las distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires”.

Seguidamente, agregó: “La respuesta del Gobierno fue contundente: Represión. Alrededor de las 22 horas, las fuerzas policiales y militares entraron a la universidad y comenzaron a violentar a estudiantes, profesores, graduados y cualquier persona que se encontraba allí.

Entre ellos, se encontraba como invitado en la universidad el Dr. Warren Ambrose, un profesor norteamericano, quien días después enviaría una carta al New York Times relatando la violencia ejercida esa noche y titulando la carta “Bastones largos, mentes cortas”.

Consultado por la finalidad de este accionar por parte de las Fuerzas Armadas que gobernaban en ese entonces, respondió: “La ocupación e intervención militar de las instituciones educativas tenía como objetivo poner fin a las ideas de autonomía de las universidades y a la libertad de cátedra; se pretendía silenciar las críticas al gobierno militar, disolver cualquier nivel de organización política dentro de las aulas y disciplinar la organización estudiantil y docente de todas las universidades públicas nacionales”.

Como consecuencia de esa noche, las fuerzas de seguridad detuvieron a más de 300 personas y hubo cientos de heridos. Centenares de docentes debieron renunciar a sus cargos o exiliarse en otros países, debido a la persecución militar; comenzaba así un lamentable éxodo de pensadores y educadores.

Por último, Queirolo profundizó en las consecuencias de este éxodo en todo el país: “Universidades intervenidas, el conocimiento limitado debido a la censura de contenido académico y docentes expulsados o exiliados; sumado a los detenidos, fue el saldo que dejó aquella fatídica noche, conocida como “La Noche de los Bastones Largos”. La importancia de recordar estos hechos ayudan a valorizar la democracia y decir “Nunca Más”.

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