Pasaron cuarenta y nueve años, y el sol naciente sigue trepando los techos de las casitas de enfrente, para irrumpir por el arco de entrada y entregar los buenos días a la guardia.
¿Cuántas generaciones de cadetes y cuántas historias de oficiales, se guardarán en la memoria colectiva y en las arcas del tiempo, dispuestas a aflorar en este instante de celebración?
Porque un día como hoy, un 1 de julio de 1971, la Escuela de Cadetes “Coronel Lorenzo Lugones”, abriría sus brazos para recibir a jóvenes voluntariosos y de firmes convicciones sociales, a quienes prepararía para ser los depositarios del legado comunitario de la seguridad pública y los futuros conductores de los destinos de la Policía Santiagueña.
Obviamente, su tarea en las aulas no sería sencilla y su prestancia la distinguiría en el seno de la sociedad santiagueña, porque no se ubicaría en el mismo escaño de un establecimiento educativo como cualquier otro, sino uno, cuyo valor intrínseco está determinado por la naturaleza de la formación policial.
Sin duda alguna, la Escuela de Cadetes es una pieza clave en la organización de la Policía santiagueña, porque desde su creación han egresado 44 promociones con el grado de Oficiales Ayudantes, el primer paso de quienes abrazan la carrera policial.
Mediante la ejecución de un plan de estudio superior y un trayecto formativo de tres años, egresan de la Escuela, jóvenes dispuestos a ser baluartes de la institución con un perfil comunitario y de proximidad, con fuertes raíces democráticas y un profundo respeto por los Derechos Humanos, hombres y mujeres de bien, y mejores policías.
Queda claro también, que para las autoridades provinciales la formación, capacitación y especialización de la fuerza de seguridad es una política de Estado.
Lo que se ve reflejado en el permanente respaldo para el crecimiento y desarrollo de la Escuela, la cual en los últimos años ha experimentado una exponencial transformación en materia edilicia y en su caja curricular, y su certificación está formalizada y reconocida por el Gobierno de nuestra provincia a través del Ministerio de Gobierno, Seguridad y Culto y la Secretaría de Seguridad.
Precisamente, y en un contexto de pandemia, sus egresados, son hoy los oficiales que diseñan, planifican y ejecutan las acciones en la lucha contra el Covid-19, desplegando eficientemente sus competencias de liderazgo, organización y disciplina, guiando al personal subalterno en cada puesto emplazado en el vasto territorio provincial.
Asimismo, fue desde la escuela, desde donde partieron ya en dos oportunidades, los contingentes hacia los límites para controlar los ingresos y egresos de nuestra provincia, como si se tratara de un acto simbólico en el cual se puso en evidencia la misión irrenunciable del policía de servir y defender a la sociedad.
Si, desde allí, desde la Escuela, donde se estimuló el desarrollo integral de estos hombres y mujeres, generando una identidad policial y una identificación con la función que les toca revalidar con creces desde que abandonaron sus aulas.
Hoy, la Escuela de Cadetes “Coronel Lorenzo Lugones”, está cumpliendo 49 años de funcionamiento sin pausas y de acompañar el proceso organizativo de la Policía provincial, como un sol naciente que baña con sus rayos este proceso de progreso institucional.
Además, de observar fielmente los lineamientos institucionales y de realizar un esfuerzo colectivo que propende alcanzar la excelencia, abordando los nuevos paradigmas sociales e incorporando los basamentos científicos que le permita proyectarse hacia el futuro.
Por último, se concibe a la seguridad como una construcción social donde los actores de la misma son la comunidad y su Policía. Por tanto, la exigencia se centra en la formación de ciudadanos íntegros, respetuosos de las leyes, competentes y capaces en contextos comunitarios, premisas que en la Escuela de Cadetes se graban a fuego y se reviven cada que su lema surca el aire: “Entrar para aprender, salir para servir”.