Fu Hou, un monje budista, murió a la avanzada edad de 94 años, luego de pasar la mayor parte de su vida en el templo Chongfu, ubicado en una colina de la ciudad de Quanzhou, en el sureste chino.

Luego de su fallecimiento, el cuerpo de Fu fue lavado y recibió un tratamiento por parte de dos expertos en momificación. Luego de eso lo dejaron en una posición sentado, dentro de un gran jarrón de cerámica sellada.

Tres años después, el recipiente se abrió y se encontró el cuerpo en buenas condiciones y todavía sentado en posición vertical, publica Infobae.

Sus restos fueron higienizados con alcohol y cubiertos de capas de gasa, laca y, finalmente, una lámina de oro. La ceremonia se realizó en el templo Puzhao, según informó el diario británico The Telegraph.

La práctica de "entierro adornado" está reservado para hombres sagrados en algunas zonas de China con fuertes tradiciones budistas. La decisión de "homenajear" a Fu Hou fue tomada por el templo en una forma de conmemorar su devoción por el budismo. Fu Hou se había convertido en monje cuando tenía tan sólo 17.