El Mundo

La ejecución del líder chiita en Arabia Saudita desata una ola de ira

Arabia Saudita entró en una peligrosa trayectoria de colisión con Irán -que puede conducir a ambos países a un conflicto geopolítico y religioso- después de que las autoridades de Riad ejecutaron al célebre predicador chiita Nimr Baqr al-Nimr y a otras 46 personas acusadas de terrorismo, entre los cuales figuraban militantes de la red Al-Qaeda.

 

En tanto, la cancillería iraní prometió que Riad pagará "un alto precio" por la muerte del clérigo.

 

Para mostrar cierto equilibrio religioso, la lista incluyó también varios sunnitas vinculados a Al- Qaeda que participaron en los ataques contra el reino en 2003 y 2004.

 

Aunque el ajusticiamiento era esperado desde hacía varios días, la aplicación de la sentencia creó una profunda conmoción en el mundo árabe y amenaza con atizar las tensiones entre el régimen chiita de los ayatollahs de Teherán y la monarquía wahabita de Riad, de confesión sunnita, ramas del islam enfrentadas desde hace siglos.

 

Los chiitas representan una minoría de dos millones de personas sobre una población de 18 millones de habitantes, en un país regido por el wahabismo -versión ultra-puritana del sunnismo-, que por añadidura se considera guardián de los lugares santos del islam. En ese marco hostil, los chiitas se estiman marginados y acosados por el aparato policial del wahabismo.

 

Ambos países, por lo demás, están actualmente enfrentados en dos guerras subsidiarias o proxies que conmueven a Medio Oriente.

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