Opinión

Más de 200 chicos y ningún juguete

"Mi papi entró a mi pieza, cuando mi mamá dormía. Se acostó conmigo y me empezó a tocar"; "llora todas las noches acordándose de lo que le hizo el tío"; "el me pegaba para que no cuente lo que me hacía", son algunos de los testimonios que se encuentran en los cientos de casos de abusos sexuales ocurridos en la provincia.

 

Niños y adolescentes que pierden parte de su inocencia, maduran de golpe por la crueldad de otra persona. Personas que, casi en la totalidad de los casos, son familiares cercanos, quienes se aprovechan de la integridad de los pequeños.

 

Son más de 200 los niños y adolescentes que denunciaron haber sido víctimas de abusos.

 

Chicos que no lloraron, que no callaron y se armaron de valor para contar lo sucedido.

 

¿Qué nos pasa como sociedad?, ¿por qué permitimos que sucedan cosas así? Que un niño sea destruido.

 

Estas personas, quienes tienen la criminalidad de saber lo que hacen, están dañando la vida.

 

La víctima no vuelve a sentir, le cuesta amar, le cuesta dormir.

 

Porque en vez de un juguete o de un juego, recibieron el calvario de ser abusados.

 

 

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