Desde hace un año, una gran herida sangra en el corazón de la familia Suárez-Taboada. El tiempo pasa, pero el recuerdo de la trágica noche en la que María Soledad Taboada fue asesinada a cuchilladas por su pareja, Bernardo Díaz, parece haberse “congelado”. Desde ese día, la tristeza y el dolor invaden a sus familiares y amigos.
El 11 de octubre de 2021, la vida de Soledad –de 31 años- quedó truncada. Luego de una reunión familiar, su pareja –Díaz, de 34 años- la llevó hasta la casa que compartían en la calle Los Caminantes, del barrio General Paz, en su motocicleta. Habían mantenido una discusión en la habitación y, en ese momento, se desató la masacre.
Díaz le había jurado el día anterior al brutal femicidio de Taboada que “la iba a matar degollándola a cuchilladas”. La promesa la cumplió. Le propinó en total once heridas de arma blanca. Cuatro fueron en la cabeza y una de ellas, según indicaron los médicos, fue la letal. Una cuchillada fue en el pecho y el resto estaba distribuido en el rostro y en la espalda. Díaz fue detenido cuando pretendía huir de la casa. Soledad, una joven madre de dos menores de 14 y 3 años, yacía ensangrentada en el piso del comedor. Fue hospitaliza y, tras una agonía, falleció. Díaz será enjuiciado por el femicidio, por lo que la familia pidió la “mayor condena” para el asesino.
Hoy, a un año del crimen de Soledad, será un domingo muy diferente para su familia. Será el peor domingo que la familia pueda vivir, marcado por la tristeza de la sangre derramada de manera criminal y la nostalgia de los buenos momentos compartidos.
En diálogo con Nuevo Diario, Dolores Suárez –madre de Soledad- expresó: “Pido cadena perpetua para ese hombre –por Díaz-. No sé cómo explicar esto, porque la mató por matar. La trajo a mi hija a su casa para matarla”.
En referencia a esa fatídica noche, Dolores indicó: “Estaban tomando mates en la casa de mi otra hija. La trajo para aquí –a su casa-. Al parecer ya tenía todo planeado qué hacer. Primero la trajo por la casa de mi hijo, entró y cerró la puerta del comedor. Ahí la atacó. Esperó que no estuviéramos en la casa. Esperó que no esté ni yo, ni mis hijos. Cuando mi hija se fue –el traslado al hospital-, la llevaron prácticamente sin vida. La llevaron el domingo y el lunes ya se cortó”.
“La mató sin piedad. La mató como no se mata ni a un perro. La mató peor que a un animal. Mi hija era una excelente hija y madre, compañera, amiga, hermana y tía. Los dejó a los chicos sin madre, a uno de 13 y al otro de 3 años”, sentenció la madre de la víctima.
Al tiempo que agregó: “Su hija, que va a cumplir 3 añitos en diciembre, me dice ‘para la mamá Sole vamos’. Días atrás se despertó llorando, le pregunté qué le pasaba y me preguntó ‘¿por qué me dejó la mamá Sole’? Le dije que no la dejó; ella está en el cielo y es una estrellita que la cuida. No tengo palabras para calmar a mi niña”.
Por otro lado, a un año del trágico femicidio, Dolores remarcó: “El día que él mató a mi hija, ese día morí yo. Cuando volví del cementerio, entendí que mi hija no estaba más. Va a ser un año. Pero para mí es como si hubiera pasado una semana. No se imagina lo difícil que es ir al patio; limpiarle su casa. Regar. Ver el lugar donde ella se sentaba”.
“Era una excelente hija; era de ir del trabajo a su casa. Ese hombre vino a destruir la familia. Vino a destruir esta familia. Lo que yo hice para criar a mis nueve hijos, lo que yo luché nadie lo sabe. Los crié bien, buenos hijos. Vino a matar a mi hija, no sé por qué. Era un tipo muy celoso, la vivía amenazando. Un año estuvieron bien, luego empezó con todo esto. Dos meses antes que pasó todo esto, le decía que ‘la iba a matar. Vos no me vas a dejar, porque yo te voy a matar. Te voy a matar, vos ya sabes’. Ese día sábado, después de comer, le dijo ‘yo te voy a matar´. Mi hija nunca le creyó. Al otro día, la trajo a la casa para matarla. La metió en el comedor y comenzó a matarla. A mi hija la sacaron de ahí muerta. Tantas puñaladas que le dio, la mató”, puntualizó Dolores.
